Como todo régimen populista, la Cuarta Transformación habla de dientes pa’fuera cuando se refiere a derechos laborales, muy ensalzado el término y su defensa en los discursos de la hoy ausente secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde , quien hace unas semanas advertía a las empresas sobre el fin del periodo de gracia para el outsourcing, pero que en la práctica calla frente a los abusos que se dan en las propias empresas que el gobierno contrata para cumplir con los caprichos del jefe máximo, López Obrador.
Desde retenciones cuestionables por arriba de 30% de sueldos prometidos a trabajadores de Santa Lucía , que la Sedena pretexta son conceptos de ISR y Seguro Social , hasta denuncias de jornadas extenuantes y evidentes violaciones a derechos básicos, la 4T cierra el pico cuando el tema toca sus elefantes blancos.
¿Será que, en un arranque, la titular de Energía, Rocío Nahle , dio la orden de parar en seco la protesta de trabajadores en Dos Bocas? ¿Cómo le hizo Nahle para contar solamente a “10 personas” cuando vemos a decenas gritando? ¿Sabía el general Luis Cresencio Sandoval que sus guardias nacionales actuaron igual que los represores de Cananea cuando el dueño del país se llamó Porfirio Díaz? ¿Van a culpar del desastre de ayer en Dos Bocas a los enemigos de la 4T? ¿Todo fue un complot?
Mientras que ayer el presidente seguía necio con su paraíso transformador en el edén de su mañanera, una desinformada Rosa Icela Rodríguez no sabía que en la tierra natal de su patrón elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a su cargo reprimían una protesta al más puro estilo de Nochixtlán. Todo mal.
López Obrador minimizaba la protesta y decretaba a la realidad que el conflicto era, así nomás, una cosa venial entre los sindicatos, un adarme, una manchita, una cosa que se resuelve facilito, caray, es que tal vez si se dedicara a gobernar más y hablar menos se hubiese ahorrado otra más de sus clásicas imprecisiones.
Pero las imágenes desmienten el discurso del régimen, trabajadores que corren desesperados huyendo de gases lacrimógenos y balas, no sabemos si solo de goma o letales, que disparó la militarizada Guardia Nacional.
Una de las respuestas más patéticas viene de ICA Fluor , quizá trazando ya el discurso de hoy en la mañanera presidencial : los trabajadores que organizaron la protesta no son sus trabajadores sino “personas no identificadas”.
Cosa curiosa, todo esto estalló porque alguien no quiso pagar horas extras y salarios justos. ¡Viva el austericidio!
DE COLOFÓN
.— Hugo López-Gatell le apuesta al mercado negro que vendrá luego de la prohibición de las alternativas al cigarro. Cuando vengan las muertes por productos no regulados ya saben qué puerta habrá que tocar.