El mayor peligro de los gobiernos es querer gobernar demasiado. —Conde de Mirabeau

Jorge Romero tiene mucho en suerte, si juega bien sus cartas podría convertirse en una de las voces más solventes e influyentes de la oposición, pero si lo hace mal, podría condenarse a la intrascendencia junto a gran parte de su partido.

Desde hace semanas, Romero ha liderado la narrativa en la lucha contra la sobrerrepresentación de la 4T en el Congreso, una batalla que parece cuesta arriba debido a los intrincados procesos y criterios jurídicos y, peor aún, dado el ánimo derrotista, depresivo y deprimente que se respira entre los adversarios al próximo súper régimen.

Si las resoluciones de los tribunales terminan limitando el poder absoluto de la 4T en el Congreso, se abriría una oportunidad para revitalizar el debate democrático, obligando a la negociación para pasar cualquier reforma constitucional, no habría mayorías aplastantes, sino contrapesos que fomentarían la moderación.

La idea de una derrota legal por la sobrerrepresentación no es precisamente mal vista entre algunos de los grupos más moderados del equipo de la Dra. Sheinbaum, podrían ganar mucho perdiendo esta batalla.

Plantean este escenario, nada descabellado, mire usted: una resolución judicial contra la 4T alentaría los argumentos contra el Poder Judicial, sería más gasolina a la hoguera de un enemigo al que se podrá culpar de muchos de los fracasos futuros.

Pero lo mejor, es que al final se podría poner una pausa a muchas de las reformas que en realidad no son compartidas por la parte más sensata y técnica del próximo gobierno, a nadie conviene la acumulación de tanto poder, al menos no en el marco de una democracia capitalista entendida en los valores occidentales.

Más claro, si la 4T termina sin sobrerrepresentación podrá congelar indefinidamente las reformas que nacen del corazón vengativo de López Obrador y concentrarse en negociar las necesarias para fortalecer las instituciones del país, ganará el pragmatismo que construye frente a la víscera que destruye.

Sea como sea, la batalla no será sencilla, jurídicamente la cosa suena muy complicada para evitar la sobrerrepresentación que pelean en PRI, PAN y MC, de hecho, el Artículo 54 de la Constitución es claro en cuanto a que se refiere a poner límites a los partidos y no a las coaliciones.

Cierto, existen precedentes que pueden esgrimirse y convertir la discusión en un tema por abstruso por lo extremadamente técnico… Y aburridísimo.

En la narrativa otra vez la 4T va de gane: “La oposición no quiere la sobrerrepresentación porque defienden a los jueces corruptos, etc…”, El mensaje es eficaz por breve y entendible mientras que del otro lado siguen sin ponerse de acuerdo en el mensaje.

La posibilidad legal y política de que la sobrerrepresentación se frene es hoy por hoy improbable pero no imposible. No hay peor lucha que la que no se hace y es justamente ahí dónde personajes como Jorge Romero podrían comenzar a consolidar su importancia frente a una oposición que se siente desarticulada y famélica.

O terminar de hundirse con el barco.

@LuisCardenasMX

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