En el juego de la política y la economía mundiales suelen ser las grande potencias del momento quienes tienen mayor influencia en su diseño y operación. Sin embargo, también es frecuente encontrar potencias medias que dado su interés y articulada participación, logran influir de manera importante en estos procesos.
En 1944, después de la segunda conflagración mundial, 20 países decidieron la creación de un banco internacional para apoyar la reconstrucción de los países afectados. Sin ser una potencia económica, el representante de México, el secretario de Hacienda Eduardo Suarez, logró convencer a Maynard Keynes, líder del proceso, de que se añadiera el fomento al desarrollo como propósito de este banco para beneficiar también a países que no habían sufrido directamente los estragos de la guerra. Finalmente la propuesta fue aceptada y el surgió el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, a partir de la propuesta mexicana.
En otro contexto, también multilateral, sin ser México una potencia militar, el embajador mexicano Alfonso Gracia Robles presidió durante varios años el Comité de Desarme de las Naciones Unidas, lo que no deja de sorprender si consideramos que México nunca ha formado parte del Club nuclear, estos es, del grupo de países con armas nucleares. Esto le valió al embajador Garcia Robles el premio nobel de la paz y puso en alto el nombre de México.
En los años sesenta, en plena guerra Fría, en México se diseñó y se presentó una propuesta para la desnuclearización de América Latina, lo que significó la renuncia al desarrollo, posesión y uso de armas nucleares en la región La propuesta encontró muy buena acogida tanto entre los destinatarios de la comunidad latinoamericana como entre la potencias nucleares, cuyo compromiso estriba en respetar la decisión de los latinoamericanos de mantener la región libre de armas nucleares. El tratado de Tlatelolco de 1968 sigue vigente y abrió la puerta para que África siguiera el mismo camino.
Estos ejemplos son clara muestra de que la influencia en el orden mundial no corresponde en exclusiva a las superpotencias y que, sobre todo las potencias medias, están en capacidad de influir en los principales derroteros del orden mundial. Sin embargo, esto no se da en automático. La pertenencia a los organismo internacionales, globales o regionales, es requisito para entrar a la juego, pero no es suficiente para ser un jugador activo.
Al menos tres componentes adicionales son necesarios para ser parte del juego. Primero, presentar o secundar una propuesta que resulte pertinente. Esto significa que la propuesta debe responder a una problemática de interés general lo que de entrada implica un conocimiento profundo del tema y del organismo en cuestión.
La segunda, que un suficiente número de actores perciban de la misma manera el carácter del problema y, sobre todo, la pertinencia de la solución. Esta es una de las partes más complicadas pues implica buscar, conversar y persuadir a cada uno de los participantes de la bondad de la propuesta y de la pertinencia de la solución. En esta parte del proceso suele tener mucho peso el
prestigio del país y no menos importante, de sus operadores. En estos procesos la búsqueda de convergencias debe dejar de lado los elementos de polarización.
El tercer componente radica en la viabilidad de la instrumentación de la propuesta en cuestión. ¿es operable? ¿es financiable? ¿se puede instrumentar con relativa facilidad? y un largo etcétera. Sin este componente, a pesar de la simpatía que pueda despertar la propuesta, lo más probable es que no avance.
La presencia de la presidenta Sheinbaum en el G-20 y la propuesta presentada distan de reunir los condiciones arriba mencionadas. Cuando los representantes llegan a hablar de su país y no de los temas que los convocan, serán escuchados como cortesía, pero no más que eso. La ausencia de reacciones de los otros participantes y de notas de prensa a las intervenciones y propuestas de los jefes de Estado son un buen termómetro.
Como potencia media México tiene el peso, la experiencia y los cuadros para participar en el juego de las ligas mayores, su historia en el multilateralismo mundial así lo demuestra. Pero el pase no es automático. Para lograrlo es necesario invertir el tiempo y el esfuerzo necesario para cumplir con las condiciones arriba descritas. El futuro de México bien vale este esfuerzo.