Luis Ramón Carazo

Don Eugenio

28/09/2020 |00:50
Redacción El Universal
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En cualquier época es recomendable guiarse por principios y si hubo alguien que los mantuvo y su sucesión los propugna, lo fue Don Eugenio Garza Sada quién nació en enero de 1892, su niñez coincidió con la primera etapa de la industrialización en México, en plena época de Don Porfirio.

Su carrera de ingeniero civil la concluyó en el MIT (Massachussets Institute of Technology) en 1916. En 1917, hace ya 90 años, empezó a trabajar en la Cervecería Cuauhtémoc y cuando partió a la Gloria en 1973 era el presidente del Grupo Visa. Su trato con colaboradores fue amable y preservó una línea de austeridad y sencillez.

Para quienes suponen que ser empresario es ser rácano, les relato que hace 50 años en 1957 y antes de la creación del Infonavit, Don Eugenio construyó un proyecto habitacional para los trabajadores del grupo de empresas que dirigía.

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Dejó para la posteridad el Ideario Cuauhtémoc que se utiliza en empresas e instituciones y se sustenta en los siguientes principios y conceptos:

* Reconocer el mérito de los demás, en lugar de atribuirse a sí mismo el mérito que corresponde a quienes trabajan a las órdenes propias, sería un acto innoble.

* Controlar el temperamento. Tener capacidad para dirimir pacífica y razonablemente cualquier situación, por irritantes que sean las provocaciones que haya que tolerar.

* Quién no sea capaz de dominar sus impulsos, no puede actuar como director de una empresa. El verdadero ejecutivo olvidará el derecho a la ira.

* Nunca hacer burla a alguien, tener en cuenta que la herida que asesta el sarcasmo nunca cicatriza.

* Ser cortés, atento a que los demás encuentren gratos momentos de compañía.

Ser tolerante con la idiosincrasia de cada uno.

* Ser puntual, quién no puede guardar sus citas pronto, se convertirá en un estorbo.

* Si uno es vanidoso, hay que ocultarlo como secreto más íntimo.

* Un ejecutivo no puede exhibir arrogancia.

* Cuando uno empieza a pensar que todos los que nos rodean son torpes o que los clientes son tercos, habrá empezado a meterse en tierras pantanosas.

* No alterar la verdad, lo que uno afirma debe hacerlo reflexionando; y lo que prometa, debe cumplirlo.

* Las verdades a medias pueden ocultar errores, pero a la larga, la mentira se convierte en bumerang y se nos viene encima.

* Dejar que los demás se explayen, especialmente los colaboradores, hasta que lleguen al verdadero fondo del problema, aunque tenga que escucharse con paciencia durante una hora.

* Haría uno, un pobre papel como director, si dominara uno la conversación en vez de limitarse a encauzarla.

* Expresarse concisamente, con claridad completamente, sobre todo al dar instrucciones.

* Depurar el vocabulario, eliminar las interjecciones, las voces vulgares pueden derivar en malentendidos.

* Asegurarse de disfrutar el trabajo, coincidiendo con la frase de Confucio "Encuentra lo que te gusta y desde ese día no trabajas".

* Es muy legítimo tener pasatiempos predilectos e intereses en otras ocupaciones, pero si se estima como un sacrificio venir los sábados o quedarse en la oficina más allá del tiempo preciso, entonces lo que se necesita es un descanso y otra compañía en donde trabajar.

* Reconocer el enorme valor del trabajador manual. Pensar en el interés del negocio más que en el propio, la fidelidad a la empresa promueve el propio beneficio.

* Análisis por encima de la inspiración o de la institución.

* La dedicación al trabajo beneficia al individuo, a la empresa, a la sociedad en su conjunto.

* Ser modesto, si no se comprende que nada tiene que ver con el valor de la persona, el tamaño del automóvil o de la casa, o el número de amigos y de los clubes a los que se pertenece, o el precio de la ropa que vestimos y el rótulo de la puerta del despacho, y si estas cosas significan para uno más que la tarea bien y calladamente cumplida, los conocimientos y el refinamiento espiritual para adquirirlos, entonces se precisa un cambio de actitud o de trabajo.

Don Eugenio inició la brecha; su hijo don Eugenio Garza Lagüera dirigió y transformó Grupo Visa , entonces se gestó; FEMSA dirigida desde 2001 por José Antonio Fernández , presidente de su Consejo de Administración y entre otras instituciones apoyando al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey lo que significa que el pensamiento de Don Eugenio trasciende y en época de vacas flacas de la humanidad ilumina el rumbo; es muy sano no tirarlo, en saco roto.

Profesor de asignatura del ITAM, Consultor y Consejero de empresas y miembro por varios años del Consejo Internacional de The Strategic Leadership Forum.

luisracarazopreciado@gmail.com