A pesar de que, desde la mañanera, sus televisoras cómplices y prensa chayoteada o globalista, atacaron la marcha que la sociedad preparaba para manifestar que defiende al INE y a su país, y que los paleros de la 4T descalificaron llamándola “La Marcha de los Pendejos”, con objeto de dinamitarla y quedar bien con el amo. Por fortuna este glorioso, insólito y jubiloso domingo 13 de noviembre del 2022, a lo largo y ancho del país, los “pendejos” se manifestaron espontánea y libremente, sin necesidad de recurrir a un solo vehículo, para, acarrear acarreados, pues todos los asistentes, además de hacerlo voluntariamente, lo hicieron con todo el corazón, sabiendo que iban por México.

Con sus “Otros Datos” los serviles de la 4T, estúpidamente, trataron de minimizar lo sucedido, declarando, que habían asistido entre diez o doce mil. Y el Presidente, una vez más requeté reconfirma, que de nada le sirvieron los 14 años que pasó en la UNAM , pues ni siquiera sabe contar, ya que calculó la asistencia multitudinaria en solo unos cuantos miles. Pero eso sí, burlonamente los acusó de: “aspiracionistas”, burgueses, capitalistas, cavernarios, clasistas, confesionales, conservadores, corruptos, derechistas, fifís, hipócritas, ladinos, malolientes, obscurantistas, rateros, reaccionarios, retrogradas, que ejecutaron un “striptease Conservador”.

Le ha de haber dolido hasta lo más profundo, que la sociedad haya hablado con una de sus herramientas porriles favoritas; las marchas y manifestaciones callejeras. Y le dieron una sopita de su propio chocolate. Nada más que en decente y sin causar destrozos. Ya que fue ejemplarmente pacífica. Hasta hubo niños como en un paseo familiar. Pero con un poder tremendo. Y toda esta masiva movilización no significó un solo centavo al erario. Así que habló la sociedad, pero como siempre, perversamente, en Palacio no se escucha nada ni a nadie, ni ningún clamor, ni siquiera el clamor popular le hace oír. Tiene orejas de pescado.

Cabe aclarar que esto pudiera tener un boquete que hay que atender. Al menos, en lo que se vio, fue notoria la ausencia de jóvenes. Aunque hay quienes dicen que no, que si los hubo y que están muy conscientes. Pero predominó la gente madura y vieja. Tal vez asistieron más, porque ellos, a diferencia de los jóvenes, vivieron en carne propia la dictadura priista y les tocó la sangrienta represión del 68. Esto es de vital importancia, ya que son ellos, la generación que va a tener a su cargo la patria. Aunque es más preciso decir, que son los que ya están recibiendo estafeta de manos de la generación saliente, y si no enfrentan con energía, oportunidad y responsabilidad al enemigo, ellos y sus hijos van a vivir bajo una cruel dictadura castrochavista, como ya la sufren otros pobres países latinoamericanos.

Aunque es posible que, algo grave esté pasando, ya que esto no es privativo de México, pues en casi toda Iberoamérica, pareciera que la juventud está, metida en sus celulares y sus cosas, mientras votan por guerrilleros, terroristas, troskistas y corruptos que disfrutan de “impionidad” que, inclusive mediante el fraude electoral, llegan al poder y de inmediato, se dedican con afán revolucionario a destruir lo bueno, para implantar su tiranía imperialista. Por eso el joven argentino politólogo y conferencista internacional Agustín Laje, sostiene que somos una generación de idiotas. Y estamos demostrando que, desgraciadamente, tiene razón. Pues, prácticamente, toda América está infiltrada de rojo. Incluidos EU y Canadá.

Este “pequeño grupúsculo” ciudadano, que en la CDMX fue solo de 800,000, tuvo una potencia que sorprendió tanto a sus convocantes, como a sus no convocantes. Fue una prueba innegable de que, aunque se había tardado, por fin, la sociedad civil está empezando a dar señales de que quiere despertar, para defenderse de la andanada de ataques que arteramente con alevosía y ventaja, así como con muchas, pero muchas mentiras, y a traición le lanzan desde Palacio Nacional.

Esto, a los viejos, de alguna forma, nos recuerda la Marcha del Silencio en la que, en el 68, los estudiantes, se atrevieron a manifestar abiertamente, su repudio al autoritarismo. El problema fue que, días después se la cobraron con sangre, ya que, en la manifestación del 2 de octubre, sin que les importara que había niños, Díaz Ordaz y Echeverría, con toda alevosía y ventaja, cobardemente, con su ejército bien pertrechado, ordenaron la masacre de unos muchachos desarmados, reunidos pacíficamente. Claro que pusieron como escusa que había intervención extranjera, cosa que es verdad, entre otros estaba infiltrado el imperialismo marxista. Pero estaban desarmados. Luego encarcelaron a los líderes estudiantiles sobrevivientes y tan tan. Todo quedó ahí. Y para variar no pasó nada.

En otros países, estos hechos son motivo de renuncia, pero aquí, no pasa nada . Los políticos hacen sus marranadas y si no es el jefe quien les pide su renuncia, no hay problema. Como la sociedad no importa, siguen como si nada con su “hueso”. Y en el 68, al menos, no alcanzó a percibirse que el gobierno corrigiera algo. Y aunque Díaz Ordaz declaró que él asumía la responsabilidad de los hechos, fue solo de lengua, nunca asumió nada. Bueno, al menos en este mundo. Es más, h presidente al verdugo de gobernación y los ciudadanos no se quedaron igual. Así, qué al parecer, como bien seguido nos sucede; todo cambió para mantenerse igual. Y, hasta la fecha, solo permanece la mancha y el mal sabor de boca del 68.

En aquel año por solo un hecho de prepotencia gubernamental, rematado con cerrazón al diálogo, los muchachos reaccionaron y salieron a las calles a protestar. Claro que, en el subconsciente colectivo, también se encontraba clavada, de alguna forma, la inconformidad popular con la dictadura priista, la cual puso su aportación.

Si en aquella ocasión, un acto autoritario del presidente prendió la rebeldía juvenil. Es lógico suponer que, si las agresiones y daños que la ciudadanía ha padecido hoy en este nefasto sexenio, (las cuales, casi todas, son mucho más graves y dolorosas que las que los hizo brincar), hubieran sido realizadas en aquel tiempo, no solo hubiera habido un movimiento del 68, sino varios. Uno para arrancarle al gobierno las medicinas para los niños y mujeres con cáncer. Otro para obligarlo a que concluyera el aeropuerto. Otro para que restaurara el Seguro Popular. Otro para que devolviera los recursos de los fideicomisos que se “autoaportó” en “cash”. Otro para impedir que desmantelara a la CNDH. Otro para pedir la renuncia de los responsables de las muertes del Metro. Y la lista podría seguir por un buen rato.

Efectivamente lo que, este sucesor y heredero de Díaz Ordaz y Echeverría, ha realizado en contra de sus conciudadanos, supera sobradamente, aquello que hizo estallar aquel movimiento estudiantil. Y, hasta antes del 13, se veía, con espanto, que la sociedad se mantenía apática y callada, respingaba muy poco. Y, para empeorar el panorama, con unos partidos de oposición de chisguete. Uno por la vulnerabilidad de la cola de su dirigente, (por eso a Moreno, le salió lo moreno), otros por su poca penetración social, (debido a que el huésped VIP de Palacio Nacional los desvalijó), otros por su camaleonismo, (tantito de un lado, tantito del otro, pero sospechosamente cargaditos con el presidente), otros por su falta de sensibilidad, visión política o “d’stos”. Y, sobre todo los dos más fuertes, comandados por cabecillas para llorar, bien sea por ineptos, insensibles, coludos o traicioneros, pero eso sí, bien aferrados al puesto.

En una sociedad relativamente sana, los partidos políticos surgen para hacer realidad las aspiraciones de un sector representativo de la sociedad y en el caso de que esa sociedad enfrente a un peligroso enemigo, como hoy nos sucede, son ellos quienes deberían encabezar la lucha contra el adversario. Y aquí, pareciera que, más bien son un pesado lastre, al que hay que jalar para que hagan algo, sino es que hasta se han convertido en otro obstáculo por sortear. No cabe duda de que están desperdiciando la magnífica y única oportunidad que les brindó la historia de enfrentar, quizá al enemigo más peligroso que México ha tenido en toda su historia. Un enemigo que, no es externo, sino uno que tenemos adentro. Pero ellos, andan en otro “canal” de gansadas.

Para colmo, con una sociedad civil, que más que dormida, parecía drogada, pero por fortuna parece que, finalmente, quiere reaccionar. Y que, a pesar, de que el jefe máximo de la 4T y algunos de sus corifeos, trataron de minimizar las marchas, fueron un golpe muy fuerte para ellos. La sociedad, sobre todo la odiada clase media, que es el motor principal de casi todos los países del mundo, habló y si se pone en movimiento, será muy difícil que la paren. Por eso están “tamañitos”. Pero hay que tener mucho cuidado, ya que cuando una bestia se ve acorralada es más peligrosa.

Si nos ponemos a buscar a los promotores de este esperanzador evento, en primerísimo lugar, encontraremos al causante de los males de este sexenio y agresor del INE. Hecho qué, por cierto, es lo único que se le puede reconocer como benéfico de este sufrido y eterno mandato. Logró hacer, lo que el PRI no logró en 80 años, que la sociedad se apreste para la defensa, contral el desgobierno. Fuera de eso solo desastres, desgracias, imposiciones, violaciones, burlas y desde luego mentiras. No vale la pena entrar en detalles, porque esto salta a la vista.

¡Cuidado! Aunque, esto, fue un espectacular triunfo y una noticia maravillosa. Por fin, “gracias a Dios”, la sociedad ya está logrando entender, que si no actúa, la 4T se la lleva a su rancho. Ahora tenemos que estar bien conscientes de que apenas se logró encender el motor social, por lo que constatamos que, ¡si hay motor! Pero ya encendido hay que ponerlo a transitar por una ruta llena de trampas puestas, por un enemigo muy poderoso, que dispondrá a su antojo del “cash” de las arcas públicas (solo del “cash”, para no dejar huellas incriminatorias), por lo que es indispensable y muy urgente, que con patriotismo, prudencia, astucia y enjundia, la sociedad se ocupe responsablemente de lo que hay que hacer, para librarnos del mal, iniciar la reconstrucción, para erigir la patria ansiada.

Esa movilización le pegó tan fuerte que, por su ardida reacción, mostró que necesitó kilos de Vitacilina. Para colmo de sus males, con su característica soberbia, irracionalidad, necedad y “porrismo”, estúpidamente, determinó organizar una “contramarcha”, encabezada por él, en la que, en su delirios de grandeza, sueña demostrarnos que él, es más fuerte que nosotros y para darle una alimentadita a su ego aboyado. Por eso la llaman El desfile de la vanidad. Y por vez primera en la historia de México, y posiblemente del mundo, un Presidente marchará abiertamente, (veremos hasta le permiten sus males), en contra de la ciudadanía de su propio país, lo que en cristiano, es una franca declaración de guerra. No cabe duda de que en verdad: “No semos iguales” a los del régimen anterior y ni a los del futuro próximo, ni lejano. ¡Qué cosas veredes Sancho!

Efectivamente, con su “contramarcha”, que los mexicanos le vamos a financiar, va a servir para comparar musculaturas. La suya y la nuestra. Nada más que la musculatura social está limpia y libre de anabólicos, mientras que la suya, es más anabólicos, que músculo. Ya que esta manifestación social, a diferencia de la mayoría de manifestaciones, que son en contra de algo o de alguien, está fue en defensa de una institución, que, aunque tiene fallas por corregir, es razonablemente confiable y, sobre todo, indispensable, para la incipiente democracia mexicana. Como a la sociedad le costó demasiado arrancársela al PRI, es algo que sagrado, que no se puede dejar perder solo porque un individuo quiera destruirla de una pincelada, para que a como de lugar construya una dictadura personal.

La musculatura social se conforma por individuos libres, conscientes, que aman a su patria y la libertad, por conservadores que quieren conservar a su patria libre, encaminada al progreso y la justicia social. (Desde luego todo dentro de las limitaciones humanas). Para poder entregársela con la cara en alto a sus descendientes.

Mientras que la musculatura presidencial, además de que también estará integrada por “aspiracionistas”, burgueses, capitalistas, cavernarios, clasistas, confesionales, conservadores, corruptos, derechistas, fifís, hipócritas, ladinos, malolientes, obscurantistas, rateros, reaccionarios, retrogradas, pero que conforman las serviles huestes de su 4T; ya como miembros de su “gabinitito” de floreros; del grupo de sus Corcholatas; de militares beneficiados con los múltiples negocitos entregados al ejército a cambio de su fidelidad y la pérdida de su dignidad; de su rebaño de serviles y obedientes “levantadedos aprueba comas” del Congreso; del cuerpo de Magistrados traidores, vendidos o coludos que lo protegen; del grupo de gobernadores que “aspiracionan” alguna embajada; directores de alguna institución democrática o defensora de los derechos humanos que, contraviniendo su fin, la han puesto a sus pies; posiblemente algún personaje del narco; así como algunos otros sujetos corruptos y de ralea semejante que necesitan que el jefe los vea sirviéndole con lealtad a ciegas.

Obviamente, reforzadas con una infantería conformada por miles y miles de acarreados de zonas aledañas, traídos a la buena o a la mala, que desconociendo a que vienen a contramarchar, lo hacen maiceados u obligados, ante la amenaza de ser despojados de su trabajo, su pensión de adulto mayor u otro apoyo o por alguna forma de extorsión.

Procesión, cuyos gastos de los cientos o miles de unidades de transporte acarreador, del costo de tortas y dádivas para acarreados, del “moche” para los organizadores, así como los gastos promocionales y publicitarios, los de antes y los de después, más toda erogación que se realice, como es clásico de la 4T, se tomarán del erario federal. El cual no tiene para medicamentos, pero si para financiar estos grotescos espectáculos.

No estaría mal que se interrogara a los acarreados para ver si saben a qué los llevaron y digan si fueron amenazados o que embajada les ofrecieron. Se prevé que, al concluir la procesión, apoyados en sus “Otros Datos”, van anunciar, con bombo y platillos un rotundo éxito, en el que “millones” de gentes manifestaron su apoyo y fidelidad hasta la ignominia, así como agradecer los desastrosos logros presidenciales.

Desgraciadamente esta es una prueba irrebatible de que, a partir del 2018 en México, hay una dolorosa y peligrosa división. Hay dos bandos enemigos. Bueno, uno dedicado a atacar al otro, comandado por un presidente que pretende implantar su destructiva 4T, apoyado por unos lacayos que, por interés u otro motivo, traicionando a la patria, le entregaron su lealtad y están para obedecer lo que él ordene. Por empresarios que están haciendo multimillonarios negocios con él. Y por una masa de individuos que, por su ignorancia o intestinos, lo apoyan porque esperan alguna dádiva o equivocadamente creen todas sus mentiras y que el programa que les brinda algún apoyo financiero, es por su “generosidad”. Una muchedumbre que ocasionalmente, la usa como carne de cañón o para diferentes movimientos. Y por una multitud de apáticos e indiferentes que, con su pasividad lo favorecen.

Del otro, están los que trabajan, que buscan el progreso familiar, “aspiracionistas” que “aspiracionan” una patria segura, progresista, que brinde oportunidades, “reales” de bienestar, de conservadores que quieren conservar sus valores y cultura tradicionales y patriotas que aman a su país.

Él, desde antes de tomar posesión, inicio las hostilidades al anunciar la cancelación del aeropuerto. Luego a lo largo de estos 4 años, se ha dedicado con febril entusiasmo a causar daños y hacer barrabasadas y la sociedad, tontamente, aguantó todo, callada. Pero como reaccionaria, ya reaccionó. Y ahora con esta “contramarcha” ya nos declaró abiertamente la guerra, que venía haciéndonos sin declaración. No queda duda, ahora, la moneda está en el aire. O triunfa él e implanta su dictadura y la prolonga hasta el 2036 con su hijo favorito. O triunfa México y se encamina a la grandeza. Gana la perversidad o el bien. Pero la sociedad, con nuestro peso, tenemos la palabra, pero no la que sale de la lengua, sino la de la acción.

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