Si algo hemos aprendido en esta crisis de los últimos dos años es que hay muchos puntos de vista respecto a todo lo relacionado con el COVID-19 . Para muchos, esta pandemia es un cataclismo para el que no estábamos preparados, agravado por errores de política, desinformación e inequidad global. Después de todo, ha cobrado casi 6 millones de vidas y estancó los medios de subsistencia de miles de millones de personas en todo el mundo. A medida que la pandemia se prolonga en su tercer año, es difícil verla de otra manera. Sin embargo, otra historia de la pandemia se centra en sus logros científicos sin precedentes: En un tiempo récord, los científicos pasaron de descubrir un nuevo virus a descifrar su genoma para desarrollar múltiples formas efectivas de prevenirlo y tratarlo, alimentando lo que probablemente haya sido el mayor esfuerzo de salud pública en la historia. La parte más visible de la pandemia es lo que se ha perdido. Los analistas han contado el número de muertos desde 2020, cada pico revela contratiempos y pasos en falso. Pero estos números pueden ocultar el progreso real contra la enfermedad.

Para entender el momento actual, necesitamos analizar tanto el daño hecho como el daño evitado. Al estudiar el número de vidas salvadas y cómo se evitaron esas muertes, podemos decidir qué hacer en el futuro. Tal vez, incluso, podamos encontrar algo de esperanza y optimismo en medio de una corriente de negatividad. La pregunta es, ¿cómo averiguamos cuántas muertes se evitaron? Los expertos y científicos en salud han modelado un mundo sin vacunas y han encontrado algunas respuestas sorprendentes. Por ejemplo, según estimaciones de la fundación de atención médica norteamericana “The Commonwealth Fund” , desde el inicio de la campaña de vacunación en los Estados Unidos hasta finales de noviembre de 2021, las vacunas contra el Covid-19 previnieron alrededor de 1.1 millones de muertes y 10.3 millones de hospitalizaciones en nuestro país vecino. Si no se hubiera vacunado a nadie, las muertes diarias por COVID-19 podrían haber subido hasta 21,000 por día, casi 5.2 veces el nivel del máximo récord de más de 4,000 muertes por día registrado en enero de 2021. Incluso sin contar el impacto continuo de la variante omicron en 2022, es un efecto impresionante que presenta un lado diferente de la historia de la pandemia. La pandemia, sin duda, ha cobrado un precio terrible, sin embargo, estas cifras sugieren que las vacunas evitaron una verdadera catástrofe. La gran mayoría de las personas hospitalizadas y que mueren de COVID-19 en los últimos meses no están vacunadas. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), en comparación con las personas vacunadas, las no vacunadas tienen 15 veces más probabilidades de morir por Covid-19.

Es importante reconocer que todas estas lecciones van más allá de la pandemia actual. Las vacunas son un ejemplo de lo que es posible con suficiente urgencia, recursos y conocimientos técnicos. Desplegar las mismas tácticas en otras enfermedades podría prevenir aún más tragedias. Evaluar la pandemia a través del lente de salvar vidas es un caso contundente para seguir en este camino. A pesar de tantas opiniones que, sin ningún fundamento científico, se manifiestan en contra de las vacunas. Es posible que no vamos a ser capaces de prevenir cada muerte, cada nueva mutación o cada pandemia futura. Pero la realidad es que tenemos mucha más posibilidad de éxito de la que nos hubiéramos imaginado, y con una estrategia de salud pública efectiva, se pueden y deben salvar muchas más vidas.

Presidente de la Comisión de Difusión de la COPARMEX
@LuisEDuran2

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