No es por intrigar pero Silvia Pinal ha marcado con su partida física el final de una época y el inicio de una leyenda eterna.

Su legado es tan grande como lo fue su talento en los escenarios hispanoamericanos: teatro, televisión, cine, política, liderazgo sindical, producción... pero, sobre todo, un ser humano singular.

Fue una excelente anfitriona: se desvivía en sonrisas y ofrecía lo que sabía que sus invitados disfrutarían. Gozaba de un tequilita (o dos), siempre impecable con sus alhajas.

Doña Silvia platicaba sabroso, era imposible no prestarle atención. En 1999, don Rafael Herrerías (íntimo amigo de la señora Pinal) era administrador de la Plaza de Toros México. En la temporada de otoño, toreó Eulalio López El Zotoluco. La diva, acompañada de Mónica Marván, ocupaba la primera fila en la barrera de sombra. Al entrar a la plaza, el público la aplaudía con gritos de: “¡Guapa! ¡Bella! ¡Hermosa!”. Ella saludaba sonriente, enfundada en pantalón y chamarra de piel negros.

Antes de comenzar el quinto toro, la lluvia suspendió la corrida y salieron corriendo al famoso restaurante El Taquito, en la calle Holbein. Pronto las mesas estaban llenas: Patricia Navidad en una, Mijares y Emmanuel en otras. Todos empapados pero disfrutando a un trío que cantaba boleros clásicos. Silvia llegó con el peinado destruido y mojada y a los 20 minutos salió del baño como si salida del salón de belleza. Impactados, le preguntaron: “¿Cómo hizo como si no hubiera llovido?”

“Con el secador de manos, un peine de crepé y un labial rojo. Aquí no pasó nada... ¡que siga la fiesta!”, respondió entre carcajadas.

En una comida por el Día de las Madres, en la casa de Xochimilco, que por muchos años habitó Alejandra Guzmán, hubo varios descubrimientos para los selectos invitados: Sylvia Pasquel se reveló como experta repostera, llevando suculentos manjares para endulzar la hora del café tras un delicioso asado argentino, cortesía de Ale.

Primero, llegó un trío que puso al descubierto la preferencia de la matriarca Pinal por “El andariego”, de Álvaro Carrillo, después un mariachi, que animó la tarde hasta el anochecer. La jornada incluyó divertidas clases de danzón y chachachá impartidas por doña Silvia, quien dio cátedra de resistencia festiva. Ya en la madrugada, cerró la fiesta poniendo a todos a bailar “El mariachi loco”.

La gran Pinal intercedía por sus amigos en problemas, les conseguía trabajo, les firmaba como aval en compras inmobiliarias y ayudaba en secreto a niños desamparados. Disfrutaba de los churros de una tradicional panadería mexicana, el pozole del mercado de Coyoacán y los tacos al pastor.

El mejor de sus consejos: “Ahorra y luego invierte en ladrillos y tierras; esos siempre te sacan de cualquier apuro”. Se despojaban de las lentejuelas los domingos, cuando recibía a sus hijas y nietos en casa, llamaba a sus amigos sólo para saludarlos y nunca perdonaba la comida mensual con Tina Galindo (QEPD), Norma Lazareno, Luz María Aguilar y Jacqueline Andere, su póker de reinas. Sus carcajadas y alegría iluminaban cualquier tarde sombría. Se le recordará como la estrella y como la espectacular, cariñosa y festiva. QEPD.

Pregunta de la semana pasada: ¿Influencer que, después de quedar evidenciada por su lamentable inglés en una “entrevista” con Katy Perry, decidió no volver a hablar ese idioma en tv?

Respuesta: Karla Díaz.

Pregunta de la semana: ¿Cantante a quien se rumora que desinvitaron de la grabación de “Las mañanitas” a la Virgen de Guadalupe?

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