Hace unas semanas partió a la Gloria, Giulio Chiesa, quién fuera Doctor en Química Farmacéutica por la Universidad de Génova, con estudios en Formación Gerencial por, la Universidad de Bocconi en Italia y egresado de Harvard Business School y en el medio empresarial; director general entre otras empresas de, High Life y Formit de México, S. A. Giulio, a su retiro, se dedicó en gran medida a la enseñanza en el ITAM y su vitalidad, era ejemplo para todos los que le conocimos y tuvimos el placer de compartir con él, su gran sabiduría.
Hace años, dirigió unas palabras en la ceremonia de graduación de los egresados, de la Primera Generación del Executive MBA del ITAM y la Universidad Estatal de Arizona y sus conceptos iluminan un vigente mensaje, que ahora es un legado:
"Yo, no les haría ninguna pregunta de tipo mercadotécnico porque ustedes, óptimos alumnos, ya me las contestaron todas, o casi todas. Las haría más bien, aquellas que pasarían el terreno todavía ondulado de la ética y moral. Hoy en día esos temas constituyen un debate constante sobre todo en el ambiente académico. Hay que admitir también que las interrogantes se multiplican cada día” “No existe disciplina en nuestra institución que no se preocupe de abordar este tema, por difícil y atormentado que sea”.
“Entonces, mi pregunta a este cónclave de nuevos maestros sería la siguiente: ¿Que prioridad les asignamos a las consideraciones éticas, en nuestra responsabilidad de ejecutivos y empresarios?”
“La respuesta que me esperaría sería, más o menos, así: Las nuevas tecnologías (por ejemplo de la producción de organismos genéticamente controlados), las nuevas complejas dimensiones, en la gestión de una organización (por ejemplo del matrimonio con la tecnología), confrontan problemas éticos, para los cuales no disponemos de una moral adecuada: solamente estamos en una fase de lucha continua para encontrarla”.
“En nuestro mundo occidental, prevalecen simultáneamente tres tipos de morales. Primera: Una moral teológica, ligada a mandamientos divinos. Es lo que podríamos llamar de la intención. La acción no ética y no intencional, es menos grave que, la acción no ética pero intencional. Obviamente, que no está a la altura de resolver los profundos problemas, que nos pone el avance impresionante de la tecnología y de la ciencia”.
“Una segunda moral, que se extiende hasta el vigésimo siglo, tiene características incontrovertibles de laicidad y de independencia, de posiciones dogmáticas. Kant y Voltaire, son sus representantes más significativos. Según ésta, los principios éticos son concebidos, como racionales y universales. Sin embargo, por atractivos que puedan sonar sobre todo en un ambiente académico, no nos han permitido formular una ética que, se haga cargo de todo lo que el hombre usa mal (agua, aire, bosques, océanos, espacio)” .
“¿Y la tercera? Es la moral de la convicción, de la sesión guiada por principios codificados, es la del empeño, del conocimiento, de la entrega. Implica que sí es necesario mirar (o medir) las intenciones, más importante es, obtener efectos reales de las acciones, que de esos propósitos nacen y se materializan".
Para aplicar los tres tipos de morales, Giulio afirmó: "Los peligros del momento; uno es que, si no adecuamos de manera continua, las exigencias morales a la presión de una tecnología desbordante, esa misma, nos puede llevar al imperialismo de la ciencia, sin ninguna finalidad antropológica. El otro, lo constituyen la laxitud que deriva de la conveniencia, la exacerbación del ego que hace privilegiar los deseos, las rápidas satisfacciones, la felicidad y el bienestar personal en mayor medida, que la abnegación, el sacrificio, el aprendizaje”.
“Es aquí, donde necesitamos las grandes aptitudes morales, que los empresarios y los ejecutivos deben saber desarrollar. Aquella disposición que Homero veía en Ulises y que, los griegos llamaban Phronésis. La virtud de saber eternamente decidir, con base a nuevas circunstancias, cuándo escalar montañas, cómo cruzar ríos y porqué surcar los grandes mares”.
“Y hacerlo, sin remover un solo instante la mente y el corazón, de la meta última que era, y sigue siendo, la de llegar a Itaca a tiempo, antes de que los pretendientes a su mano, pudiesen hacer daño a la virtud de la casta Penélope; privilegiar la dimensión del diálogo; más justicia y resultados más sanos, para su empresa y nuestra sociedad" .
Años después, de haber escuchado el memorable mensaje de Giulio, lo quise compartir a la memoria de un extraordinario ser humano y al que mucho vamos a extrañar, mientras cabalguemos por la Tierra, sin su entrañable presencia física.
Wu 552300 4668