La lógica de estructurar a las organizaciones por funciones, prevalece desde la llamada Revolución Industrial y esta tan arraigada en nuestra cultura, que cuesta mucho trabajo convencernos de que la Era Digital pinta distinto el panorama, aupado por la vida a distancia que vivimos, a partir de la pandemia.
Es importante crear el momento del cambio hacia la transformación digital, que pasó de ser una opción a una obligación en tiempos modernos.
El trazo del tiempo estimado en lograrlo, algunos lo ubican entre 18 y 24 meses, entendiendo que los ejecutivos sienten la presión de invertir en proyectos que, a la larga, demuestren que el resultado financiero con el transcurrir del tiempo será positivo.
Algunas empresas van por partes, principalmente por el proceso de las ventas, sin embargo, dar el paso para desinvertir en los métodos tradicionales que implican un costo a veces alto, no es tan fácil y rápido deshacerse de lo que por tanto tiempo, fue el sustento de nuestro modelo de negocio.
La transformación digital requiere un compromiso de largo plazo e implica vigilancia frecuente, porque en el camino existen muchos factores que pueden detenerla o agilizarla, muchas de las personas tienen miedo a que su actividad actual, fenezca y se conviertan en obstáculos, especialmente en los roles gerenciales.
La organización pierde niveles jerárquicos y establece equipos menos extensos, los cuales rápidamente documentan, prueban, lanzan e iteran hasta lograr los resultados deseados.
La agilidad de la mano de la automatización, es sólo posible cuando reflexionamos que es la organización orientada al cliente o el usuario, quién nos impulsa a modernizar nuestras estructuras.
El cliente demanda agilidad, calidad en el servicio y por obvio que parezca, las organizaciones en el mundo no reflejan entenderlo y se estructuran cómo cuerpos religiosos o militares de hace siglos y establecen funciones de producción, comercialización, operación, finanzas, administración y recursos humanos, sin aceptar que por ejemplo el proceso de entregar un bien o un servicio, desde producirlo hasta entregarlo, es lo que hará la diferencia en la creación de valor.
En favor del cliente o el usuario, es como las organizaciones modernas deben de coordinarse, si es que pretenden subsistir y retenerlos.
Las empresas líderes en el mundo, han roto con el tabú de las funciones y se gestionan por procesos, es evidente que para competir con fuerza y me centro en México; ejecutivos, accionistas, funcionarios públicos, tendrán que reconocerlo y de una vez por todas entender que, ya no es posible estructurarse por funciones jerárquicas y separadas entre sí.
Por el contrario, tienen que pasar a la historia tantos títulos de presidentes, vicepresidentes, gerentes, subgerentes, tan comunes en nuestras organizaciones y poner en boga el trabajo en equipo, alrededor de las actividades claves del negocio.
Establecidos de esa manera, ya no seremos una puesta en escena estilo tragedia griega; ¿Ha escuchado esto?: Si no fuera por ventas esta empresa marcharía bien, diría finanzas.
Si no fuera por producción ¡Lo que venderíamos! diría ventas. Si tuviéramos mejores condiciones de crédito lo que no haríamos por bajar el costo de los productos, diría producción. Y es el cuento de nunca acabar, porque si a lo anterior le agrega los problemas personales, verá que su empresa planteada por funciones, no es más que una olla de grillos, en lugar de una empresa esbelta en búsqueda de competir por servir mejor en el mercado.
Es claro, siga trabajando por funciones descritas en actividades diarias, semanales y mensuales y se augura nulas oportunidades de competir con quienes funcionan por procesos y que tienen muy claro que servir al cliente, es el objetivo primordial de estar trabajando en cualquier institución, ya lo dice el proverbio chino: "Quién movió una montaña fue aquél que empezó a llevarse piedra por piedra" No hay de otra, habrá que empezar a mover las nuestras.
Wu 552300 4668