El pasado 17 de abril el presidente de México llamó a su homónimo Donald Trump para pedirle apoyo con ocho mil ventiladores para enfrentar la crisis del coronavirus. Días después publicó en su Twitter que estaba considerando ir a Estados Unidos en junio o julio para agradecer el apoyo a su amigo Trump y testificar el arranque del T-MEC (julio 1).

A partir del axioma “la mejor política exterior es una buena política interna” - que es tanto como decir que la mejor manera de interactuar con el prójimo es la meditación -, a 17 meses de gobierno el primer mandatario no ha puesto un pie en el extranjero.

Tres semanas después de la llamada, llegaron a Toluca 211 ventiladores que, en decir de la presidencia, son de la mejor calidad y comprados al mejor precio. El propio Marcelo Ebrard fue a recibir los dispositivos, como si se tratara de un dignatario extranjero.

En la memoria de mis contemporáneos diplomáticos ningún presidente de EUA ha tratado a México y a los mexicanos con el desprecio que lo ha hecho Donald Trump. A pesar de ello, el presidente de México y su canciller no vacilan en rendirle pleitesía, en el tiempo y forma que lo decide el presidente de EUA. La actual política migratoria de México es la mejor prueba.

Programar un viaje a EUA para agradecer a Trump sus buenos gestos hacia México– que sólo el presidente y su canciller conocen - en plena campaña presidencial en ese país, pondría al gobierno de México en un vergonzoso lugar.

Pero esa no es la peor parte de la historia. No obstante ser EUA el país líder en contagios y muertes por COVID 19, su presidente ha decidido que es momento de reabrir la economía. Uno de los sectores más afectados ha sido el automotriz, cuyos suministros viene en gran proporción de México, pues a pesar de todas sus presiones y chantajes (nacionalismo económico), Trump nunca logró que sus armadoras regresaran a EUA, de manera que aún dependen en forma muy importante de las cadenas productivas en México.

Ni tardo ni perezoso el presidente de México anunció que la actividad automotriz en México y de aquellas industrias que generan suministros para la industria armamentista de EUA, eran esenciales, pues somos aliados. Y que a partir del 17 de mayo entrarán en funcionamiento.

Anuncio tan sorprendente como inexplicable, si consideramos que las autoridades mexicanas de salud nos han dicho en todos los tonos que mediados de mayo será el pico más alto de la pandemia y que no debemos salir de casa. Sin embargo, las mismas autoridades de salud han anunciado que se reanudarán actividades en mil municipios. ¿Por qué mil, cuáles son y con qué criterios se seleccionaron? Otro de los tantos misterios del actual gobierno. Lo que si sabemos es que los municipios en los que se encuentran las maquiladoras y las armadoras que le interesan a EUA están entre los de más alto riesgo por el número de contagios y muertes como son Tijuana, Juárez o Guadalajara.

Intentar entender la racionalidad de las decisiones del actual gobierno federal es como transitar por arenas movedizas sin esperanza de tocar tierra firme. A la fecha nadie conoce a ciencia cierta la lógica y evolución del bicho del COVID 19.

Para el presidente de México sólo parece haber un tema en política exterior: el acuerdo comercial (T-MEC) con EUA. Resulta paradójico que no obstante ser un acuerdo en la mejor lógica de la globalización económica en el que los empresarios juegan el papel central, el presidente esté dispuesto a entregar las llaves de la casa para no ponerlo en riesgo. Es cierto, no hay política exterior, ni objetivos ni estrategias. Todo deviene de una visión básica y elemental del exterior y del potencial y posibilidades de México frente a estos escenarios. Es lo que hay.

lherrera@coppan.com

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