En los últimos meses, la gran mayoría de las personas y de los negocios hemos tenido problemas para encontrar ciertos productos o insumos de uso frecuente. Hoy en día, es relativamente común ver anaqueles vacíos en las tiendas. Algunos productos simplemente están escasos desde que empezó la pandemia. Desde productos complejos como los chips que operar a los automóviles, hasta productos de uso diario como un cereal o una crema. Todo esto ha sido ocasionado por las recientes interrupciones en las cadenas de suministro mundial. Como hemos comentado en esta columna en ocasiones anteriores, la estrategia de tener inventarios lo más bajos posible ha resultado en esta escasez. Cualquier dificultad inesperada como ha ocurrido en esta pandemia nos ha llevado a esta situación. Además, la guerra comercial entre Estados Unidos y China que empezó con el Presidente Trump y ha continuado con el Presidente Biden, ha creado la tormenta perfecta para evidenciar las vulnerabilidades en estas cadenas de suministro. Precisamente esta escasez, y este distanciamiento tan importante entre estas dos potencias mundiales, nos presenta a nuestro país una oportunidad inigualable para aprovechar nuestras grandes fortalezas: El Tratado de libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y la cercanía geográfica con el mercado más grande del mundo.
Hoy en día, es una realidad que los responsables de la formulación de políticas de los gobiernos y las empresas de todo el mundo han comenzado a tomar medidas para mitigar las consecuencias que estas interrupciones pueden tener en sus mercados y en sus estados financieros. Las fuerzas económicas mundiales hacia las cadenas de suministro extra-eficientes, con enfoque a los costos más bajos posibles, han llevado a China a ser el gran proveedor de prácticamente cualquier insumo o producto. Ahora que Estados Unidos está en esta disputa con el gigante asiático es el momento ideal para que nuestro país apalanque esta situación a favor de nuestro desarrollo económico. México se debe posicionar estratégicamente con un plan de desarrollo integral que aproveche nuestras industrias ya desarrolladas, nuestra mano de obra calificada a un costo muy competitivo y las bondades del T-MEC. Además, los costos más altos de transportación en la última década hacen a México un proveedor inmejorable vs los países asiáticos y China. Es un tema de urgencia porque esta coyuntura es altamente probable que no dure para siempre. Muchos analistas y observadores expertos estiman que esta ventana no va durar más de dos o tres años. Las fuerzas del comercio mundial van a llevar a que el distanciamiento entre estos titanes del comercio internacional se vaya reduciendo sobre el tiempo. Esta es una oportunidad que se presenta hoy de manera fortuita. Probablemente no se presentará otra así en nuestra generación.
La pregunta obligada es si México va a poder aprovechar este momento histórico. La recuperación económica de nuestro país está perdiendo impulso en ausencia de un plan de estímulo lo suficientemente efectivo como para impulsar un crecimiento económico importante. Hoy en día, a la luz de las todas estas discusiones relacionadas con la posible re-orientación de las cadenas de suministro globales, existe una oportunidad única de “nearshoring” para México, que, si se aprovecha a tiempo, tiene el potencial de ayudar a nuestro país a revertir años de lento crecimiento de la inversión y, de hecho, impulsarlo a un mayor crecimiento en los próximos años.