Es cada vez más claro que las consecuencias de las elecciones locales de junio son nacionales. El presidente López Obrador siempre quiso que lo fuesen y regresar a la boleta con el objetivo de incrementar el voto a favor de Morena. Por ello la insistencia en la revocación de mandato contemporánea (no lo consiguió por no contar con mayoría calificada en el Senado), en el voto para abrir expedientes judiciales contra presidentes anteriores (el cual la Suprema Corte de Justicia de la Nación no se atrevió a declarar ilegal y violatorio de la Constitución, sino que propuso una redacción que demerita la consulta, pero no evita la campaña para el voto en agosto, al que pocos acudirán) y en la polarización cotidiana de mañaneras e iniciativas para calentar el ambiente electoral.
De los tres casos posibles, el menos probable es que logre la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Ya se verá si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirma el criterio del Instituto Nacional Electoral para evitar la sobrerrepresentación por el abuso que hacen los partidos de la figura de las coaliciones. A través de ellas, antes el PRI y ahora Morena, se simulan más pequeños durante la elección para maximizar la asignación de diputados plurinominales (que penaliza el tamaño para favorecer la presencia de diputados de partidos chicos). Una vez asignados los representantes proporcionales se levantan las máscaras, regresan al partido grande y hacen posible que se logre incrementar la participación en la Cámara más allá de los ocho puntos porcentuales máximos que dicta la Constitución.
El INE ha establecido ahora criterios para que los diputados vencedores sean contabilizados en el partido al que realmente pertenecen y no al que dicen pertenecer durante la elección. Si el candado antisobrerrepresentación permanece, la probabilidad de que la coalición encabezada por Morena logre la mayoría calificada de dos tercios es cercana a cero. Aun si el Trife desestimara los nuevos criterios del INE y permitiera la marrullería, es poco probable (no más de 20%) que se consiga la mayoría calificada como en 2018, por la sencilla razón de que, con AMLO en la boleta, Morena consiguió 45.9% del voto popular para diputados en 2018. Sin él, aunque en campaña permanente, y en las condiciones económicas, políticas y sociales actuales, es improbable alcance este alto número. El promedio de encuestas, Oraculus, le da 44% a Morena en voto efectivo. Sin embargo, se antoja difícil que los votantes indecisos estén a favor del partido mayoritario.
Que Morena y sus aliados no logren la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados es más probable (pero no más de 30%) que la obtención de la mayoría calificada. Esta posibilidad, en apariencia extrema pero no desechable, resulta de la dificultad de contabilizar en los sondeos de opinión el efecto negativo de la pandemia, de la crisis económica, del comportamiento de los votantes a favor de Morena en 2018, pero en realidad en contra del PRI, de la fortaleza no puesta a prueba del voto antiAMLO y de la posibilidad de una alta participación ciudadana. Vale la pena recordar que en 2018 la tasa de participación promedio fue de 63.5%, pero del Estado de México hacia el sur alrededor de 70% y de Querétaro hacia al norte en los cincuenta bajos. Esta diferencia de casi 20 puntos explica en mucho el éxito de López Obrador y Morena ese año, pero no será fácil repetirla en 2021 o 2024. Doce de los quince estados con elección a gobernador están de Querétaro hacia el norte.
Por otro lado, si se da el resultado más probable, mayoría en diputados, pero no calificada, habrá menos sobresaltos. La probabilidad es mayor por el ancho espectro de posibilidades en la Cámara: entre 50% y 66.5%. En este caso, la interpretación del resultado será que el Presidente perdió espacio en Diputados como consecuencia de la difícil situación del Covid-19, de la crisis económica y como producto de la polarización. El presidente podrá decir que los conservadores trataron de arrebatarle el Congreso, pero que el pueblo mexicano solidario lo evitó y protegió el presupuesto, programas sociales, tren, refinería y aeropuerto. La coalición opositora, que gracias a su unión se evitó la catástrofe de la mayoría calificada. Los analistas, que se preservó la democracia y México tendrá que seguir negociando un modelo para todos y que en 2024 habrá otra oportunidad de medir fuerzas.
Sin embargo, si el resultado es extremo, en Palacio Nacional será interpretado como plebiscitario: si Morena y sus aliados obtienen mayoría calificada, como un mandato clarísimo para profundizar y consolidar la Cuarta Transformación. Esto llevaría a mayores enfrentamientos por parte de inversionistas y de Estados Unidos, sobre todo si se utilizara para revertir las reformas estructurales en la Constitución. El margen de maniobra para el pleito dependería de la posible inestabilidad del peso producto de potenciales cambios en la política monetaria de Estados Unidos. La inversión y el crecimiento serían menores.
Si pierden la mayoría absoluta, el Presidente lo interpretaría como una señal de alarma sobre las perspectivas para 2024 y, por tanto, como catalizadora de un todavía mayor activismo político, más polarización, más debilitamiento de contrapesos, mayor confrontación. Andrés Manuel López Obrador no se ve, ni en su peor pesadilla, pasando la banda presidencial a un candidato de la oposición, en especial del PRI o del PAN. Para él esa ceremonia de toma de posesión con alternancia es políticamente inaceptable y moralmente imposible. Este resultado en la intermedia puede ser muy positivo desde el punto de vista de la competencia democrática y la división de poderes, pero desestabilizador en el corto plazo, ya que será visto por el Presidente como producto de una conspiración de la mafia del poder y no de la expresión democrática de electores.
En el ámbito de los gobernadores, el resultado será una división entre Morena y la oposición. El rango más probable es ocho a nueve para Morena, y seis a siete para la oposición. Comparado con las expectativas de hace unos meses, de doce o más gobernadores, la interpretación no será favorable al partido en el poder. Lo más importante será que, por primera vez, ganarán varias candidatas a gobernadora. Bien por ellas y quizá, en algún caso, con alguna asistencia de Félix Salgado Macedonio y AMLO.
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