Una derrota, como la de ayer, debe ser muy difícil de tragar para alguien tan poderoso como el fiscal Alejandro Gertz Manero.
Víctor Hugo.
Es que perdió en todos los frentes: jurídicamente le dieron palo, políticamente sus enemigos lo han pisoteado, personalmente acumula un saldo de rencor inconmensurable y en la arena pública ahora es visto como un abusador del poder, como un funcionario vengativo que despierta miedo, sí, pero que al mismo tiempo puede ser vencido. Gertz Manero debe estar rumiando el fracaso, quizá arrebujado en su cólera, tal vez en la planeación estratégica de una posible venganza futura, lamiendo heridas con el consuelo de los siempre fieles besamanos y, seguramente, en la soledad absoluta de un abismal poder que ahora no pudo.
En cualquier país con decencia el fiscal hubiera renunciado, la paliza de la Suprema Corte de Justicia fue brutal: quedó claro que manipuló al sistema, que usó favores con su influencia sobre jueces locales, se evidenció su misoginia y su insensibilidad cuando argumentó la “obligación” que tenía una anciana sobre el cuidado a la vida de su hermano y, para colmo, con la llamada filtrada hace unas semanas, todo el país fue testigo de su intención de manipular a los ministros como si fuesen unos títeres a su arbitrio.
Por desgracia, nadie podrá probar si el móvil en esta maquiavélica trama de un hombre lleno de resquemores como Alejandro Gertz Manero nació por el dolor que le causó la pérdida de su hermano Federico, ya casi enfermo terminal antes de morir, o si el motivo radicó en otros intereses mucho más oscuros.
La versión de una fuente cercana al caso señala que poco antes de morir su hermano, en septiembre de 2015, Alejandro Gertz exigió a la familia Cuevas Morán el acceso a una cuenta bancaria por más de 8 millones de dólares en un paraíso fiscal a nombre de Federico Gertz Manero , la familia no pudo o no quiso entregar los datos y eso, dicen, desató la furia de un hombre que entonces nadie imaginaba se convertiría en uno de los más poderosos en la historia contemporánea del país.
Seguramente, esta versión quedará solo en cotilleos y rumores, aunque la cuenta, efectivamente existió, diversos reportes periodísticos ponen en evidencia su creación en el 2010, manejada por la panameña Operadora Invictus, abierta en el banco suizo Julius Bär, con un depósito inicial de 1 millón 298 mil de dólares al que se le sumaron, en 2012, otros 6 millones 158 mil dólares, el nombre del cliente no aparece en los estados bancarios encontrados en el domicilio que Laura y Federico compartieron por décadas, aunque sí hay un número de cliente, el 0016.9863. ¿Sería el cliente Federico Gertz?, ¿sería que nada de eso importa y que el fiscal fue presa de un dolor irracional por la pérdida de su hermano?
Como muchas otras cosas, nada podrá probarse, al menos no en el corto plazo y aún en el remoto caso de que la familia Cuevas Morán decidiera emprender acciones legales contra el fiscal es casi seguro que el asunto estará condenado al archivo. A fin de cuentas, aquí importa más la lealtad que la justicia y el fiscal es un soldado fiel del presidente.
Como sea, al menos se hizo justicia en esta vez. Una de cal por las que van de arena, pero ¿cuántas otras personas estarán sufriendo lo mismo que Alejandra Cuevas?, ¿cuántos inocentes en prisión?, ¿cuántos culpables gozando del poder en la total impunidad?
Al menos se hizo justicia, al menos por una vez.
DE COLOFÓN
.- La semana pasada se encendieron alarmas en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, las encuestas previas arrojaban una derrota fulminante a Morena en la Alcaldía Cuauhtémoc en el supuesto de unas nuevas elecciones por el caso Sandra Cuevas. Decidieron de modo pragmático, mejor una “disculpa pública” antes que una nueva humillación política que podría costar la candidatura del 2024 a Claudia Sheinbaum.
Y todavía faltan 916 días para que termine el sexenio.