Por desgracia parece ser que, en estos momentos de la historia, (no solo en México), la estupidez humana está abusando y algo tenemos que hacer, para cuando menos disminuirla tantito.
A partir de la supuesta “Independencia” empezaron nuestros problemas. Dejó destrucción y un bien orquestado caos político, que ocasionó la pérdida de más de medio territorio y buena parte del floreciente progreso alcanzado en ese entonces.
Porfirio Díaz metió orden y logró grandes avances, algunos de los cuales todavía disfrutamos. (Aunque permanecieron algunas injusticias y surgieron nuevas). Comenzó el Tren Transístmico, pero como competiría con el Canal de Panamá, que con truculencias manejaban los gringos, esto y otras situaciones molestaron tanto al gobierno masónico estadounidense, que nos organizaron la Revolución “Mexicana”. (México puso el “ring” y los muertos).
La Revolución duró, hasta que Álvaro Obregón traidoramente aceptó “todas” las exigencias yankis. Luego, por sugerencia del “hermano” Morrow, su embajador, crearon lo que hoy es el PRI, (y también el PRD y MORENA), con lo que establecieron una dictadura que, salvo dos sexenios, nos domina hasta la fecha. Pero hoy sacó bien las garras y quiere darnos la puntilla, implantándonos una dictadura “marxistoide”.
Desde que el “Camarada Presidente”, fue declarado electo, inició la guerra, parando la construcción de un aeropuerto de primer mundo. Con lo que, además de tirar una fortuna a la basura, dio un fuerte golpe al progreso. Luego, ha ido confirmando que nunca ha tenido la menor intención de buscar nuestro bien. Hasta hoy, no ha realizado una sola obra digna de mención. Los presidentes “neoliberales”, por más ineptos que fueran, dejaban siquiera una obra valiosa. Pero, hoy abundan los perjuicios, crueldades y aberraciones graves de toda naturaleza.
Despiadadamente quitó sus medicinas a niños y mujeres con cáncer. Cada año reduce criminalmente recursos a la salud. Pero se va comparar su avión. Atemoriza inversionistas y crece el desempleo. En el Poder Legislativo tiene una mayoría relativa de lacayos, que le aprueban lo que se le ocurre. Ha destruido o neutralizado instituciones, que frenan los abusos, transparentan los gastos gubernamentales o defienden a los ciudadanos de los gobernantes. Se burla de la Constitución. Miente con un cinismo y frialdad espantosas. (Garantizó que no derribaría un solo árbol con su Tren Maya, pero el ejército maiceado está cometiendo, quizá, el ecocidio más grande en México). Males y solo males.
Para no seguir con esta lista maligna, bien podemos abreviar diciendo que estamos enfrentando una “obradorización” total. En dónde lo más abominable, es que ahora trata de aniquilar, desde su infancia, a los mexicanos, mediante una mamarrachada de libros de texto, que los harán ignorantes, adoctrinados y envilecidos, con lo que, no solo, aniquilará el futuro de los niños, sino de la patria entera. Lo que manifiesta claramente la vileza del “Politiquero Mayor” y su “valemadrismo” por el dolor del prójimo y del bien nacional.
Y lo más aterrador de todo, no es que realice estas atrocidades, sino que, a pesar de su malignidad, solamente reaccione una parte de la sociedad, pues sería de esperarse que una maldad de esta magnitud provocara, de inmediato, una reacción masiva. En México soportamos maldades, que en otros países ocasionarían la renuncia o hasta el encarcelamiento de uno o varios funcionarios. Aquí no pasa nada, aunque haya víctimas mortales. ¡Así “semos” de agachones!
Ahora se viene la campaña electoral en la que se sabrá, si somos capaces de salvarnos de la dictadura “castrochavista” o no. Básicamente hay dos bloques activos; uno destructor y otro conservador. En el destructor, abundan los totalmente cerrados a escuchar razones, adoptan ciegamente las mentiras y calumnias de “Pinochín”. Algunos, lo defienden, mediante la ofensa, (a veces soez), y la agresión. Otros, lo apoyan creyendo, equivocadamente, que las dádivas recibidas son por su “bondad”. Tiene adeptos por ignorancia, lo cual le es muy conveniente. Bien dijo en una mañanera, “los ignorantes y los pobres, nos, (léase: me), son fieles”. Inexplicablemente, tiene creyentes con doctorados en economía. No le faltan seguidores nada más porque si. Algunos, como ciertos empresarios, lo siguen por cobardía o ambición. Y desde luego, seguidores que tienen o buscan algún hueso y otras sinrazones más.
Unos son tontos útiles y otros vendepatrias. Como aquella traidora diputada morenista, que, en una entrevista, declaró que, si implantaba su dictadura, con la lana que le habían pagado por aprobarle lo que fuera, huiría al extranjero.
No faltan quienes, aunque están inconformes con este siniestro gobierno, su posición es endeble y fácilmente se desaniman o cambian, con las falsedades que llueven contra Xóchitl o por simpladas sin importancia, ni sustento. Se tragan que Xóchitl fue puesta por “YSQ”. Que es trotskista. Que es mal hablada, que viste como indígena, que plagio su tesis y otras barbaridades semejantes.
En realidad, junto con Maquio, no solo es la candidata más limpia de la historia, sino la que parece que, verdaderamente buscará el bien para todos y soluciones a los problemas más apremiantes. Nunca se había visto esta actitud humana, por lo que se puede esperar que de llegar, sería la mejor presidente de la historia.
Pero suponiendo que, efectivamente, tuviera muchísimos defectos y limitaciones, lo razonable sería que los comparemos con los de la corcholata destapada por el supuesto “democrático” Dedo Supremo. Para empezar, intenta ser una calca de su amo, hasta aprendió “tabasqueño”. Es corresponsable del mal funcionamiento del METRO y sus muertitos, con los cuales demostró que tiene la misma insensibilidad de su titiritero. Como Jefa de la CDMX, obtuvo resultados pobres. Carece de ideas propias. Trabajó para Rockefeller, uno de los principales interesados en la Agenda 2030. Sería un pelele que continuaría con la ruina del país. Si este fuera el caso, deberíamos optar el mal menor. Por lo que, a ojos cerrados habría que votar por Xóchitl.
Aunque ya hay un bando patriota, que está empezando a reaccionar enérgicamente, todavía le falta fuerza. Pues el enemigo, además de que ilegalmente ha concentrado demasiado poder, tiene lacayos infiltrados en el INE, cuenta con el sector corrupto del ejército y la violencia del narco. Este en las elecciones del 2021 ya obtuvo triunfos, secuestrando y amenazando candidatos opositores, tomando casillas e intimidando a electores. Es lógico esperar que, por la trascendencia de la próxima elección, maximice su participación violenta. Además, se pitorrea de la moral y los sufrimientos del prójimo. Es una lucha muy desigual.
Afortunadamente, aún, con su incipiente músculo, la sociedad ya ha obtenido triunfos importantes. Ha parado la aprobación de algunas “obradorizaciones” malévolas. Y todo indica que, sobreponiéndose a los partidos, será el pueblo quien, por primera vez, seleccione a su candidata. Y, por si fuera poco, todo indica que adoptó a alguien, sin cola que le pisen, capaz y que no ambiciona el poder, sino el bien de los mexicanos. Lo que es muy notable y esperanzador.
Realmente, no hemos sabido aquilatar en su grandeza lo logrado en un país donde la ciudadanía contaba poco. Nada más que, falta lo más importante: derrotar el 2024 a la siniestra tiranía. Para lo cual tendremos que igualar las desigualdades, con una participación masiva. Lo que no será nada fácil.
Es indispensable una mayor reacción social. Hay que analizar a fondo el panorama y las mañas del enemigo, para diseñar las estrategias necesarias. Hay que concientizar masivamente al electorado, en la trascendencia de estas elecciones, las cuales, probablemente, serán las más decisivas de nuestra historia, pues solo tenemos dos alternativas: la tiranía o la libertad. Los creyentes además de nuestra participación física, para derrotar lo obscuro, bien podemos recurrir al auxilio del Cielo. Es demasiado lo que se juega.