En seguida de que los griegos empezaran a elegir gobernantes por medio del voto, de la mano apareció el fraude electoral. México siguió el ejemplo. En el siglo XIX, en cuanto se adoptó el voto, apareció el dolo. Por eso, Porfirio Díaz acuñó el actual lema de “Sufragio efectivo, no reelección” contra Benito Juárez. Y en el siguiente siglo el PRI, lo institucionalizó. Y gracias al fraude, combinado con la apatía, indiferencia y lo agachón de un sector social importante, salvo algunas excepciones, como los traicionados cristeros, los estudiantes en el 68 y algunos otros contados casos, tuvimos PRI hasta hartarnos.
Este se burló a sus anchas del electorado. Pero, en 1938 apareció un partido con principios cimentados en el ser humano; integrado, mayormente, por hombres íntegros, valientes y patriotas, que se le plantó enfrente. Por años, se burló de ellos a carcajadas. Pero, no se rindieron y paulatinamente, con el apoyo de ciudadanos conscientes y amantes de su patria, fueron ganando terreno. Lógicamente, el poder en forma tan absoluta, desembocó en una dictadura, que, aunque otorgó algunas concesiones y construyó un país en el que había ciertas posibilidades de progreso personales, sus abusos, injusticias y triquiñuelas electorales fueron hartando a la población.
El PRI podía burlarse de los votantes, ya que era quien fijaba las normas, convocaba, manejaba las boletas, realizaba las elecciones, contaba los votos y declaraba al vencedor. Esto, a todas luces son dados cargados. Por lo que, tras largos años de lucha; el PAN, la sociedad y algunos otros partidos, consiguieron un gran triunfo al arrancarle un organismo electoral, más o menos, independiente. Incluso, el hoy presidente, como candidato exigía esa autonomía y neutralidad. Como “cambió de opinión”, ahora lo considera demasiado caro y tendencioso, por lo que está haciendo “tenebra” para regresar a lo que antes combatía apasionadamente.
Como las trampas electorales que utilizaban eran bastante variadas, para neutralizarlas lo más posible, se tuvieron que implementar mecanismos sofisticados y esto cuesta. Pero por más caro que pueda resultar, es muchísimo más barato que permitir elecciones fraudulentas. A pesar que tiene fallas, ya que no es fácil sacudirse de la noche a la mañana, vicios de décadas. Sin embargo, ya con el INE las elecciones eran, más o menos, aceptables. El cambio fue tan notable, que se convirtió en un modelo mundial a imitar. Por eso venían del extranjero, para ver cómo funcionaba para copiarlo. Al menos en México, los sufragios totalmente limpios no existen, ni garantizan nada. El caso más ilustrativo es el del 2018, en el que con engaños de campaña subió al poder un presidente que, en contra de lo que prometió está destruyendo al país, sin nada bueno a cambio.
Suele suceder, que las dictaduras entren por la vía democrática y ya una vez dentro desmantelen la democracia, porque obstaculiza su proyecto tiránico. Y aunque no tengan el peso suficiente para modificar la Constitución, no paran de atacarla para debilitarla. Y hoy, una vez más, se han activado, no los focos rojos, sino, unos potentes reflectores de rojo intenso, anunciando que viene otro furibundo ataque del “aspiracionista” a dictador en contra del INE. Quien atendiendo a 30 millones que votaron por el cambio y a 40 millones, que con su abstencionismo votaron por lo que fuera, les está dando el “cambio” pedido. “La destrucción también es cambio”.
Envió una iniciativa a su disciplinado Congreso, según él, para que el INE “ya no estuviera en manos de la oligarquía antidemocrática, corrupta, que a través de los partidos nombra a sus consejeros y a los Magistrados. Gente sin principios, ni vocación democrática. (“Un burro orejón, hablando de orejas”). Por lo que para “rescatarlos” determina que sean electos por el pueblo.
Lo que en “cristiano” significa que les envió, a sus “legisladores” peleles, para que, con su lealtad ciega, sin cambiarle ni una coma, aprueben que sea él, y solo él, quien elija, mediante una pantomima de elección abierta, a consejeros del INE y Magistrados del Tribunal Electoral. Para que así no sea la “fea” oligarquía conservadora y corrupta, sino la monarquía dictatorial y corruptora, la única electora.
Para un proyecto dictatorial, la realización de elecciones imparciales, es un serio obstáculo. Por eso, emulando otra vez a Chávez, (no resultaría raro encontrarlo un día, a media calle, expropiando edificios), el presidente, intenta desprestigiarlo permanente con falsedades para desmantelarlo. Como promotor de la pobreza franciscana, redujo aviesamente su presupuesto al INE, para impedirle que realice su función y poder acusarlo de ineficiente y demás.
Por lo pronto, con la iniciativa, se intenta desviarlo del propósito de su institución: ser un árbitro electoral razonablemente confiable, logrando que los Consejeros y Magistrados se elijan por voto popular. Así los aspirantes para sus campañas requerirían, una cantidad millonaria superior a los ingresos totales que obtuvieran durante su ejercicio. Esto se prestaría a muchas situaciones turbias, como: sobres amarillos y otras truculencias. Además, resultarían tan caras, que encarecerían notablemente al ya caro INE, los que tanto “incomoda” a la sesgada “austeridad” presidencial.
En otro de sus absurdos, la iniciativa pretende que sean eliminados los Consejos Estatales, para centralizar todo el trabajo en uno solo, lo que sería impráctico e ineficiente, además permitiría meter mano. Y para apretar por todos lados, también pretende tener en el TEPJF solo magistrados carnales, con lo que las elecciones quedarían cargadas por todos lados.
Obviamente que él, declara que no pretende acabar con el INE. Pero los “Estos Datos” de la realidad neoliberal, indican que no se puede confiar en un individuo, que se ha convertido en vocero de la Presidencia, está por llegar a 100,000 mentiras. Así que, si los mexicanos queremos rescatar a México, una de las misiones urgentes de ahora, es impedir que el INE, sea un INE “carnal” del presidente.
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