Luego de cinco prórrogas, Emilio Lozoya terminó donde tenía que estar desde el principio: preso.
El Fiscal, Alejandro Gertz Manero , no soportó el ridículo que su “testigo estrella”, Emilio Lozoya, le hizo pasar mientras cenaba pato en un restaurante de lujo.
¿No se suponía que el hombre estaba preocupado por entregar las pruebas que llevarían a más de 70 exfuncionarios a la cárcel?, ¿no era Lozoya la clave para que peces gordos del tamaño de Luis Videgaray, Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón terminaran pagando sus corruptelas?
No, nunca fue así.
Lozoya y su defensa lograron un acuerdo con la FGR bajo la batuta del jurista, exjuez, Baltasar Garzón en España, quien lo representó en el proceso de extradición ante la Audiencia Nacional.
Al final, los billetes lograron ser tan suficientes como para pagar a quien tuviera la capacidad de “chamaquear” al Fiscal Gertz Manero, quién vio en Lozoya su boleto a la transcendencia, un quedabién de oro frente a quién es, en términos reales, su jefe el presidente López Obrador .
Pero resultó que todo fue una llamarada de petate, que no había pruebas y no las hubo durante 15 meses y que Lozoya se sintió más poderoso que quienes lo protegían.
Ahora toca pagar… Y la afrenta es cara, Lozoya no solo se burló de Gertz, sino que escupió la confianza que le brindó López Obrador.
Él se queda sin cenas de lujo, pero en Palacio Nacional tampoco están de plácemes, la burla del “Señor Lozoya” es una derrota amarga para el Presidente.
Mañana, en EL UNIVERSAL , le cuento cómo será el ingreso y los próximos meses de Emilio Lozoya al Reclusorio Norte… Ha llegado un nuevo panquecito.