El problema más urgente que tiene hoy el país es la gran falta de fuentes de trabajo. La necesidad de empleo era alarmante desde antes de la propagación del Covid-19 y la pandemia sólo hizo más evidente esta necesidad. Hay una variedad de políticas que podrían aliviar esta situación y dar a las familias mexicanas una vida digna y estable.

Se requiere una estrategia inmediata, es inaplazable, era inaplazable, y no existe una política de creación de empleo.

Recordemos, las cifras del IMSS arrojan una pérdida de más de 647 mil 700 afiliaciones para 2020. Las cifras del seguro social frecuentemente referidas como empleo sólo indican afiliación y no precisamente empleo, algunos de los antes afiliados sí mantuvieron su empleo, pero con turnos menores, fueron desafiliados y siguieron empleados. Esta cifra es casi irrelevante para efectos del entendimiento del empleo . Ni siquiera es el empleo formal, hay otras instituciones que tienen afiliados a trabajadores y hay muchos profesionales que tampoco están en ese instituto. Sólo es una referencia a la afiliación al instituto, eso es todo.

La formalidad debería ser medida como el pago de impuestos por los ingresos del trabajo, y esa cifra sí la tiene la Secretaría de Hacienda. La afiliación al IMSS ni es empleo ni es el empleo formal ni es el único empleo formal.

El indicador real de la necesidad de empleo está en la ENOE que realiza el Inegi: el número de personas que buscan empleo —llamado desempleo—, la situación de subempleo y, la parte más grave, el número de personas que dejaron de buscar empleo porque no encontraron o las condiciones eran muy malas.

El número de mexicanos con necesidad de un empleo y de un trabajo de tiempo completo al cuarto trimestre de 2020 fue de 19.5 millones de personas, que representaban 30.09% de la fuerza laboral potencial, le llamamos potencial porque incluye a los que dejan de buscar empleo, luego se animan y buscan, pero otros, que buscaban se desaniman y dejan de hacerlo. En mayo pasado, la cifra rebasó los 34 millones de personas, que representaban casi 53% de la fuerza laboral potencial. El IMSS para efectos de empleo es irrelevante.

A esto hay que agregar otro indicador, más dramático, la pobreza laboral. El número de hogares cuyo ingreso laboral es insuficiente para alimentar a sus miembros. Las personas de estos hogares, que sí tienen un empleo, no están en las cifras que mencionamos del Inegi y, sin embargo, su ingreso no les alcanza para cubrir el costo de sus alimentos, menos transporte, techo, vestido, educación y mucho menos para diversión o cualquier otra actividad. El porcentaje de la población en esta situación aumentó al pasar de 38.5% en el tercer trimestre de 2019 a 44.5% en el tercer trimestre de 2020.

CIFRAS DURAS

¿Qué hacer? ¿Quién debe resolverlo? Nueve de cada 10 empleos los crea directamente el sector privado, y el gobierno sólo uno, que también es prácticamente creado por el sector privado a través de sus impuestos que financian el gasto gubernamental.

Sólo hay una manera de crear puestos, talento y capacidades y mejorar remuneraciones: inversión.

No existe otra opción. El gobierno podría tener una política para resolverlo y requiere al sector privado.

Al ver las cifras de inversión se entiende la crisis de empleo.

La tasa de crecimiento de la inversión total se viene reduciendo desde hace varios años, cayendo como proporción del PIB y agudizándose durante 2020. A septiembre representó sólo 17.1% del PIB frente a la proporción histórica de alrededor de 22%. La inversión privada como proporción del PIB a septiembre de 2020 sólo fue 14.6%, cuando en años anteriores alcanzó hasta 19%. La inversión pública, sobre todo, de cerca de 6% en 2008 a septiembre de 2020 sólo representó 2.5% del PIB.

El principal determinante del empleo es el determinante de la inversión: certeza en las reglas de juego, respeto a los contratos, la certeza jurídica necesaria y financiamiento. Un plan conjunto con el sector privado.

Twitter: @foncerrada

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