En Acción Nacional van en aumento las mentadas de madre para Marko Cortés: un enano político, un pequeño senador que estará condenado a rumiar sus derrotas mientras aprovecha la generosa beca de seis años en el Senado de la República.

Es un zombie político; su carrera está muerta. Que no quiera darse cuenta y se aferre a una ilusión, es otra cosa.

Marko no gobierna ni en su oficina, nadie le hace caso, nadie le da autoridad. Nadie, en verdad, lo toma en serio más allá de los clásicos lamesuelas que ha comprado con cargos y otros cochupos que pronto saldrán a la luz.

De entrada, bien valdría que los involucrados en la campaña de Xóchitl Gálvez vayan limpiando la casa, particularmente Pico Covarrubias y Aldo Campuzano, cuyas agencias cobraron en conjunto más de dos millones de dólares, porque los ánimos entre los azules no están para ver quién se las hizo sino quién se las paga. Se van a poner sabrosos los moquetazos.

Más allá de la grilla, ¿cuál es el futuro de Acción Nacional, que hoy por hoy parece la única oposición legítima dado el espectro político e ideológico de la 4T?, ¿seguirá vigente la alianza más fracasada en la historia?, ¿les sirve de algo el PRI?, ¿serán la opción de la derecha moderada?, ¿de la derecha extrema radical?, ¿un partido empresarial?, ¿una reliquia histórica que terminará sepultada en su propio destino polvoriento?, ¿un partido de jóvenes centroderechistas que se renueve como el Fénix?

Quizá valdría mucho la pena ver un debate de panistas porque todos los que levantan la mano tienen cola y pasado cuestionable, por citar algunos: Damián Zepeda viene del anayismo que comenzó con el desastre del partido. Adriana Dávila es identificada con el calderonismo que ha sido el objeto predilecto para el golpeteo político del régimen con justa razón, ¿cómo te quitas el lastre de García Luna? Jorge Romero deberá sortear el fracaso brutal en la Ciudad de México que sentían segura y que terminaron perdiendo por más de 10 puntos.

Seguro que habrá más perfiles y seguro que ninguno vendrá impoluto, cosa que francamente hoy importa muy poco si lo que se busca es la reconstrucción de una oposición real.

Ya veremos el tamaño de los panistas, ojalá que se corresponda con el tamaño del reto que se les avecina.

De Colofón.- En el mundillo financiero de México, Banco Intercam es una institución respetada. Tiene decenas de clientes importantes a nivel empresarial y de gran valor en la banca personal, enfocándose en productos y servicios para las clases más pudientes. Por eso me extraña lo que ha sucedido con algunos de sus usuarios, que están a punto de denunciar un fraude de la más baja calaña y generar un buen escándalo mediático.

Resulta que altos directivos de Intercam recomendaron a estos clientes, adultos mayores de alto poder económico, a ejecutivos de cuenta de “toda su confianza”, quienes mediante tretas y artimañas los convencieron de entrar en inversiones que resultaron ser una vil estafa.

Primero les mintieron con reportes de estados de cuenta falsos para ocultar las grandes pérdidas sufridas en su patrimonio debido a las supuestas “inversiones”, las cuales superaron por mucho los parámetros de riesgo previamente autorizados. Además, realizaron considerables retiros sin autorización de los clientes que terminaron en depósitos a empresas de dudosa reputación.

Los afectados me cuentan que los ejecutivos tuvieron la desfachatez de falsificar cartas de autorización para los retiros, obviamente nunca sospecharon nada por la confianza que habían depositado en Intercam.

Ya con sus cuentas saqueadas, han reclamado a los mismos altos directivos que primero les recomendaron a los ejecutivos de cuenta que los terminaron despojando de su dinero.

En respuesta, han recibido amenazas a través de los abogados del banco, advirtiéndoles de consecuencias terribles si deciden hacer pública la farsa.

Guardo los nombres de los involucrados porque así me lo han solicitado, no se trata de clientes menores: están buscando un arreglo, pero si no llega puede estallar un escándalo de pronóstico reservado. Por cierto, aún faltan 109 días para que termine el gobierno de López Obrador.

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