Termino de leer el comunicado que Sergio Pérez compartió en sus redes sociales, una mezcla entre disculpa y aclaración; un desplegado de ocho párrafos en el que hace referencia de manera breve, pero concreta, a los videos que se propagaron en las redes sociales después del histórico triunfo en el Gran Premio de Mónaco y que, por lo publicado, pudo haber tenido consecuencias.
No pretendo justificar, ni descalificar, tampoco busco mediar, lo cierto es que ejemplos de excesos en deportistas hay y seguirán existiendo en todos los niveles, como Tom Brady tras ganar el Super Bowl con Tampa Bay, o el propio Max Verstappen cuando festejaba su título en Miami cantando al lado del boxeador mexicano Saúl Canelo Álvarez a principios de este 2022.
Es cierto, la euforia pudo más que las formas. Ganar en Mónaco, primer mexicano en conseguirlo, debe ser un hecho que desborda emociones, algo que ni usted ni yo experimentaremos, pero que con sólo haber atestiguado ya nos consume de alegría; además, estaba fresca la renovación con Red Bull por dos años más. Es cierto que no es lo mismo ver al vecino, o al tío, intentar bajar una escalera ebrio que al mismísimo Checo Pérez, o verlo bailar con otra chica mientras su esposa acaba de dar a luz a su tercer hijo.
Checo lo entendió, aunque para mí el comunicado se tardó. En su entorno seguramente se lo hicieron ver, esas líneas eran antes, no por ser culpable, sino por la responsabilidad que a través de sus éxitos hoy Pérez tiene a su espalda. Los que hemos seguido la carrera del piloto de Guadalajara y en general de la Fórmula 1, sabemos del ambiente que representa. El asunto aquí, insisto, son las formas y lo que más le importa a Checo, su familia, su entorno cercano, el que siempre lo ha apoyado, ese que lo seguía desde que llegó a correr para Sauber y no los que se subieron a su carrera desde que está en Red Bull.
Lo cierto es que este es un baño de realidad para Sergio y lo sabe, desde Abu Dhabi, el año pasado, dejó de ser el piloto mediano de la parrilla, estar en las grandes ligas de la F1 le confiere más obligaciones, ya no sólo con nuestro país, sino con su escudería, con su imagen, con su persona, con los suyos. Depende de él saber cuándo y cómo, depende de él saber de quién se rodea, porque ahora más que nunca, habrá “amigos” hasta por debajo de las piedras, si ya de por sí tiene que lidiar con un entorno politizado, entre su papá que lo usa como bandera, pasando por el clavado en la piscina en Mónaco con Felipe Calderón y lo que se agregue.
Pero así como Checo se hizo más fuerte en la pista , ahora es momento de hacerlo fuera de ella o el propio entorno lo puede consumir, ese que hoy querrá colgarse sus éxitos.
@lea_deportes