“He sido toda mi vida, una víctima de mis sentidos”

Giacomo Casanova.

Cualquiera puede cometer un error, nadie es perfecto salvo, quizá, si es que existe, “El Creador”, es normal meter la pata, meter la otra y ambas hasta el fondo.

Por ejemplo, nombrar a un hombre de edad avanzada, con probables deficiencias en su facultades mentales, como Embajador de México en Argentina, o en cualquier otro país, es un error.

Su Excelentísimo Ricardo Valero, el embajador que nos ha llevado al ridículo con los hermanos argentinos luego de ser captado en El Ateneo de Buenos Aires robándose la biografía de Casanova, podría haber cometido un error inusual que terminó embarrando la imagen del país entero.

El diplomático de 76 años tiene una interesante trayectoria en su vida política, durante el gobierno de Miguel de la Madrid fue subsecretario de Relaciones Exteriores, desde ahí, como embajador de paz, impulsó la iniciativa del Grupo Contadora con la finalidad de pacificar América Latina, de hecho, en su momento Valero denunció una intervención gringa para tronar al grupo Contadora, hoy conocido como Grupo Río, y abrir así el paso a los yanquis para invadir Panamá, lo que realmente terminó ocurriendo años después, en 1989, aunque para entonces Valero ya llevaba algunos años en la banca dada su osadía contra el Tío Sam.

Fue diputado plurinominal en el último periodo de Carlos Salinas y, años después, embajador de México en Chile durante una parte del gobierno de Fox por su simpatía con Jorge Castañeda, desde el 2004 regresó a la Academia. Valero llevaba 15 años en la banca hasta que López Obrador lo rescató.

Cuando uno observa con cuidado el video del hurto en la librería, difundido primero por los medios en Argentina, podemos apreciar a nuestro embajador con movimientos un tanto erráticos: el hombre toma el libro, lo esconde entre un periódico y lo guarda en los lockers para clientes, sigue recorriendo la librería, toma unos cd’s y los paga, regresa al locker, retira el libro envuelto en periódico e intenta salir del lugar hasta que suena la alarma y… el perro oso que todos conocemos.

¿Demencia senil?, ¿cleptomanía?, ¿alzheimer?, ¿cómo se llamará “el error” con el que el presidente de México pretende justificar a su embajador?, ¿alguien, acaso, verificó su estado de salud antes de seguir a pie juntillas los deseos de López Obrador y nombrarlo representante?

Como sea, quizá el ridículo le viene muy bien a la Cuarta, es momento de tener a un embajador con “menos errores” dada la relación estratégica con una Argentina de izquierda… ¿o no lo habían considerado?

DE COLOFÓN

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