El 21 de julio pasado el Inegi publicó el Censo Económico 2019 que lleva a cabo de manera quinquenal. En él detalla la condición del universo de los establecimientos económicos del país con excepción de los exclusivamente relacionados con actividades agrícolas y los servicios públicos.
Idealmente, el Censo Económico debería realizarse durante un año de comportamiento promedio con respecto al ciclo económico para no exagerar la condición positiva o negativa de las empresas al momento del levantamiento. Sin embargo, como este ciclo no tiene un patrón uniforme, el Inegi ha optado por llevarlo a cabo cada cinco años.
El censo recién publicado refleja algunas de las debilidades de la economía mexicana que han sido identificadas por varios autores. La gran mayoría de los establecimientos (95%) son microempresas con menos de diez empleados, que cuentan con el 37% del personal, pero producen sólo el 15% del valor agregado. A medida que incrementa el tamaño, aumenta de manera significativa la productividad promedio. El 4% de los establecimientos, entre 11 y 50 personas, representa el 15% del empleo, pero ya 12% del valor agregado; 1%, entre 51 y 250, el 16% del empleo, pero el 19% del valor agregado, mientras que las grandes, con sólo 0.2% de los establecimientos, emplean al 32% y generan el 55% del valor agregado.
No obstante, lo más interesante de este censo es que muestra un progreso significativo en la productividad de las empresas en México en el último lustro. El número de establecimientos creció en promedio anual 2.4%, mientras que el empleo en 4% y el valor agregado 5.9%. Estas tasas implican una expansión notoria cuando se toma en cuenta su efecto compuesto. Lo más importante es que las microempresas experimentaron un crecimiento en su valor agregado de 10%, las Pymes (11 a 250 personas) de 8% y las grandes (más de 250) de 3.4%.
El mucho mayor valor agregado por unidad productiva es muy distinto al encontrado entre 2009 y 2014 (-0.2%) y entre 2004 y 2009 (2.3%). En estos dos previos censos se veía a un país que crecía en el número de establecimientos y empleo, pero se estancaba en la generación de valor agregado y remuneraciones reales. Esto resultaba de haber coincidido, parcialmente, con la crisis de 2008 y 2009 y con las dificultades estructurales de las pequeñas empresas para progresar: entorno económico, ausencia de estado de derecho, pocos bienes públicos, la muy extendida extorsión, sobre todo a empresas que empiezan a tener éxito, inseguridad, carga administrativa, poco acceso al crédito y muchas más.
Sin embargo, lo que muestran los datos del Censo Económico 2019 es un progreso radical ante la ausencia de una crisis en el periodo, por la mejora de las condiciones de operación de las pequeñas empresas en un ambiente de apertura económica que da acceso a insumos de calidad y precios internacionales y por la creciente complejidad de la economía mexicana. Finalmente, después de muchos esfuerzos se empezaban a cosechar frutos en términos de compensación salarial, generación de empleo, crecimiento del tamaño promedio de las empresas y mayor valor agregado.
Los datos del Censo también reflejan un cambio relevante en la estructura económica. Los sectores con mayores crecimientos en el valor agregado incluyen: bienes raíces y de alquiler de muebles, 18% promedio anual; servicios profesionales, científicos y técnicos, 14%; comercio al por menor, 14%; alojamiento temporal y preparación de alimentos y bebidas, 13%; comercio al por mayor, 13%, y manufactura 9%. Estas tasas no son muy distintas a las de las economías asiáticas. Sólo dos grandes sectores tuvieron disminuciones promedio en el valor agregado: minería (básicamente hidrocarburos) y el de electricidad y suministro de agua y gas.
Es también notable la expansión del uso de internet entre las empresas. El 84% de las Pymes utiliza internet y el 19% de ellas para comercio electrónico.
El crecimiento diferenciado entre sectores se tradujo en un cambio significativo en la estructura y complejidad de la economía: la participación de la manufactura en el valor agregado subió de 29% a 32%, el comercio de 15.5% a 21.4%, los servicios privados no financieros de 19.6% a 20.8%, mientras que la minería bajó de 16.8% a 9.5% (dentro de este sector, el valor agregado de petróleo y gas cayó 6.6%, mientras que el resto de la minería subió 4.6% promedio anual). Estos números reflejan una emancipación económica del petróleo con un potencial considerable si se acabara con la extendida práctica de la extorsión a las pequeñas y medianas empresas como principal obstáculo al crecimiento.
Los datos también revelan un patrón similar para el crecimiento en valor agregado de los establecimientos empresariales por estado. Los de mayor expansión incluyen: Aguascalientes, con un incremento anual promedio de 21%; San Luis Potosí, con 17% (ambos estados atrajeron multimillonarias inversiones en autos y autopartes); Quintana Roo 16%, Querétaro 15%, Baja California Sur y Baja California 13%. Todos, exportadores de bienes y servicios y con condiciones laborales superiores al promedio. Sólo tres estados experimentaron tasas negativas de crecimiento en el valor agregado de las empresas allí establecidas: Chiapas -2%, Campeche -6% y Tabasco -7%.
La conclusión de un primer análisis de este censo es que las condiciones económicas en el país estaban en una senda de mejora antes de 2019 y 2020 y que los beneficios eran bastante generalizados, excepto para un par de sectores y los estados en los que están sobrerrepresentados.
El país enfrenta ahora dos grandes problemas: uno, el aparente deseo de exportar las características negativas de los sectores y estados sin mejoras en el valor agregado al resto de la economía, y, dos, el severo impacto de la crisis del Covid-19 en muchos de los establecimientos en proceso de cambios muy positivos no antes vistos y sin nadie que les tire una línea de salvamento.
Jacques Attali mencionaba la semana pasada que la recuperación no será ni en uve, ni en palomita, ni en u alargada, sino en silla: caída libre, aparente estabilidad artificial por la expansión monetaria y fiscal, y luego otra caída libre. En estas condiciones, se va a extrañar la transformación que se pensaba no funcionaba, pero el Censo Económico 2019 del Inegi parece desmentir.