Seamos francos, la 4T anda muy brava contra las redes sociales, en especial Twitter y Facebook , porque se vieron reflejados en el espejo de Estados Unidos y Donald Trump, porque están conscientes de que han abusado de la comunidad digital y que ha violado, una y otra vez, las reglas de convivencia. Saben que usan bots y que ahora ya no será tan fácil. Saben que manipulan. Saben que esa impunidad terminará muy pronto.
Ben Stiller.
Se acabó el negocio fácil para empresas como Neurona Consulting que lo mismo apoyó a partidos y gobiernos de izquierda en México, Bolivia, Venezuela o España donde, por cierto, tiene abiertas investigaciones por manipulación electoral.
Desde hace algunos años, mediante el uso de granjas de bots, las redes comenzaron a ser un terreno de manipulación política, grupos poderosos han destinado recursos de dudosa procedencia para financiar y pagar a usuarios que manipulan las plataformas mediante la fabricación de conversaciones artificiales, resulta curioso, por ejemplo, ver cuentas con dos o tres seguidores que, de pronto, tienen una exposición irreal y a hordas de odiadores profesionales que intimidan a opositores de diversos regímenes en el planeta.
Este año, luego de la lección aprendida con el gobierno de Trump y el peligroso avance del populismo en el globo, Twitter y Facebook han tomado las cosas con mucha seriedad y están dificultando el avance de estos perfiles, eliminándolos por completo de sus plataformas y utilizando complejos algoritmos de inteligencia artificial para detectarlos.
El tema no pasa por libertad de expresión sino por el derecho personalísimo que tienen estas empresas para definir quién es parte o no de sus redes.
Así como ningún gobierno democrático puede obligar a una televisora, radiodifusora o periódico a publicar el contenido de todos los individuos, mucho menos pueden hacerlo con las redes, finalmente, hablamos de negocios privados que no están usando concesiones gubernamentales para llevar a cabo su trabajo y modelo de negocio.
La solución sería más sencilla: si la 4T o cualquier otro gobierno autoritario quiere una red a modo tiene toda la libertad para poder crearla, ya lo intentaron en Venezuela y el resultado fue un rotundo fracaso que perdió credibilidad prácticamente desde su nacimiento.
Las redes, como los medios “tradicionales”, funcionan gracias a su autorregulación en cuanto al contenido se refiere, si algo no te gusta puedes buscar otras opciones, si el medio pierde muchos seguidores, entonces la supervivencia le obligará a cambiar su estrategia, pero nunca, nunca puedes obligarlo modificar su política editorial por decreto gubernamental.
El gobierno de López Obrador está pisando un terreno peligroso que podría desencadenar con el cierre de las plataformas en México y, ahí sí, atentar contra la libertad de expresión y de negocio legítimo de millones de personas.
Tampoco las redes son clones de la caridad, urge, eso sí, una regulación comercial que, además, puede ser una buena noticia para las arcas públicas.
Sería bueno que antes de hacer ocurrencias se sentaran a platicar… Aunque, claro, ese no es el estilo de la Cuarta.
DE COLOFÓN.—
¿Será cierto que el caso Lozoya tendrá resultados en seis meses o fue un atole con el dedo para la oposición?
@LuisCardenasMX