El sentido común popular “bueno y sabio”, como se dice ahora, aconseja que cuando no se tiene nada constructivo qué decir o aportar a un esfuerzo colectivo, el mejor comportamiento es no obstruir a quienes sí trabajan y se entregan con entusiasmo a lograr el bien común.
Existe un aforismo que prescribe esa conducta: “Mucho ayuda el que no estorba”. Lo recordé al ver el ridículo papelazo que hicieron los grillos —que no políticos— de Morena, al presentar una solicitud de desaparición de poderes en el estado de Guanajuato.
Más tardaron en anunciarlo que provocar una ola de indignación, justo en la entidad que lleva en su ADN ser cuna de la independencia nacional y bastión de luchas cívicas democráticas. Organizaciones sociales, empresariales, jóvenes, mujeres, iglesias, expresaron su repudio a tan peregrina iniciativa. Vaya, hasta el superdelegado del gobierno federal, ni más ni menos que el mismísimo representante de la 4T se desmarcó de semejante despropósito: “No es pertinente, no es necesario, en estos momentos irrumpir con una posición tan ruidosa como ésta…” (AM León, 25/09)
Jurídicamente la moción es una vacilada. No se actualizan ninguna de las cinco hipótesis que la Ley Reglamentaria de la Fracción V del artículo 76 de la Constitución prevé, para que pueda iniciarse un procedimiento de declaración de desaparición de poderes.
La argumentación de los golpistas se centró en los problemas de seguridad que aquejan al estado. Alegato efectista pero improcedente y torpe, pues resulta que el incremento de la violencia está directamente relacionado con delitos federales, cuya responsabilidad de persecución es del gobierno del mismo orden; donde viene a resultar, con la misma atrabiliaria lógica, que quienes deberían de ser separados del poder no son precisamente los poderes locales. Un auténtico balazo en el pie.
El incidente no es menor porque viene a demostrar, por enésima vez, el uso faccioso de la grave inseguridad en el país. El martes, en estas mismas páginas, José Woldenberg comentó el fracaso de todos los gobiernos sin distinción de sus orígenes partidistas y marcas políticas en esta materia e hizo un llamado: “El Estado mexicano sigue siendo impotente ante una ola violenta y descarnada que no cesa de crecer y pudrir las relaciones sociales… Se pueden —se deben— mantener todas las diferencias en materia económica, social, cultural, pero la tarea es procurar un espacio libre de pugnas porque es el espacio de la vida y la seguridad más básica, el que debiera estar libre de la polarización de cada día” (EL UNIVERSAL, 24/09).
Está visto que estamos muy lejos de esa civilidad; como lo observa Roberto Zamarripa, a propósito de otro reciente infeliz resbalón de un ideólogo oficial; “algunos sectores del gobierno y de su partido Morena, manifiestan un desfase entre activismo y las obligaciones del Estado. Subyace en ellos una inadaptación a una realidad compleja y contradictoria…las oficinas de gobierno (para el caso, los escaños senatoriales) las confunden con un comité de lucha preparatoriano…” (Reforma, 23/09)
A pesar de las difíciles condiciones del entorno económico nacional, Guanajuato es un potente polo de crecimiento e inversión. Lo más importante, su modelo, indudablemente exitoso, ha iniciado una nueva etapa de innovación para transformar el crecimiento económico en desarrollo humano. La Hannover Messe: “Industrial Transformation México y la Reunión Nacional de Industriales que se iniciarán en León el próximo 9 de octubre serán un parteaguas en esta historia. Por eso ante la intentona desestabilizadora, diversas organizaciones exigieron que la federación deje de castigar al estado, le regrese los recursos que le ha mermado y se sume al esfuerzo de los guanajuatenses” (Declaración el CCE-León, 25/09). En pocas palabras: si no ayudan, no estorben.
Analista político.
@L_FBravoMena