El canciller Marcelo Ebrard fue ayer a Washington a rendir cuentas sobre la tarea asignada. El reconocimiento no fue menor. Presentó una reducción de más del 60 % de los flujos centroamericanos a Estados Unidos gracias a las acciones del gobierno de México, que el presidente Trump, que lo recibió en persona, elevó al 90%. A cambio Ebrard regresó a México con un compromiso para congelar el contrabando de armas a México. Un día después, la suprema Corte de los EUA En paralelo, autorizó la propuesta de Trump de sólo otorgar asilo a aquellos que lo hubiesen solicitado a países por los que hubiesen transitado para llegar a EUA, lo que convertiría a México, de facto, en tercer país. El presidente López Obrador agradeció a Trump su disposición al diálogo. Qué situación más extraña.

El día anterior a la visita de Ebrard, en un tono imperativo, Mark Morgan, Director Interino de US Customs and Border Protection (CBP), hizo una declaración en la que reconoce el esfuerzo, pero exige que México haga aún más, que no baje el ritmo y que mantenga en su misión a los 25 mil elementos (sic) de la Guardia Nacional adscritos para detener a los migrantes. El vicepresidente Mike Pence, con menor prepotencia, se expresó en el mismo sentido.

Esta historia refleja la decisión de México a convertirse en el muro de contención de la migración hacia EUA y de apoyar al presidente Trump en su siguiente reelección. Ahora Trump puede presumir haber detenido los flujos migratorios sin muro, sin invertir un centavo y dejando todo el trabajo sucio a México. Y nadie se lo podrá negar. ¿Y México qué obtiene a cambio?

Mike Morgan se refirió también a las obligaciones de México para sostener y ampliar el protocolo de protección al migrante. Esto es, le corresponde a México brindar asilo, techo, sustento y empleo, al menos temporal, a los migrantes que pasen y permanezcan en su territorio mientras pacientemente esperan que en EUA, algún día, le den respuesta a su solicitud de asilo, posibilidad a la que cada día le suman mayores restricciones.

Difícil saber realmente a qué están jugando Ebrard y López Obrador. A la Comisión Mexicana para Refugiados (COMAR) le asignaron para 2020 un presupuesto de 27 millones de pesos, siete millones más que en 2018. Si su personal y recursos eran ya insuficientes, ahora parecería un mal chiste pretender que con esos recursos podrán atender los compromisos de sus jefes frente a las exigencias de EUA.

Sin embargo, Ebrard regresa triunfante con un compromiso para congelar el contrabando de armas a México. Por décadas han intentado en EUA restringir la venta de armas y su liberal trasiego a México. Nadie lo ha logrado, ni siquiera los presidentes demócratas de ese país que lo han intentado. La National Rifles Association (NRA), una de las organizaciones más poderosas de EUA, de corte ultraconservador, lo ha impedido. Los estadounidenses creen en las armas y en su legítimo derecho a poseerlas y usarlas, dentro y fuera de EUA. Sin restricciones para la compra y exportación de armas ligeras, controlar el contrabando es una quimera. Y ellos los saben. Se comprometen a algo que saben que no van a cumplir. Y seguramente Ebrard también lo sabe. Entonces ¿A qué estamos jugando? ¿Esto también forma parte de la agenda de la 4T y del cambio de regimen?

Septiembre 13, 2019
lherrera@coppan.com

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