Después de dos años de reuniones virtuales, el mes pasado el Foro Económico Mundial tuvo su sesión anual de manera presencial. Uno de los temas que se trató con detalle fue la importancia del liderazgo en estos últimos años de crisis. Desde la pandemia, la invasión de Ucrania, la escasez de muchos productos a nivel mundial y terminando ahora con niveles altos de inflación en muchos países. Es evidente que vivimos en un mundo cada vez más incierto, con más retos impredecibles y es precisamente cuando los líderes tienen que aprender a navegar crisis simultáneas.
Algunos de los principios que se deben enfatizar según expertos en el Foro son diferentes a los que han llevado al éxito en el pasado. En esta época se requiere que los líderes prioricen, trabajen y proporcionen una visión clara y convincente. Los líderes deben ser su propio brazo de comunicación, entregando su mensaje de manera continua y consistente para garantizar que se escuche. Las empresas con mejor desempeño son disruptoras y se reinventan a sí mismas de manera constante y continua. Y esto también aplica para quienes las dirigen. Los líderes de hoy deben tener la valentía de romper con los modelos de negocio probados y verdaderos, pero que se desgastan rápidamente. En estos tiempos, es imposible sobreestimar la importancia de la ejecución. Por eso es importante adoptar una mentalidad de acción: planificar menos y hacer más. En el mundo de hoy, lo único cierto es la incertidumbre, un estatus que se ha convertido en la característica definitoria de nuestra época. Durante décadas, gran parte del mundo disfrutó de avances económicos y sociales relativamente estables. En general, la humanidad ha experimentado mejores niveles de vida, mejores transportes y comunicaciones, mejores libertades civiles en más partes del mundo y mejores expectativas de vida y salud pública. Las nuevas tecnologías y un movimiento hacia un comercio más libre trajeron un número récord de personas a la economía global, creando flujos económicos más abundantes y robustos. Sin embargo, hoy en día, gran parte de esta lógica económica se está desmoronando. La crisis del COVID y luego la invasión de Ucrania presentaron al mundo el conjunto de desafíos más importante desde la Segunda Guerra Mundial. Y ahora, en parte como resultado de estos dos eventos, pero también impulsado por tendencias a más largo plazo, el mundo enfrenta retos sin precedente, que están deteniendo el crecimiento y creando desafíos significativos para los líderes de todo el mundo.
Los expertos hablan de cuatro tendencias principales que serán las más transformadoras en los próximos años y para las cuales las organizaciones y sus líderes deben de estar preparados:
1. Declive demográfico: El envejecimiento y la disminución de la población afectarán a todas las economías, ya que el crecimiento de la fuerza laboral se detiene y, en muchos casos, se contrae.
2. La aceleración de las nuevas tecnologías: El avance tecnológico se convierte en el principal impulsor del crecimiento económico y las mejoras en la calidad de vida, sin embargo también es una fuente principal de disrupción y dislocación.
3. Desglobalización: La invasión de Rusia a Ucrania es el último paso hacia un mundo más fracturado, ya que las fuerzas de la desglobalización aumentan la fricción económica y geopolítica.
4. Cambio climático: Si bien los efectos y la urgencia del calentamiento global son cada vez más evidentes y aceptados, la transición a un futuro de energía limpia probablemente llevará más tiempo y costará más de lo que muchos sugieren.
En un entorno volátil, la claridad, el control y la velocidad son esenciales. Los líderes deben apoyarse en las fuerzas del cambio, tomando las medidas necesarias y rápidas antes de que pierdan la capacidad de establecer su propio destino. El macroambiente puede no estar bajo el control de nadie, pero los líderes deben dirigir cómo se responde y la velocidad a la que lo hace. Esta más claro que nunca que el liderazgo es lo más importante en una crisis.
Presidente del Comité de Difusión de la COPARMEX
@LuisEDuran2
