Es común que las y los presidentes dediquen tiempo a debatir con los medios de comunicación sobre las acciones de sus gobiernos. No obstante, son pocos los que hacen de los ataques a los medios la esencia de su política de comunicación. Cristina Fernández en Argentina, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador y Donald Trump en Estados Unidos, por mencionar algunos, iniciaron ofensivas contra los medios de comunicación que no publicaban notas favorables argumentando que, al publicar noticias que criticaban las acciones de sus gobiernos, tenían intereses contrarios a los del “beneficio de la nación” y el “bienestar de sus pueblos”.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha retomado la fórmula del ataque a los medios de comunicación bajo una premisa distinta, pues asegura que, en concordancia con la política de austeridad que pregona, la reducción del gasto de su gobierno en publicidad gubernamental a los diarios más importantes ocasionó que publiquen notas desfavorables porque están “muy enojados”. El presidente AMLO remata su argumento con la afirmación falsa de que, antes de su mandato, los medios que hoy publican noticias negativas sobre los gobiernos “no lo hacían anteriormente” reiterando, también falsamente, que es “el presidente más atacado” por los medios de comunicación en los últimos 100 años.
De acuerdo con cifras de SPIN, el presidente AMLO ha mencionado 26 veces que los medios de comunicación antes “callaban como momias” sobre actos de los gobiernos anteriores que, sin evidencia de por medio en la amplia mayoría de los casos, denuncia como presunta corrupción. De hecho, la contradicción del ataque del presidente AMLO hacia los medios de comunicación consiste en que, mientras que él no sustenta sus afirmaciones (de acuerdo con cifras de SPIN, en 665 conferencias de prensa al 4 de agosto de 2021, acumula más de 58 mil afirmaciones falsas, engañosas o sin sustento, solamente en las conferencias de prensa –un promedio de 88 por conferencia), los medios de comunicación están obligados a sustentar cada noticia publicada, no solo por ética periodística, sino especialmente porque su credibilidad derivará en la fidelidad de las y los lectores y, por tanto, en contratos por parte de los anunciantes.
El argumento del presidente AMLO no se sostiene: los medios de comunicación que reciben menos ingresos por publicidad gubernamental dependen aún más de sus audiencias y de sus patrocinadores; los medios de comunicación que reciben más ingresos por publicidad gubernamental no se detienen a verificar la información que publican sobre las acciones de gobierno, pues dependen mayoritariamente de los ingresos del gobierno. De acuerdo con cifras de SPIN, menos del siete por ciento de los temas iniciales de las conferencias de prensa diarias son nota principal en las primeras planas (275 de 3 mil 987) de los siete diarios de circulación nacional más importantes (El Economista, El Financiero, EL UNIVERSAL, Excélsior, La Jornada, Milenio y Reforma), siendo La Jornada el diario que más veces las publica (81), y también el medio de comunicación impreso que más dinero recibe por publicidad de parte del gobierno. El presidente AMLO da de qué hablar, pero no pone agenda. Tal parece que es otro el que está “muy enojado”.
Posterior a las elecciones intermedias de 2021, la cruzada del presidente AMLO por desacreditar a los medios de comunicación se manifiesta en las conferencias de prensa en la sección semanal “Quién es Quién en las Mentiras” que, a través de una vocera titubeante y poco elocuente, hace uso de la “falacia de evidencia incompleta” al seleccionar dos o tres ejemplos para generalizar la descalificación a los medios de comunicación. Quizá el gobierno del presidente AMLO debiera mejor orientar los recursos del pueblo en publicar información clara, completa, actualizada y con sustento, empezando por lo que afirma el presidente cada mañana en las conferencias de prensa.
Twitter: @luisestrada_