Están por cumplirse cuatro años del gobierno de la 4T y el panorama no es nada halagüeño. Por supuesto hay distintas visiones y versiones. Para Morena, su líder y seguidores, la 4T es lo mejor que le pudo haber sucedido al país. Sin embargo, para quienes no simpatizan, que suman también millones, la 4T es lo peor que le pudo pasar a México. La existencia de distintas visiones no es de preocupar, si no fuera porque ahora las diferencias son contrapuestas y extremas.

A menos de dos años de la renovación de los poderes federales, no existe otro tema en la agenda política nacional que la elección presidencial del 2024. Para Morena el objetivo es mantenerse en el poder; para la oposición, sacarlos del poder. El problema, y primer gran reto para remontar la cuesta, para unos y otros, será gobernar en una sociedad, que como nunca, está dividida. Incluso si Morena logra mantener el poder, para quien gobierne el escenario será muy distinto al que existía cuando llegaron en 2018. Ni las condiciones ni el liderazgo serán similares.

La segunda gran cuesta por remontar será el distanciamiento de Morena de las formas de generar crecimiento y desarrollo económico y social, muy distantes de los modelos probados históricamente y acordes con el siglo XXI. A pesar de las graves consecuencias de la pandemia, seguir otras directrices ha permitido a otros países mantener el rumbo y enfrentar las crisis, internas y externas, de mejor manera que lo ha hecho México. Hoy en día México ha perdido infinidad de oportunidades por la manera de interactuar con la comunidad internacional. Ni participa ni se beneficia de la rápida evolución y cambios en el orden internacional. Remontar esta segunda cuesta tampoco será sencillo.

Una de las razones que explica esta situación es la actual debilidad de las instituciones del Estado. El actual gobierno ha dado giros institucionales drásticos en la mayor parte de las responsabilidades del gobierno: seguridad pública, economía, salud, educación, cultura y programas sociales. Esto ha llevado al desmantelamiento de instituciones públicas que llevó décadas construir que, si bien eran perfectibles, representaban una base mucho mas sólida para un buen gobierno. Más allá de las nuevas orientaciones, la mayor parte de las instituciones del gobierno se caracterizan hoy por su ineficiencia, incompetencia e ineptitud de quienes las manejan. Remontar esta tercera cuesta será un reto espectacular.

No menos delicado es el tema del equilibrio de poderes, si lo que pretendemos es que México se mantenga como una democracia. La cooptación del poder legislativo y los conflictos permanentes del poder ejecutivo con el poder judicial han hecho un daño enorme a nuestra democracia. A esto deben añadirse los constantes embates del poder ejecutivo en contra de la autonomía de la autoridad electoral y de los órganos encargados de la transparencia. Este es un quinto frente en donde habrá que remontar la cuesta, si la idea es mantener el orden democrático que decidieron los mexicanos desde la Constitución de 1857.

Hasta el siglo XVIII el poder político y el poder militar fueron uno y el mismo. A partir de la Revolución Francesa inició un proceso de separación de funciones que hoy en día constituye la base de las democracias más sólidas, en las que el quehacer de los militares se acota a las funciones de defensa nacional y están siempre subordinados a las autoridades civiles. Los países del continente en los que actualmente se han desdibujado estas fronteras, - que afortunadamente se cuentan con los dedos de una mano-, son los que presentan los peores resultados de materia de crecimiento y desarrollo económico y social, respeto a los derechos humanos y promoción de la democracia. El gobierno de la 4T ha detonado un peligroso proceso asignando a las instituciones castrenses funciones, responsabilidades y recursos, que desdibujan seriamente esta frontera. Poner orden en este tema será otra de las cuestas monumentales, la sexta, que habrá que enfrentar el próximo gobierno.

Finalmente, es evidente que los países que han llegado al siglo XXI con mayores niveles de calidad de vida tiene dos características en común: robustas organizaciones de la sociedad civil que trabaja en armonía con los gobiernos y contribuyen sustancialmente a la participación y bienestar ciudadanos - no solo a través de consultas populares o en las urnas - y cuantiosos recursos en la investigación científica y tecnológica. El gobierno de la 4T ha sido consistente en debilitar a ambos sectores, con funestas consecuencias para el país.

Si bien el listado no pretende ser exhaustivo, es claro que cualquiera que pretenda gobernar este país, a partir del 2024, tendrá que tomar decisiones sobre cómo y hasta donde remontar estas cuestas. El futuro de México dependerá en buena medida de estas decisiones.

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lherrera@coppan.com
 

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