El 2022 quedó marcado por los asesinatos de nuestros hermanos Javier y Joaquín en Cerocahui, Urique, Chihuahua. Pese a esta tragedia y el miedo que prevalece, los jesuitas no nos detuvimos y hemos reforzado nuestra presencia en la Sierra Tarahumara para continuar el acompañamiento e inculturación con las comunidades rarámuris, para así acuñar la fuerza de la dignidad a través de sus tradiciones: danza (matachín), lengua, vestimenta, comida y bebidas ancestrales (tesgüino).
El legado de nuestros mártires nos enseña la ruta para seguir rechazando la exacerbada violencia y así poder avanzar hacia la paz y la justicia tan anheladas. Deseamos que su sangre derramada sea fermento que nos impulse en la construcción del Reino de Dios en La Tierra.
Este inicio del 2023 vislumbramos bríos de esperanza para seguir caminando con y por los grupos más vulnerables y desfavorecidos de nuestro país. Lo vivido en los últimos meses nos confirma que debemos estar, como Compañía de Jesús, en las fronteras y periferias, que debemos ir a donde otros no van.
Los retos que enfrentaremos este año son mayúsculos y requieren de todos nuestros esfuerzos y de nuestras entrañas para ser referentes de esperanza y reconciliación cristiana para este México fragmentado y adolorido.
La grave crisis que padecemos por la violencia, los miles de desaparecidos, los feminicidios, las comunidades con profundas carencias, nos impulsa, como jesuitas, a seguir trabajando desde las obras educativas, sociales y pastorales, por las personas que más lo necesitan: indígenas, jóvenes, mujeres, migrantes y refugiados, atendiéndoles según las invitaciones de las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús.
Nuestras universidades jesuitas y colegios tienen mucho que aportar a las juventudes, a la investigación y a la incidencia política. Las obras sociales a la reflexión y actuación en temas de derechos humanos, justicia y paz. Y desde lo pastoral contribuiremos en la profundización de una relación más viva con la persona de Jesús, quién da horizonte, sentido y esperanza. Las misiones indígenas en Arena y Bachajón, Chiapas, en la Sierra Tarahumara, en Huayacocotla y Tatahuicapan, Veracruz, nos darán el impulso para seguir construyendo desde la cosmovisión de los pueblos y comunidades.
Recordar, que nuestras obras sociales, como el Centro Prodh marcará rumbo para enfrentar los retos en derechos humanos, la creciente militarización como estrategia de seguridad pública y el camino a seguir para lograr la justicia para las víctimas que han padecido arbitrariedades y que han enfrentado con admirable resiliencia y dignidad. Por su parte, el CIAS por la Paz seguirá interviniendo en las comunidades que sufren profunda violencia y marginación para la reconstrucción del tejido social. En las fronteras, el Servicio Jesuita a Refugiados atenderá el gran desafío sobre grave crisis en cuestión de migración y refugio, dicho reto lamentablemente no cesará y debemos estar a la altura de las necesidades.
Estos desafíos y las emergencias que se presenten no las podemos enfrentar a solas, sabemos que el Señor nos ayuda y que requerimos de los corazones y la inteligencia conjunta, con alianzas que se tejen hacia los mismos objetivos, para en todo amar y servir este 2023.
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@Jesuitas_Mexico