“El pecado es la única cosa que hace que la vida sea interesante”.
Oscar Wilde
Primero, lo obvio: estamos super mega polarizados y, la verdad no vale espantarse. En los próximos meses el nivel de radicalización subirá como nunca, parece el país de las antípodas; no hay canal de comunicación, no hay diálogo, sólo vive el pleito. Esto se pondrá cada vez más feo.
En el marco de esta polarización, López Obrador ha elegido al Poder Judicial como su rival para uno de los últimos rounds en su sexenio, quien elija estar de su lado ya no será solo un traidor a la patria, un fifí, un reaccionario, un conserva, sino que ahora se convertirá, también, en pecador.
Dice el presidente sobre quienes apoyan al Poder Judicial: “Primero, decir que es lamentable que estas cosas se estén expresando, manifestado que se den estas protestas, porque es injusto, es defender privilegios, es pecado social. ¿Cómo se va a defender a quienes viven colmados de atenciones, de privilegios?”
Karl Marx hablaba del “pecado social” cuando se refería a la explotación de la clase obrera, Martin Luther King usó el concepto para referirse al racismo, Charles Dickens para señalar la explotación infantil en la industria textil del siglo XIX. Incluso Greta Thunberg consideró que el cambio climático era también un pecado social. Ahora AMLO lo desenvaina contra jueces y magistrados que fallan en su contra.
A López Obrador le gustaría tener el poder absoluto. A fin de cuentas, es un admirador de muchas dictaduras a las que considera rebeldes frente al imperialismo. Inclusive sus inicios políticos datan del priato más recalcitrante y rancio. Me imagino a Andrés Manuel soñando entre desfiles de confetis y aplausos como López Portillo, como Echeverría, hasta como Salinas. Así, el hombre Tlatoani, el todopoderoso, aquel que convierte la baba de sus palabras en destino nacional.
Pero llegan los mentados jueces y le revientan la ensoñación, le batearon sus reformas transformadoras, como la de la industria eléctrica o la electoral; le entorpecen la construcción de sus trenes, de su refinería y de su aeropuerto. Todos los jueces, según él, viven para mantener el poder de los conservadores y ¡encima se atreven a ganar más dinero que él!, arrogantes togados, igualados leguleyos que impiden el progreso.
Defenderlos es un pecado, ¿quién puede defender fideicomisos que permitan pensiones millonarias?, ¿quién puede ponerse del lado del privilegio cuando pulula la venganza?, el pueblo clama: ¡Yo no quiero tus privilegios, lo que quiero es que todos estemos igual de jodidos!, ¡Yo no quiero tus fideicomisos, lo que quiero es que tú no los tengas!
Quince mil millones de pesos podrían pasar de las manos del Consejo de la Judicatura a las de la Tesorería de la Federación y de ahí a los apoyos directos para el pueblo bueno y sabio que podrá invertirlo en caguamas o en despensas o en algo que compense la justicia que de todas maneras no tiene o parece que nunca tendrá… Total, los quince mil millones se acabarán muy pronto, pero apremia lo urgente, lo bailado que nadie quita.
Seguramente, los fideicomisos de la Corte van a extinguirse en la próxima votación del Senado y seguramente también el tema terminará resuelto por la Corte a favor de la misma Corte. Eso sí, la justicia en el país seguirá estando de la fregada, el estado de derecho seguirá siendo un mal chiste y la clase política seguirá burlándose de todos.
DE COLOFÓN.- Clara Brugada podría ser la candidata a la Ciudad de México por un tema “de género”, incluso si queda abajo de García Harfuch, al menos eso dicen sus simpatizantes. Lejos de porras y porrazos habrá una definición clarita: Claudia Sheinbaum optará entre la radicalización que plantea un perfil como Brugada o la moderación que plantea un perfil como García Harfuch.
De su decisión podemos darnos una idea de cuál sería el perfil de la misma Sheinbaum si se convierte en presidenta para el 2024.
Y todavía faltan ¡226 días! para las elecciones del 2024.