En las semanas pasadas me contagié de COVID 19 y al estar vacunado, pensé que todo pasaría rápido y que no debía de preocuparme tanto -aunque me encuentro en tratamiento de otra enfermedad, no sabía qué tan resistente pudiera ser enfrentarlo- resultó esto último y gracias a la intervención de mi hermano y después de varios avatares me atendieron en la Clínica 32 del IMSS.

Entre otros sucesos a los que me refiero, es que no había lugar en varias clínicas privadas por diferentes motivos, los niveles de oxigenación iban bajando y en pocas palabras, sufría la angustia de que se estaba poniendo grave mi salud, minuto a minuto.

Siendo derechohabiente y adicionalmente con mi hermano y sobrino médicos, mi agente de seguros Víctor Larios, las llamadas iban y venían, hasta que finalmente yo ya estaba instalado en una cama con montones de medicamentos y con una atención de gran calidad, generosa en tiempo tan adverso.

Son aquellos, obligados a vivir esta crisis en primera línea, quienes mayor entrega y desprendimiento están mostrando: el personal de salud, cuidando de tantísimos enfermos día y noche. Fui dado de alta para seguir recuperándome en casa a los pocos días, agradecido con Dios, mi familia, mi hermano José Luis, mis amigos, los que me atendieron y con un proyecto de vida que me permita buscar siempre ser mejor persona.

Como diría José Alfredo Jiménez como puedo pagar que me quieran a mí y como él en su tiempo, dispuesto a construir un mejor mundo que el actual.

Desde la generosidad y solidaridad con la que se vive esta crisis, es posible que salgamos de ella con mejores formas, como personas y como sociedad, con proyectos de vida que nos permitan afrontar mejor, tanto lo individual como lo colectivo.

Los tiempos de coronavirus también, serán recordados como tiempos de generosidad, al margen de cómo evolucione el futuro y como muestra está el que cada que se anota un gol en la Primera División, desde hace años -antes del COVID19- GNP dona en efectivo con el propósito de contribuir a programas sociales.

Para personalizarlo, platico un detalle que me cimbró y me hizo llorar cuando estaba hospitalizado, un camillero al ver mi nombre me reconoció de mis participaciones en transmisiones taurinas y me ofreció su celular, dado que no está permitido tenerlo y pude llamar a mi esposa, que no había tenido contacto en varios días.

Me dijo: “estuve tres meses en el hospital y sé el aislamiento que se siente”. Nos pusimos a platicar un poco de toros y agradecí su generosidad. Por cierto se llama Luis, me dijo “el apellido no importa tocayo”. Somos taurinos y eso es más importante.

Sé que las instituciones públicas siempre son cuestionadas, pero hoy que use al IMSS, no puedo más que felicitar y agradecer a quienes dirigen y a todos y cada uno de los que me atendieron y que me serán difíciles de reconocer por el equipo de protección que portan y que lo hacen sentir a uno que está en otro planeta, ninguno de ellos y ellas, me dejo de tratar con afecto.

Reflexioné que tener la vida, es motivo más que suficiente para ser feliz, que la salud es el tesoro más grande y que la amistad como la de mi entrañable amigo, no tiene precio.

Recordé a Violeta Parra y cierro con una estrofa de su canción:

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado el sonido y el abecedario

Con ellos las palabras que pienso y declaro

Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando

La ruta del alma del que estoy amando

Gracias a todos, me han revivido con sus oraciones y afecto.

Profesor de asignatura del ITAM, Consultor y Consejero de empresas y miembro por varios años del Consejo Internacional de The Strategic Leadership Forum.
Wu 552300 4668

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