Por lo regular, la tecnología avanza siempre más rápido que la ley, hubo revolución industrial antes que derechos laborales , hubo automóviles antes que reglamentos de tránsito, hubo internet antes de la necesidad de ponerle límites y habrá turismo espacial antes de poder definir sus trámites burocráticos.
Es obvio, para crear las reglas de “algo” ese “algo” tiene que existir, desarrollarse y, ya después, generar derechos y obligaciones, es hasta que esa tecnología , esa “ novedad ”, sea tan reconocida y adoptada por una gran parte de la sociedad que surge la necesidad de regularla.
Así como los primeros automovilistas disfrutaron, y sufrieron, de caminos sin reglas, así también comenzó la era de los influencers y las redes sociales , primero sin ley, con libertad total, enfrentados a lo salvaje de un mundo digital indómita y luego, giros radicales del destino, chocando con la cultura de la cancelación .
Pensar la comunicación como hace 30 años es cosa de museos ya, las reglas han cambiado al punto de desdibujarse en contradicciones ininteligibles , por ejemplo si había una “norma” para crear un spot de 30 segundos usando artificios y carísimas producciones para vender un cosmético, ahora el reto es muy diferente, las marcas se obligan a buscar una influencer que hable por largos minutos de su nuevo producto en su videoblog, que graba con una lámpara y una webcam, y firman contratos millonarioscon ella, dejando en segundos términos a las otrora poderosas agencias de marketing .
Una cosa es vender un producto y otra muy distinta es vender un régimen, un gobierno, un político o una noticia… Aunque, de cierta forma, bajo una óptica ultracapitalista del mundo todos somos un producto.
Los medios de comunicación tradicionales , han, hemos, perdido influencia frente a las nuevas tecnologías y las nuevas propuestas de comunicar, la frescura que urgía a nuestras audiencias les fue dada a raudales por diletantes que rápidamente arrebataron ratings y presupuestos que los monopolios de la comunicación consideraron eternos.
Sin embargo, aunque con muchos tropiezos, los influencers han ido aprendiendo y perfeccionando su trabajo y ganando legítima credibilidad , un buen podcast puede tener más audiencia que un programa de televisión nacional y eso, al parecer, conlleva a regulaciones frente a este nuevo poder.
¿Qué responsabilidad tiene el influencer que difunde una noticia falsa ?, ¿pesa más mentir sobre temas sociales o sobre temas de mercado?, ¿deben los influencers informar cuándo están vendiendo un producto y no recomendando un producto?, ¿deben los influencers estar vetados de los temas serios?, ¿qué diablos es un influencer?...
No será nada fácil regular, pero de entrada debe descartarse cualquier límite a la expresión libre y mandar a la congeladora esas ideas moralinas de censura que empiezan a pulular desde algunos rincones del poder.
Lo que tenemos que aceptar es que el mundo ha cambiado totalmente y necesita reglas que se adapten a la realidad para no esperar que la realidad se adapte a las reglas.
DE COLOFÓN
Quiten el registro al Partido Verde Ecologista . Quiten el registro al Partido Verde Ecologista. Quiten el registro al Partido Verde Ecologista.
@LuisCardenasMX