Luis Herrera Lasso M.

La 4T y la trivialización de la política

08/07/2022 |02:28
Redacción El Universal
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En el primer acto dos sacerdotes jesuitas son asesinados en Chihuahua, lo que provoca una fuerte reacción de la iglesia, tanto en México como en el Vaticano. En el segundo acto, el presidente de México descalifica por neoliberales a los sacerdotes que piden se haga justicia y se modifique la inoperante estrategia de seguridad de la actual administración. En el tercer acto, el mismo presidente, en tono menos agresivo, pregunta a los prelados de la iglesia si lo que esperan es que ponga al país en pie de guerra.

De esta breve y trágica obra podemos desprender varios hechos. El primero, que la impunidad en México ha llegado a tal punto que los criminales asesinan y se llevan los cuerpos de ministros del culto, sin temor alguno de Dios y ni de los hombres. Segundo, que, si por cualquier motivo alguien cuestiona las decisiones u omisiones del presidente, pasa en automático a la categoría de neoliberal, lo que a los ojos del presidente lo descalifica y le quita toda autoridad moral para cuestionarlo a él o a su gobierno. Tercero, todo parece indicar que, para el actual presidente, la obligación de proveer seguridad pública es incompatible con sus principios.

La mayor parte de las alocuciones presidenciales frente a cualquiera que cuestiones sus decisiones son irreflexivas, irrespetuosas y triviales. No conoce la libertada de disentir -más allá de la suya – y para él la especie humana se divide en incondicionales y enemigos. Por supuesto que los prelados de la iglesia tienen todo el derecho, como cualquier mexicano, de exigirle resultados al gobierno. El presidente, como jefe de Estado, tiene la obligación de proteger a todos. Más allá de lo desagradable que resulta tener que tratar con personas que no escuchan, cuando quien así actúa es un jefe de Estado, el daño que puede hacer a un país es inconmensurable.

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El presidente argumenta que no le pueden pedir ir a la guerra en contra del crimen organizado, pero nada les impidió a él y a su canciller mandar al ejército a perseguir a los migrantes. Claro, a diferencia del crimen organizado, lo migrantes tienen la enorme ventaja de que son totalmente indefensos y no pone en riesgo la integridad física de los militares.

Para desgracia de este país el actual presidente ha mostrado, una y otra vez, no tener la más mínima capacidad para escuchar y corregir; no está en sus planes ni en su personalidad. Somos muchos los mexicanos que durante varias décadas trabajamos, desde los sectores sector público y privado, para construir un mejor país, con instituciones democráticas robustas y mejores condiciones de vida para todos los mexicanos. Ahora vemos con enorme tristeza como hemos pasado del avance al retroceso, prácticamente en todos los rubros de la agenda nacional: crecimiento, educación, salud, seguridad, investigación, desarrollo tecnológico, etc.

Para el actual presidente de México esto no es tema. El único tema es mantener y fortalecer su poder político. Esto nos deja en una situación inédita como país pues significa que el retroceso no ha terminado y que mientras López Obrador y sus seguidores se mantengan en el poder, el único rumbo posible es hacia atrás. Ya pueden decir misa los prelados de la iglesia, juntos o separados, que el presidente no cambiará ni el país mejorará, ni en la seguridad ni en ningún otro rubro.

Ahora quienes lo acompañan - siguiendo su escuela -, no tienen otro tema ni ocupación que la sucesión presidencial. La única pregunta que importa es ¿quién es el bueno y como se acomodan para estar cerca de él o de ella? Ninguno de ellos tendrá la fortuna de encontrar un país que se oponga a todo lo hecho por el gobierno anterior, como la ha hecho el actual presidente. Tampoco estarán en posibilidad de inventar una 5T. Lo que si no cabe duda es que deberán enfrentar todos los problemas acumulados y el enorme retroceso en todas las áreas en el que habrá dejado al país el actual presidente, los que colaboraron con él y los que creyeron en él.

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza. Sin duda esta es una perspectiva válida para quienes tienen una vida por delante. Para quienes nos tocó hacer nuestra vida entre el siglo XX y el siglo XXI, la trivialización de la política mexicana, en todas su aristas, tendrá serias y duraderas consecuencias para el país.

lherrera@coppan.com