El capitán del barco (léase AMLO) ha llevado a la embarcación México a una zona de niebla en la que es difícil otear el horizonte y adivinar el rumbo final de la nave. Su plan de navegación adolecía de muchos defectos de origen debido a los errores en los mapas que consultó, la deficiencia de sus instrumentos técnicos y la ineptitud de sus oficiales. Un mal mayor en su recorrido ha sido su incapacidad para reconocer las turbulencias y para escuchar a los vigías y, por ende, para hacer los ajustes necesarios y corregir el rumbo. Su mando autoritario ha llevado la nave a una densa zona de niebla, de la que ni él ni sus oficiales saben cómo salir.
Los pasajeros y la tripulación están inquietos. Unos molestos, otros frustrados y todos expectantes respecto del cómo y cuándo saldrá la nave de la zona de niebla. A casi de tres años de navegación las promesas del capitán de una nueva ruta (4T) no se han cumplido. El número de pobres se incrementó de 2018 a 2020 en 9.6 millones (CONEVAL) y se espera que esta cifra llegue a 16 millones en 2021. El gobierno para los pobres no funcionó.
En el periodo una pandemia azotó a todos los mares. La falta de pericia y previsión en la forma de enfrentarla tuvo consecuencias mayores. La calidad de vida de pasajeros y tripulantes sigue a la baja y no ven para cuando la situación podría cambiar. Las condiciones de seguridad dentro de la nave, que ya eran graves cuando inició este trayecto, en lugar de mejorar han empeorado. El interés de pasajeros y tripulantes de otras naves por unirse al destino del barco México, otrora un atractivo destino, ha disminuido significativamente. Las comunicaciones y la cooperación del barco México con otras embarcaciones son irrelevantes.
El ánimo al interior del barco no anda bien. Cada día resulta más claro que el capitán no habrá de corregir el rumbo y que las habilidades e instrumentos de sus oficiales son demasiado pobres para enfrentar la situación. Sin embargo, aunque existe zozobra, no se percibe mayor temor a encallar. Esto parece obedecer más a las dimensiones y trayectoria histórica del barco que en el pasado ha debido ya enfrentar otras zonas de niebla, que a la expectativa de que las cosas mejoren con el actual capitán.
Cuando ruta y capitán no funcionan, surgen entonces dos preguntas ¿quién debe ocupar el timón? y ¿cuál debe ser la ruta para salir de la zona de niebla y arribar a horizontes más promisorios? Hace tiempo que se ha convertido en tradición en este barco la modalidad de elegir al capitán entre pasajeros y tripulantes.
Por supuesto que el actual capitán buscará por todos los medios influir en la selección de su sucesor, pero al final debe respetar la regla. Esta tradición obliga a una empresa mayor para convencer a la mayoría sobre quién tiene el perfil adecuado para tomar el timón y sacar a la nave de la zona de niebla. También es tradición que al capitán lo elijan sólo para seis años. Al actual le quedan tres años, ni un día más.
Pero en paralelo a la selección de un nuevo capitán, es necesario, quizás más que nunca, trabajar en el rediseño de la ruta de navegación. Para un barco de estas dimensiones esto es también una empresa mayor. La buena noticia radica en que, aunque el actual capitán los ignore, existe entre pasajeros y tripulantes un respetable número de mexicanos con experiencia y conocimientos sobre técnicas, riegos y formas efectivas de navegación. La selección y promoción del perfil del nuevo capitán debe entonces ir acompañada de este rediseño de la ruta de navegación.
En el siglo XXI, paradójicamente, los dos capitanes que han llegado al mando con mayor índice de popularidad lo han hecho con un mediocre plan de navegación. En los dos casos la realidad ha mostrado la pobreza de su esquema. El actual capitán tiene un defecto adicional: su visión concentradora y autoritaria del poder y de culpar siempre a otros cuando las cosas le salen mal.
Esto último es un factor importante para considerar en el proceso de selección del nuevo capitán y en la revisión de la ruta de navegación: en esta embarcación el autoritarismo y la concentración del poder no son bien vistos; peor aún, no dan resultados.
Si salimos hoy a cubierta lo que verán nuestros ojos no resulta alentador. La buena noticia, parafraseando, es que no hay niebla que dure cien años ni embarcación que la resista. La mala, que para salir de ahí hay que trabajar: imaginar el nuevo rumbo y hacer todo lo necesario para transitar por una nueva ruta de navegación.
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