El año 2025 promete (de nuevo) ser un año complicado. Las tendencias predominantes en el orden mundial no resultan halagüeñas: recrudecimiento de conflictos frente a bajos niveles de cooperación. A nivel nacional tampoco se contempla un panorama muy promisorio: no se vislumbran soluciones claras frente a los enormes retos que enfrenta el país, en el interior y frente al exterior.
Para todos aquellos que hemos creído en la democracia como la mejor forma de gobierno, entendida esta como la genuina división de poderes; la transparencia y la rendición de cuentas, el respeto de los derechos humanos y las garantías individuales, los vientos no son favorables.
Para quienes creemos en la necesidad de construir un país con fortaleza económica, igualdad de oportunidad y competitividad internacional, nos encontramos con gobiernos ideologizados, sin recursos, con debilidad en las instituciones del Estado, con un legislativo alineado el ejecutivo y con un sistema de administración de justicia cada día mas precario.
Nos encontramos con gobiernos que han buscado limpiar al país de la corrupción y, sin embargo, la han convertido más en la regla que en la excepción; con políticas y programas precarios para fomentar la igualdad y reducir la pobreza; con sistemas de seguridad militarizados y con una penetración del crimen organizado sin precedente en todos los rubros de la vida nacional. Con poca o nula actividad en el quehacer internacional, incluso con nuestros países vecinos.
El panorama es desalentador y, sin embargo, la mayor parte de nosotros estaremos presentes para cuando termine 2025. La gran pregunta ¿cómo transitamos por este camino sin dejar de ser lo que somos y queremos ser?
Un primer consejo es no engancharnos con lo que no funciona, con lo que nos provoca frustración y desaliento. Esto nos consume nuestra energía positiva sin dejarnos nada a cambio. Es tiempo de concentrarnos en lo que sabemos hacer, que nos produce satisfacción y que contribuye a las causas en las que creemos.
Rodearnos e interactuar con la gente que apreciamos y respetamos es también una buena práctica para alimentar el espíritu y generar nuevas ideas. Los ratos con la familia y los amigos pueden ser también muy gratificantes y de gran ayuda para ganar energía, siempre y cuando logremos administrarlo y dosificarlo.
El ejercicio es una excelente práctica en tiempos de turbulencias. Además de mantenernos sanos nos brinda un excelente espacio de reflexión, nos ayuda a la introspección y a la análisis. Algunos entretenimientos como el buen cine, la literatura y la música, también ayudan a relajar el espíritu.
No es fácil transitar por un sociedad polarizada pero es lo que nos toca. Mas difícil aun cuando quienes tienen el poder político comparten valores que nos resultan distantes y, a la larga, de poco beneficio para nuestro país.
Para quienes tiene la paciencia de leer, el gusto por la reflexión y, sobre todo, para quienes son proclives a la acción, mis mejores deseos para que esta vacaciones les sirve para recargar baterías y recibí el año por iniciar con la mejor actitud.