El presidente Andrés Manuel López Obrador recibió a su amigo economista iconoclasta, el doctor Raúl Actón, en el Patio Central de Palacio Nacional.
-Qué bueno verte querido Raúl, ya sin cubrebocas, de manera presencial y, sobre todo, para no hablar de la elección de este domingo; llevo meses en ello. Una gran oportunidad de hablar de otros temas y escuchar una voz distinta.
-Aunque no siempre coincidente, Presidente. Un placer tener con usted una conversación peripatética en este hermoso Patio.
-No Actón, sólo me interesa que me des tu perspectiva económica y del efecto que podrá tener la elección en su comportamiento.
-Muy poco, me temo. Más bien, el punto será la reacción del jefe del Ejecutivo y la política económica que se lleve en los próximos meses. Como usted sabe, desde el punto de vista económico, por el largo periodo de gestación de las inversiones, el sexenio se acerca a su fin en términos de la contribución positiva que se pueda hacer, pero no así desde el daño, ese riesgo, como descubrieron varios de sus antecesores, existe hasta el último día.
-De acuerdo, por eso mi forma de ver las cosas ha sido terminar los proyectos en los que estoy y no distraerme ni con la pandemia, por eso vamos bien y tendremos una fuerte recuperación económica, duélale a quien le duela.
-Creo que la clave reside en el nivel de ambición: la abrumadora mayoría de los inversionistas piensa, con no pocos elementos para asegurarlo, que habrá rebote, pero no crecimiento. Presidente, la fortuna está de su lado, pero sin las condiciones necesarias para no sólo detener el deterioro, sino asegurar que el rebote se utilice para tomar vuelo y lograr un crecimiento importante en 2023 y 2024.
-¿Qué suerte?
-Considere lo siguiente: de aquí al 22 de marzo en que se verifique el referendo sobre revocación de mandato, se harán públicos el crecimiento del segundo trimestre (extraordinario por la base), del tercer trimestre (muy fuerte por el fin del confinamiento, y suponiendo que sirve la vacuna) y del cuarto trimestre (fuerte también); condiciones inmejorables aun si el resultado del 6 de junio no le es favorable. Además, hay tres fuerzas estructurales para una mayor expansión: una, la fortaleza de Estados Unidos con fuertes incrementos en la inversión privada. Cuando se invierte al norte de la frontera, se hace también en el sur por el nivel de integración e interdependencia. Dos, el ánimo de diversificar la exposición al riesgo chino sigue creciendo. Ya es bastante evidente en la apertura de operaciones en los estados fronterizos y en los parques industriales más competitivos. Este proceso va a seguir y se va a profundizar, pero se requiere de nuestro lado mejoras en logística (y seguridad en carreteras y ferrocarriles), energía competitiva, una apuesta tecnológica y estado de derecho. Tres, la economía mexicana estaba mejorando sustancialmente antes de 2018 en su transformación competitiva como muestran los datos del Censo Económico 2019; por ejemplo: el valor agregado promedio, sin considerar petróleo ni electricidad, crecía más de 6% por año. La clave es retomar ese ritmo y frenar el deterioro energético.
-Que es lo que estamos haciendo.
-No exactamente, Presidente. En energía hay que transitar de un sector ineficiente a un mercado competitivo en el que no se tenga que escoger entre las empresas del Estado y las otras, sino en que se cuente con un marco que permita el crecimiento de ambas; hay espacio y necesidad para con todas. Otro aspecto positivo es que el consumo se recupera tanto por las remesas récord como por el incremento real de la nómina total por la recuperación salarial que inició en 2015 y se ha seguido profundizando, aun a pesar de la severa pérdida de empleos por Covid-19 y la ausencia de apoyos públicos.
-Pero entonces, ¿dónde está el problema?
-En la falta de inversión privada y pública. Se tienen los niveles de inversión más bajos en muchos años y el deterioro no empezó con la pandemia, sino con la pérdida de confianza.
-Es el costo de transformar al país.
-Sí, esa visión ya me la había expresado en otras ocasiones, pero es un falso dilema: se puede transformar al país a uno con mayor inclusión, oportunidades para todos los mexicanos y mejor justicia regional en el desarrollo, sin sacrificar por ello confianza e inversión necesarias para una economía con crecimiento. Sólo se puede llegar a 2024 con finanzas públicas sanas y dinamismo económico si se sientan las bases para invertir hoy; los recursos del petróleo nunca alcanzarán. Como bien dice, económicamente el fin del sexenio y de la posibilidad de la reactivación es inminente.
Además, hay riesgos importantes.
-¿Cómo cuáles?
-Uno es el postelectoral, pero ése depende de la voluntad de acatar el veredicto ciudadano y las decisiones de las autoridades en la materia.
-¿Y el otro?
-El mayor es que inicie una inflación no transitoria. Ya ha observado un crecimiento en los precios, sobre todo de alimentos y materias primas en los últimos meses, lo que puede tener un impacto electoral, por cierto. Pues bien, estos incrementos no son exclusivos de México, se dan también en Estados Unidos. El gran debate es si son transitorios, como dice el presidente de la Reserva Federal. En la medida en que se acerque el último trimestre del año y la inflación no haya bajado, la presión para que suban tasas de interés de largo plazo y para que la Fed reconsidere el relajamiento monetario sólo crecerá. Con ello, habrá presión sobre el peso y la inflación aquí. El mecanismo de transmisión será automático. Razón de más para incrementar el atractivo a la inversión real, no golondrina, con cambios sustantivos en política económica y la forma de hacerla: en todos los centros neurálgicos de la competitividad en sectores precursores y con reguladores de primer mundo para salud, transporte, inocuidad alimentaria, competencia, telecomunicaciones, energía y otros. Implica cambios importantes sobre cómo gobernar y su equipo de trabajo.
-¿Nada más?
-Es la última llamada, Presidente. Pero aquí también corre usted con suerte. El peso se verá presionado en cuanto se recrudezcan los rumores de un posible cambio de política monetaria en Estados Unidos. La clave es aguantar el primer golpe, con finanzas públicas sanas, que usted apoya, y un Banco de México robusto, con credibilidad. Hay que tomar en cuenta que el espacio para incrementar las tasas para la Reserva Federal es limitado por dos razones: una, no hay justificación para subsidiar a los bancos comerciales, ahora bien capitalizados, con tasas de interés superiores al mercado. Dos, el costo del servicio de la deuda para el Tesoro sería monumental con los niveles de endeudamiento actuales. Traducción: si la inflación no es transitoria, durará más de lo que se piensa, ya que la Fed no tendrá posibilidades para incrementos desmedidos en la tasa. Es decir, aceptará una inflación mayor a la de las últimas décadas por un tiempo. Si, de nuestro lado, las políticas monetaria y fiscal son sólidas, saldremos bien del trance y con el peso fortalecido. Por otro lado, si llegamos a la posible reversión, aun en su versión limitada, de la política monetaria del vecino, en una posición de debilidad, el sexenio terminará sin crecimiento y con severas fluctuaciones financieras.
-¿Me estás diciendo que si hago los cambios necesarios y no me tardo, la economía mexicana podría volar como el Pegaso de la fuente en el Patio Central junto a nosotros?
-¡Más vale paso vigoroso que dure, y no trote que canse, Presidente! Cuentan que el propósito de este Pegaso no es ése, sino recordarle al presidente en turno las virtudes que permitieron a Perseo sacrificar con éxito a Medusa: el valor para intentarlo, la prudencia para no verla a los ojos y volverse de piedra y la inteligencia para usar el reflejo del escudo para lograrlo.
-Pocos las han tenido.
-Desgraciadamente, Presidente.
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