Qué bueno regresas a Palacio a platicar, querido Raúl. Necesito intercambiar ideas contigo sobre el futuro económico. Me da la impresión de que me quieren espantar con el petate del muerto, con esto de los cambios en la política monetaria de Estados Unidos; por lo que yo puedo ver, el tipo de cambio sigue fuerte y los mercados confiando en México, tanto en el ámbito financiero, como en términos de inversión extranjera directa.

El Dr. Raúl Tomás Actón no había estado en Palacio Nacional desde diciembre de 2021 y en esa ocasión las implicaciones de la política monetaria laxa de Estados Unidos hasta entonces, y las perspectivas de cambios cuando se confirmara que la inflación no era “transitoria” como había prometido Jerome Powell, presidente de la junta de gobierno de la Reserva Federal.

-Me temo, Presidente, que mi pesimismo fue acertado cuando conversamos la última vez. Siete meses después, la inflación no ha llegado a su pico y, si lo piensa usted de manera objetiva, concluiría que al nivel de 8.6% que tiene en Estados Unidos, la probabilidad de que en poco tiempo llegue a 10% es superior a la probabilidad de que baje a 4%, todavía el doble del objetivo de 2% de la Reserva Federal.

-10% sería una locura, el fin de Biden y de los Demócratas en el Congreso este noviembre. No van a dejar que eso suceda.

-El problema es que la pérdida de credibilidad de la Fed ha sido enorme y restablecerla no será fácil.

-Puede ser, pero en la medida en la que el conflicto en Ucrania y el Covid-19 en China se moderen, se eliminarán las principales fuentes de presión a los precios. Es cosa de aguantar unos meses, de no apanicarse y, sobre todo, de no echar fuego a la hoguera con gasolinazos.

-Ojalá ese fuere el caso Presidente y se lograre un aterrizaje suave, sin mayores turbulencias, sin necesidad de volver a tomar altura ya cerca de la pista y con un aeropuerto sin colas, retrasos, ni maletas perdidas. Pero la historia está en contra de Powell. Él argumenta que en el pasado la Fed ha logrado aterrizar sin sobresaltos en tres ocasiones, pero esta vez es poco probable que lo consiga. En cualquier caso, desde el punto de vista mexicano, el supuesto que usted, su secretario de Hacienda y la gobernadora del Banco de México deben hacer es que la inflación durará y será más alta de lo que prevé la Reserva Federal, y que las tasas de interés van a subir más de lo previsto.

-Pero la vez pasada me dijiste que Summers estaba equivocado y que la Fed no subiría tanto la tasa como para que la real fuere positiva.

-Exacto y creo que no erré mucho. Summers tiene el diagnóstico correcto en materia de inflación, pero sobreestima la voluntad del gobernador de la Reserva Federal de hacer lo que se requiere. A todas luces, Powell no es Volcker, sino más bien Arthur Burns (Ver de Sebastian Mallaby). No ha sido lo suficientemente ambicioso para empezar siquiera a revertir el incremento en la tasa de inflación. Pero no sólo eso, se requiere primero que el ritmo de crecimiento de los precios se modere y luego que empiece a bajar la tasa de inflación y esto sin que se infecte la formación de expectativas y se evite una corrección de precios, incluidos salarios, en una espiral ascendente. El punto es que, al tardarse en controlar la inflación, la probabilidad de mayores frenos, mayores incrementos en tasas, sube.

-Y, ¿de cuánto crees que termine siendo el incremento?

-Lo prudente es esperar entre 2022 y 2023 un aumento en la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal de 600 puntos base, en el supuesto de que la inflación empiece a amainar en el segundo semestre del año que entra, o más, si no cede.

-¡Que la boca se te haga chicharrón! Con 600 puntos base no aguantamos el espreé.

-Le da al clavo Presidente. El peso ha estado relativamente fuerte pues las monedas latinoamericanas se han visto favorecidas por el incremento en el precio de las materias primas y, sobre todo, porque, en esta ocasión, el Banco de México se adelantó al endurecimiento de la Reserva Federal y abrió el diferencial de tasas de interés a 600 puntos base.

-Si nuestros vecinos del norte se van a 6%, nosotros tendríamos que aumentar la tasa de interés a 12% para mantener el diferencial y evitar que una devaluación complique y no retroalimente el proceso inflacionario.

-Y todo esto en vísperas del destape de corcholatas.

-¿Qué hacemos?

-Piense el problema en dos frentes, Presidente. Por un lado, el costo del servicio de la deuda. Si usted mira que publicó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en abril, verá que cada cien puntos base adicionales cuestan 34 mil millones de pesos. Si buscáramos contrarrestar esto con mayor recaudación, se requeriría un Producto Interno Bruto más grande de más o menos 3.5%. Esto implicaría crecer más, lo que no se puede lograr sin mayor inversión. Por otro, la pregunta es si el diferencial de tasas debe mantenerse en ese nivel de 600 puntos base, o si debe incrementarse (aumentar más que pari passu los incrementos de la Fed) o qué condiciones se requerirían para disminuirlo.

-Definitivamente tienes querencia a tablas, siempre regresas a lo mismo. Nadie te acusaría de incongruencia. Pero a ver, detalla lo que habría que hacer.

-Presidente, usted mismo lo ha dicho en varias ocasiones: las condiciones internacionales para México son muy favorables en términos de atracción de inversión por dos razones: no hay trabajadores en Estados Unidos, lo que favorece las remesas y la creación de empleo en México y las empresas buscan ahora diversificar su exposición al riesgo chino y por lo tanto, consideran al país como destino de inversión. Esto no es teoría, está sucediendo, pero podría suceder mucho más si el ambiente fuera más propicio. Ahora bien, si la Reserva Federal mete el freno para detener la inflación, la probabilidad de una recesión aumenta de forma sensible por lo que se debe prever o menor crecimiento o incluso decrecimiento de la economía de Estados Unidos. Sólo hay un antídoto—o una vacuna en estas circunstancias—contra eso, ganar participación de mercado. Es decir, si la economía de nuestro principal socio comercial ralentiza, sólo desplazando a nuestros competidores, ganando participación de mercado, evitaremos el ralentizamiento de la nuestra.

-O sea, quieres que desplacemos a China; ¡más difícil que una perforación exitosa de Pemex!

-No lo creo, Presidente. Si apostamos a mejorar la logística y la conectividad, si logramos avanzar en el establecimiento de un mercado de energía competitivo, y garantizamos la seguridad jurídica, los resultados serían relativamente rápidos en cuanto a los flujos de inversión. Vea lo que está sucediendo en el norte y centro norte del país. A pesar de todo lo que se dice, esas regiones son altamente competitivas; lo pueden ser más aún, así como el resto de los estados.

-Pero eso implicaría una vuelta de 180 grados, que no puedo dar.

-Bueno, pero ya fue usted a Cuba, no asistió a Los Ángeles y felicitó a Petro mucho antes que a Biden. Además, lo único que tiene que hacer es cambiar una conjunción y darle una visión distinta al atractivo de México. No conciba su política energética como Pemex o privados, o CFE o inversión privada, sino Pemex y privados y CFE e inversión privada. En estas circunstancias de nubarrones, una letra puede hacer la diferencia.

-¿Y qué ganaríamos con eso?

-Mayor crecimiento y recaudación si se genera confianza para invertir (recuerde que se tienen los niveles más bajos en años), una reducción del spread si se tiene éxito de atraer flujos importantes de inversión en el sector real y, con un menor diferencial de tasas, menores presiones en las finanzas públicas y hasta la posibilidad de que el peso pudiere revaluarse, lo que permitiría un spread todavía más angosto.

-Hmmmm…

Twitter: @eledece

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