El poeta John Donne nacido en Londres en 1572 y que vivió hasta 1631, fue el más importante trovador metafísico inglés de las épocas de la reina Isabel I, el rey Jacobo I y su hijo Carlos I. La poesía metafísica, es de alguna manera el equivalente a la conceptista, del Siglo de Oro español de la que es contemporánea. Se caracteriza por su ingenio, responsable de los conceptos novedosos, paradojas, juegos de palabras sutiles y brillantes analogías.
Decía John y hablando de tú con el poeta -que de lo mismo no tengo ni un ápice- “ningún hombre es una isla” Entonces, cuando las personas que nos rodean en las organizaciones están causando o contribuyendo a un problema jugando el rol de propiciador más que solucionador, es recomendable convertir el conflicto en nuestro y no en mío. Trocar conductas nocivas, en hábitos productivos.
Cuando una conducta vital requiere el trabajo en concierto –en caso de una persona que no puede tener éxito individual- es importante desarrollar la habilidad de los individuos para trabajar en equipo. Los artistas que pintan, los joyeros, los músicos o por ejemplo los toreros, requieren de un apoderado, subalternos, veedores, expertos en relaciones públicas, entre otras actividades que rodean a su carrera. Al final el éxito es en conjunto, aunque actúe en la parte principal solo en el ruedo.
En consecuencia y siguiendo la paradoja que usa Donne, es recomendable que los que dirigen, se conviertan en facilitadores al saber conjugar equipos de trabajo y tener la habilidad de definir cómo aprovechar las pericias de sus miembros, para lograr resolver lo que se les va presentando.
Eso de que el puesto del director vive en soledad, me parece francamente absurdo, cuando se puede trabajar en equipo con su Consejo Consultivo o de Administración, según sea el caso y con sus colaboradores.
Alguna vez tuve la oportunidad de ser requerido como consultor, para mejorar la ejecución de su gestión como director general de un estimado amigo y cuando me narró la situación, se quejó porque no tenía la ayuda de ninguno y agregó que sus colaboradores jamás cumplían con los compromisos y en especial en ese momento en un problema en la que la empresa, requería resolver una crítica situación financiera.
Fue evidente que la información no era clara y que mi amigo estaba lidiando con el problema sin involucrar a sus colaboradores, de tal manera que en equipo se gestará una solución comprendiendo acciones conjuntas, que guiaran la estrategia a seguir, desde diferentes ángulos.
Era evidente que las habilidades para colaborar no existían y eso sí que todos constantemente se quejaban, culpándose entre todos del porque estaban retrasados, todos tenían el pretexto adecuado y cuando hablaban con el director general, acababan por convencerle a veces con argumentos pueriles y en ocasiones, distorsionados de la realidad -cantinflescos en pocas palabras- para justificarse.
La situación era que la interdependencia era necesaria, propiciando compartir ideas, recursos, darse la mano, subordinar las ideas personales a las del grupo, en pocas palabras elevar su involucramiento en resolver el problema común.
El director general aprendió que era primordial, que tenía que promover e incluso remover aquellos que no le entendían, evitando generar rivalidades y elevando el aprovechamiento de su capital social.
Se expuso cuál era la situación financiera que, por cierto, para ninguno -incluso para el Consejo Consultivo, la familia, el mismo director general- era bien clara, se provocó cohesión y hoy en día afortunadamente aún con las actuales condiciones de incertidumbre, existe ya un equipo de ejecutivos y colaboradores más ágil. Aprendieron qué la interdependencia sana, es la mejor manera de aprovechar las habilidades colectivas.
Sería bueno comprenderlo y aplicarlo y viene al caso mencionar el que así lo reflejó Banorte. Su director general, Marcos Ramírez Miguel recientemente fue reconocido como el Mejor CEO, por la revista Institutional Investor en su ranking Latin American Executive Team 2022.
Al unísono, obtuvieron primer lugar en México en todas las categorías, su equipo ejecutivo y tercero lo fueron en Latinoamérica. Carlos Hank González, Presidente del Consejo de Administración de Grupo Financiero Banorte, se manifestó orgulloso por construir confianza de referentes externos hacia su grupo. Lo cual, fácil que se platica en los tiempos que corren, cuesta muchos bemoles conseguirlo y mantenerlo. A las pruebas me remito.
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