La insurgencia ciudadana está en marcha e inició y va con paso firme. Se logró el objetivo de construir una gran coalición cívica entre la sociedad civil y los partidos de oposición. Superó su primera y crucial prueba: elegir, sin rupturas, a su abanderada.
Además, el Frente Amplio por México le ha propinado tremendas tundas al Goliat oficialista. Para comenzar, lo sacó de su zona de confort. La carismática figura de Xóchitl Gálvez surgió espontáneamente en un proceso con ampla participación de los ciudadanos. Su desacartonada irrupción en el escenario desplazó a segundo lugar el tedioso espectáculo del dedazo-encuesta.
Mientras la iracundia infectó al campo oficialista, el FAM realizó foros de discusión entre aspirantes; las y los participantes pudieron exponer con libertad, sin grilletes mentales, sus puntos de vista sobre los problemas nacionales.
La fiesta cívica, democrática, pluralista que fue este ejercicio, contrastó con las despilfarradoras giras de las humilladas corcholatas, que no tuvieron otro fin que convalidar una designación predeterminada. Así, mientras en el FAM la mayoría prefirió a Xóchitl con esperanza; de la cocina del gobiernismo comenzaron a salir humo y reclamos de trampa.
La coalición opositora avanzó en el terreno. Posicionó el liderazgo de Xóchitl Gálvez el 1 de septiembre. Durante la apertura del periodo de sesiones del Congreso de la Unión, “el día del Presidente” se convirtió en jornada de severa réplica al Ejecutivo, con una valiente filípica pronunciada por la senadora ñahñú.
Con ese preámbulo, el domingo 3 de septiembre, en la glorieta del Ángel de la Independencia, Xóchitl recibió la constancia como coordinadora del frente opositor. Bajo la protección de la dorada victoria alada, convocó a realizar una nueva “hazaña ciudadana”.
Su arenga tuvo un significado especial: allí, en diciembre de 1988, Manuel Clouthier estuvo en huelga de hambre. Con esa medida de resistencia civil pacífica, logró la apertura del diálogo para la reforma electoral, tras la crisis política conocida como “la caída del sistema” en las elecciones presidenciales de aquel año.
En su alocución, la abanderada del FAM delineó el objetivo de su llamado: “Si queremos cambiar lo que está pasando en México, si queremos corregir el rumbo, tenemos que ganar las elecciones de 2024, la presidencial y la del Congreso, las gubernaturas, los congresos estatales y las alcaldías en juego”.
De igual forma, precisó los límites del cambio: “nuestra plataforma es simple: si sirve, lo vamos a dejar; si podría servir, lo vamos a mejorar; si no funciona, lo vamos a cambiar”.
La líder del FAM tiene muy claro y lo proclama: “No vamos a dividir, hay que reconciliar”, sabe que los gravísimos problemas de México no podrán ser encarados con éxito, si a nuestras múltiples fracturas sociales, al desangramiento del país por la violencia criminal y a las divisiones ideológicas exacerbadas, desde las instituciones de la República se incita al odio y se alimentan pasiones para exterminar a quienes piensan o son diferentes.
Expresidente Nacional del PAN 1999-2005. @lf_bravomena