Faltan 70 semanas para las elecciones del 2 de junio de 2024. Jornada que para todo efecto será histórica: sea porque el actual grupo en el poder logre arrancar de raíz la débil planta democrática que había logrado germinar en México; o porque las fuerzas opositoras coaligadas fueron capaces de impedir la consolidación del autoritarismo.

El reto es mayúsculo para ambos; para el oficialismo, ante el escenario de que la mayoría lo repudie en las urnas y castigue su pésimo desempeño; a pesar de haber abusado del poder para construir un partido de Estado, mediante la manipulación de los programas sociales —cínicamente festinado— pero que demostraría que distribuir dinero a las masas no es ir a la segura.

El desafío para las fuerzas opositoras es competir contra la maquinaria del Estado que no reconoce más ley que sus propios designios, ni mayores límites que sus propias incapacidades y enredos, irá a una batalla desventajosa.

A lo anterior debe sumarse la agonía del Estado de derecho en nuestro país y la ofensiva destructiva contra el INE; todo lo cual, hasta donde van las cosas, hacen pertinente la pregunta: ¿en los procesos electorales que se avecinan existirán condiciones para llevar a cabo auténticas elecciones libres?

En este contexto las fuerzas opositoras a la regresión autoritaria están obligadas a ser disruptivas e innovadoras para lograr sus objetivos. Será un error gravísimo ir al cotejo electoral bajo la inercia del juego que hasta ahora han acostumbrado.  

La reconstrucción de la coalición Va por México (PAN-PRI-PRD), es un buen comienzo; los triunfos que obtuvo en las elecciones de 2021 mostraron sus potencialidades y sus derrotas exhibieron sus lastres a tirar y los errores que deben corregir.  

También es inicialmente positivo que las organizaciones ciudadanas: Frente Cívico Nacional, Poder Ciudadano, Sí por México, Sociedad Civil México, UNE México, Unidos por México, saluden el acuerdo multipartidario y, al mismo tiempo, demanden apertura para definir el método de selección de candidatos y espacios de participación en la construcción del programa de gobierno que presentará la coalición a los ciudadanos.  

Asimismo, no puede dejar de aplaudirse el compromiso público y claro del PAN, partido al que la coalición le otorgó la facultad de siglar la candidatura presidencial, de abrir el proceso de selección a todas las expresiones políticas y ciudadanas.  

Es decir, Acción Nacional no pretende escoger al candidato exclusivamente entre sus militantes, está en dispuesto a elaborar un método en el que puedan concursar elementos de otros partidos y ciudadanos independientes.  

Construir un procedimiento que lleve a buen puerto estos propósitos va a exigir talento, experiencia, ingenio, mente abierta, diálogo, generosidad y patriotismo. El tiempo apremia y las intrigas, grupismos, arreglos cupulares, en intereses particulares pueden frustrar el proyecto.  

Pero sobre todo, que los dirigentes partidistas y cívicos que encabezan este movimiento no pierdan de vista que se deben al despertar del ciudadanismo; fenómeno social que se hizo presente en las marchas del 13 de noviembre. Tal fuerza libre y espontánea, no puede ser ignorada; requiere y exige cauces de participación flexible. Se le debe cultivar y movilizar, es el germen de la victoria.  

Analista político. @lf_bravomena


para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana.

Google News

TEMAS RELACIONADOS