La relación entre México y Estados Unidos pasa por un momento bizarro, producto de las posiciones y contradicciones de sus líderes, quienes incurren en constantes torpezas y contradicciones. Ambos presidentes son nacionalistas, tercos y obstinados. En lo que más se parecen es que no ven más allá de su agenda política personal. La relación entre los dos países debe ajustarse a su agenda política personal. El resto es irrelevante.

En México, de lunes a viernes, se lleva a cabo la puesta en escena de la obra La Mañanera - que recuerda el famoso monólogo el diario de un loco, representado por Carlos Ancira - obra en la que AMLO sale a pregonar que la economía va muy bien, la estrategia de seguridad funciona, la cuarta transformación es un éxito y los conservadores están en sus últimos estertores. La obra es bastante mala: monótona, aburrida y repetitiva. La realidad lo contradice a cada minuto. La tragedia: se trata del presidente de México.

En EUA el presidente Trump, acusado con justicia de misógino, racista, tramposo y marrullero, se ha dedicado a insultar, maltratar y utilizar a México, con la anuencia del gobierno de México, del actual y del anterior. Pero ha hecho otras cosas peores, que ahora le pasan la factura. Su guerra comercial con China y el resto del mundo tiene a EUA al borde de la recesión económica. Su juego sucio en política, vía Ucrania, lo tiene en el umbral del juicio político. Su único objetivo: la reelección. Si la votación hubiera sido en el juego de béisbol al que asistió recientemente, hubiera sido pérdida total.

La sangrienta matanza de mujeres y niños en Sonora ha puesto en evidencia la frontera del absurdo. Para el gobierno de México son choques entre fuerzas del crimen organizado, brillante conclusión en un país en donde dichas fuerzas acaparan la atención y los hechos de sangre, ahora más que nunca. Pero ya descubrieron que los casquillos fueron fabricados en EUA. Que gran hallazgo. ¿Quién lo hizo y porqué lo hizo? No tienen la menor idea. El responsable nacional de seguridad pública, oriundo del pueblo donde fue la matanza, no dice esta boca es mía. Pero para reiterar la disfuncionalidad, el canciller Ebrard va al lugar de los hechos: las víctimas tenían doble nacionalidad, ahora corresponde a Relaciones Exteriores involucrarse en la investigación criminal.

La doble nacionalidad de las víctimas detona otros hechos. En EUA se prenden las alarmas: el gobierno de México es incapaz de controlar su territorio y proteger a mexicanos y extranjeros. Ahora le toca a EUA intervenir. Los medios estadounidenses reproducen este sentir y hacen arengas por la intervención: The Wall Street Journal, The Federalist and Justice Watch, entre otros, demandan una acción decidida de su gobierno. Trump se alista para actuar. Sólo espera

la solicitud del “gran presidente de México”. AMLO le da el pésame, por la parte que le toca y le dice que no, muchas gracias, a su ofrecimiento. Que somos un país soberano. Trump reflexiona y comparte: “después de todo mi idea del muro no es una mala idea”. La frontera del absurdo.

Los hechos inesperados de alto impacto, como lo sucedido en Sonora, suelen convertirse en crisis, si no son bien manejados. Sin embargo, para estos dos mandatarios la peor situación se puede aminorar y neutralizar con un buen mensaje que llegue adecuadamente a sus seguidores y mantenga su nivel de popularidad. AMLO en su Mañanera y Trump, vía Twitter. La realidad y sus consecuencias son irrelevantes para ellos.

La masacre de la familia Le Baron pasará como uno de los hechos más violentos, lamentables y vergonzosos de la historia de nuestro país. Puso en evidencia la ausencia de seguridad, la ausencia de gobierno y el absurdo de la relación bilateral. Vaya nuestro más sentido pésame a las víctimas y sus familiares, cuya tragedia nos ubica en el lado más oscuro de nuestra realidad.



Noviembre 8, 2019
lherrera@coppan.com

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