Por los recientes sucesos acontecidos en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (al cual tengo el orgullo de pertenecer como profesor de asignatura) he recibido correos que inquieren mi posición al respecto y más que verter una opinión, prefiero reflexionar sobre lo que concibo representa la responsabilidad de ocupar una cátedra y que se circunscribe de acuerdo en mi manera de entenderla, en que el maestro va a impulsar el conocimiento individual y colectivo.

De entrada es importante tomar en cuenta las patologías sociales y laborales que mucho tienen que ver con la salud mental; los altos consumos de ansiolíticos y antidepresivos lo reflejan. La sensación de incertidumbre y las exigencias de la competencia laboral, aunadas a un futuro que se avizora de más demandantes que oferentes de empleo, las agrava.

A lo que te truje, hace unos años Arturo Fernández nuestro rector invitó a Kenneth Bain a dar una charla, él es profesor de Historia y directivo e invirtió gran parte de su carrera en Vanderbilt, Northwestern y la Universidad de Nueva York, ahora se ubica en la Universidad del Distrito de Columbia, como vicerrector académico.

Los premios nacionales e internacionales que merecidamente ha recibido son incontables, su afabilidad al charlar es destacable, sencilla y clara.

Me pareció que las conclusiones de sus conceptos son aplicables no sólo a la academia, sino a la vida personal, a la de las organizaciones y los resumo:

¿Qué saben y entienden los mejores profesores en las universidades? Sin excepción, conocen de lo que hablan a gran profundidad, algunos han publicado, otros no, pero investigan y estudian lo que otros hacen en su campo de interés, leen extensamente de su materia y de otras disciplinas, hacen, en pocas palabras, lo que esperan de sus estudiantes, no es una sorpresa, es imposible que sean grandes profesores si no conocen de lo que enseñan.

Comprenden que lo que saben no tiene significado si no lo transmiten a los actos y pensamientos de los alumnos.

¿Cómo se preparan para enseñar? Preguntándose cuáles son los objetivos de aprendizaje para establecer la táctica a seguir de acuerdo con lo que se quiere transmitir y tomando en cuenta a los estudiantes y su experiencia.

¿Qué esperan de sus alumnos? En pocas palabras, más, evitan perseguir objetivos arbitrarios y privilegian aquellas enseñanzas que estimularán el pensamiento y la actuación en la vida.

¿Qué hacen cuando enseñan? Los métodos pueden ser diferentes, pero lo más importante es que buscan generar un ambiente natural de aprendizaje crítico.

En ese ambiente se aprende al confrontarse las ideas, los conceptos y se examinan los modelos mentales y la realidad. Trabajan colaborativamente, emiten y reciben conocimiento para y de los alumnos, lo combinan con sesiones teóricas y prácticas.

¿Cómo tratan a sus alumnos? Los mejores confían en sus alumnos, infieren que quieren aprender y, a menos que se pruebe lo contrario, que son capaces de hacerlo. Muestran apertura en sus sesiones y no temen comentar sus ambiciones, triunfos, fallas y frustraciones para motivar también a que los estudiantes sean francos.

Manifiestan su constante curiosidad sobre lo que enseñan y cómo se relacionan con otras áreas de conocimiento; sobre todo, tratan a sus estudiantes con respeto y decencia.

¿Cómo checan y evalúan su avance? De manera sistemática para ir evaluando los esfuerzos de manera gradual que propicie cambios sobre la marcha y no hasta el final, entienden que están midiendo los resultados de los estudiantes, pero, a la vez, si está siendo productivo el método de enseñanza, para, en su caso, hacer algunos ajustes a lo que no está funcionando.

Apuntaría que el grial del buen profesor es que los alumnos aprendan en una época en que estamos viviendo cambios que están socavando el Estatus-Quo; la tecnología, el medio ambiente, la política, la sociedad en su conjunto entre otros aspectos que a la velocidad del rayo, nos transforman.

A veces se logra a veces no, es importante considerarlo y antes de cerrar es conveniente aclarar que mis carreras las estudié en la UNAM y en el extranjero, sin embargo tengo muchos años en el ITAM y me es una institución entrañable, y sé que en ambas (como en todas las instituciones educativas) el propósito es lograr mejores ciudadanos. No nos quepa duda.

PD: Un abrazo fraternal a Jorge Babatz y su querida familia, su esposa María Telma Álvarez y Yates se nos adelantó en el paseíllo que es la vida.


Profesor de asignatura del ITAM, Consultor y Consejero de empresas y miembro por varios años del Consejo Internacional de The Strategic Leadership Forum.
Wu 552300 4668

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