La olimpiada constituye el magno evento deportivo de la comunidad internacional. Para los competidores, el mayor reto de su carrera deportiva; para los espectadores, el mayor espectáculo internacional inventado hasta ahora. Ningún otro evento internacional - salvo las guerras- atrae a un mayor número de participantes y espectadores de todo el planeta.

¿Quién organiza la olimpiada? Organizar una olimpiada es un esfuerzo titánico no gubernamental. El responsable es el Comité Olímpico Interaccional (COI) en coordinación con el comité del país sede y con 205 comités nacionales.  Para esta olimpiada debieron preparar las condiciones para 329 competencias en 32 ramas deportivas. Esto significa contar con instalaciones adecuadas, infraestructura, jueces, seguridad, comidas, telecomunicaciones, vestidores y sanitarios, así como todo lo necesario para recibir al público presencial, en todos los casos multitudinario. No menos complicado resulta comunicarse y entenderse con más de 10,500 atletas, de 206 distintas nacionalidades con lenguas y culturas de todo el mundo.

¿Cuánto cuesta y quién financia la olimpiada? Además de la extraordinaria capacidad de organización y coordinación, alguien lo tiene que financiar. El costo de la olimpiada actual ascendió a 8,200 millones de dólares. Sin embargo, más del 80% de estos recursos provienen del sector privado, principalmente de las grandes empresas transnacionales. Esto significa que es posible organizar eventos internacionales de tal magnitud sin inversión pública y sin costo fiscal para los países participantes, salvo la preparación y el envío de sus atletas. Por si esto fuera poco, se estima que la actual olimpiada generó 150 mil empleos temporales.

Así las cosas, la olimpiada refleja la capacidad de la sociedad internacional para organizar eventos de extraordinaria complejidad, abiertos a todas las naciones, de claro interés mundial, sin efectos fiscales negativos y con enormes efectos positivos para los atletas y para muchos millones de espectadores.

¿Quién gana en las olimpiadas? Quienes más ganan en las olimpiada son los atletas y con ellos sus entrenadores. Su ganancia no es monetaria; es el reconocimiento a su excelencia deportiva, en la mayor parte de los casos resultado de muchos años de preparación y esfuerzo. La mayor parte de los atletas no sacan medalla, pero regresan a casa contentos, enriquecidos con la experiencia de haber participado en al máximo certamen deportivo internacional. Esto no es poca cosa. Y ganamos también quienes gustamos de los deportes y que, gracias a la tecnología disponible, podemos disfrutar la olimpiada en cualquier parte del mundo.

La olimpiada no es un evento político. Como en otros eventos deportivos, los nacionales desbordan emoción cuando sus atletas obtienen una medalla, la sienten como propia. Sin embargo, el reconocimiento y la presea van al atleta, no al gobierno, ni siquiera a su comité olímpico. Para muchos gobiernos es importante que sus atletas pongan en alto el nombre de su país y para ello dedican cuantiosos recursos a instalaciones, entrenadores y becas para el deporte, lo que se suma a la cultura del deporte existente en cada país.  Pero no es una práctica generalizada. En el llamado tercer mundo, la mayor parte de los deportistas deben sortear enormes obstáculos para llegar a una olimpiada.

El Comite Olímpico Internacional no es una entidad política pero tiene sus propias políticas. El deporte busca enaltecer la vida sana, la convivencia pacífica y el respeto por el otro. La violación flagrante de estos principios por parte de países participantes ha generado medidas de exclusión como fue la no inclusión de Rusia y Bielorrusia en estos juegos olímpicos. Sin embargo, se abrió la posibilidad a sus atletas de participar en pruebas individuales como deportistas neutrales y muchos aceptaron. Como parte de su política de inclusión, en esta Olimpiada se exentó a siete deportistas palestinos de algunos requisitos a efecto de facilitar su participación.

Pero quizás la parte más interesante de la olimpiada es la que tiene que ver con la trayectoria, expectativas, logros y emociones de cada uno de los deportistas. Se podría decir, casi sin excepción, que todos son ejemplo de habilidades desarrolladas, disciplina personal y la madurez emocional necesaria para enfrentarse a los mejores atletas del mundo.  Es por ello por lo que los grandes deportistas se ganan el respeto y la admiración de las mayorías y son ejemplo a seguir.

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