"Cuando el hombre quiso hacer del Estado un paraíso, lo convirtió en un infierno"

Hölderlin

Tarea para sociólogos y antropólogos será descifrar la gran paradoja del caso de un gobernante que después de seis años en el poder sale con un índice de popularidad del 70% y una reprobación de su gobierno del 70%. Esta paradoja es aún más difícil de explicar si consideramos que durante la gestión de López Obrador solamente ha existido una figura política y una voz en el gobierno. Que las mayorías aprueben al líder, pero reprueben su gobierno, no es muy común.

La desaprobación se explica con relativa facilidad si consideramos los resultados de su gestión. Incluso a partir de las cifras oficiales, los servicios básicos que debe prestar el Estado como salud, educación, seguridad o vivienda, han sufrido un deterioro respecto de donde se encontraban en 2018. Adicionalmente, existen en México varios millones más de pobres, la mayor parte de los empleos son precarios y la expectativa de vida se ha reducido.

Explicar su popularidad resulta más complicado. Un primer factor para ayudarnos en esta tarea es hablar de un gobierno con un líder carismático que dice lo que la gente parece querer escuchar y lo hace en forma reiterada, todas las mañanas. La figura central es el presidente. El gobierno se centra en su persona. Todos en su gobierno son mera comparsa. El presidente ha dedicado la mayor parte de su energía a mantener su popularidad, no a gobernar.

El segundo factor es la creación de una realidad paralela. La mayor parte de sus planteamientos y promesas aluden a un realidad idílica, inexistente, pero muy apetecible al electorado. El arte del engaño radica precisamente en mantener como eje del discurso esa realidad idílica como si fuera realmente el mundo en el que vivimos: “México es un país más seguro”; “la economía está mejor que nunca”; “el sistema educativo ha dado un brinco cualitativo” y “el presidente de México aparece en las encuestas como uno de los lideres más populares del mundo”

Todas estas afirmaciones aplican solamente a la realidad paralela en torno a la cual se construyó el proyecto de Lopez Obrador. Para que ello fluyera era necesario acallar al resto de los actores y voces que conforman el Estado y la sociedad mexicana. Desde el primer día de su gobierno el presidente se concentró en deslegitimar y descalificar a la oposición en el Congreso, al poder Judicial y a los órganos autónomos del Estado. Mismo ha sido el caso con los medios de comunicación y con la sociedad civil organizada a las que ha buscado someter y subyugar. Cualquier instancia que cuestione o limite las decisiones del jefe del ejecutivo federal, es considerado enemigo del Estado y tratado como tal.

Un tercer factor que ayuda a explicar esta situación es lo que politólogos e historiadores, al estudiar el fenómeno de los regímenes dictatoriales, han denominado la figura del padre protector que guía, orienta e igual castiga, en los tiempos de confusión. ¿Qué le ven los mexicanos a López Obrador? me preguntaba un amigo extranjero; me atrevo a aventurar que la respuesta tiene que ver con este factor.

Interesante reconocer como la realidad paralela ha trascendido fronteras. Los únicos regímenes con los que López Obrador ha tenido gestos de solidaridad son los conectados con realidades idílicas (socialistas) que en el siglo XIX probaron no ser opción, pero que persisten como ideologías del poder en países como Rusia, Cuba, Venezuela o Nicaragua, todos ellos alejados de la democracia y cercanos a López Obrador. Las relaciones con el resto del mundo, incluyendo Estados Unidos son, por decir lo menos, inocuas.

¿Qué se requiere para preservar un régimen basado en el arte del engaño? A partir del primero de octubre gobernará México una mujer que llega a la presidencia por su cercanía y lealtad con López Obrador, constructor y dueño de la maquinaria electoral de Morena. La primera mujer en la presidencia deberá enfrenta un país dividido, en precaria situación económica y social, con una complicada agenda internacional, sin andamiaje institucional para enfrentar la agenda interna y externa y sin la popularidad política de su mentor.

Alumna distinguida en aquello de vivir y pregonar una realidad paralela; muy desarrollada en el arte del engaño y con carácter y ambición para ocupar el cargo. ¿Será eso suficiente? ¿Reanudará el dos de octubre las mañaneras hasta que se agote el modelito? ¿Vivirá encerrada en la realidad paralela, creación de su padre político? ¿Qué papel jugará López Obrador durante su gobierno? Preguntas complejas cuyas respuestas serán decisivas para el futuro político de México.

lherrera@coppan.com

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