Dicen que Marko Cortés nunca ha sido particularmente bueno para hacer negocios, contador de carrera y con un posgrado del Tec de Monterrey en Administración, algunos de sus otrora cercanos lo ven como el vende humo de la política mexicana, algo así como el “Carlos Master Muñoz”, ese gurú financiero venido a menos, del PAN.

A Marko le fallaron las cuentas, la alianza ha resultado un fracaso en términos electorales para su partido, solo por citar un par de ejemplos: mientras que han cedido posiciones relevantes al PRI como el caso de Durango, donde gracias a los votos azules ganó el tricolor Esteban Villegas, le han también regalado hasta la supervivencia como en Aguascalientes, donde podían ganar solitos con Teresa Jiménez.

Su “gran” triunfo se mide apenas en algunas presidencias municipales y, sobre todo, en la Cámara de Diputados donde pasaron de tener 79 en 2018 a 114 en 2021, más claro: han vendido su alma por flamantes 35 diputados más.

Desde que la gobernadora de Campeche, Layda Sansores , comenzó a filtrar los tristemente célebres audios de Alejandro Moreno el ambiente en la alianza comenzó a enrarecerse, ni Jesús Zambrano ni Marko Cortés tenían realmente idea del tamaño de problema al que se enfrentarían, apostaban, porque así les había jurado Moreno, que no pasaría de un par de escándalos, de una crisis relativamente pasajera.

Pero no, cuando la prensa mexicana se indignó, con justa razón, con aquello de “matar periodistas de hambre y no a balazos”, la crisis en el PRD y en PAN se agudizó; en corto pidieron la cabeza de Alejandro Moreno para mantener viva la alianza, pero bajo otro liderazgo en el PRI.

Una salida fácil y digna para el priista pudo venir con una serie de giras internacionales para “denunciar a la dictadura de la 4T en el mundo”, Moreno mantendría su fuero como diputado y sería la víctima del sistema para los foros internacionales, pero cedería a Rubén Moreira la dirigencia del partido. El acuerdo, al final, no pudo concretarse, ganaron los egos de Alito.

El acabose vino hace poco más de un mes cuando Morena les madrugó con la designación de Delfina Gómez como candidata al Estado de México y el PRI mostró sus cartas claras: tanto el Estado de México como Coahuila serían de ellos y nada más, la candidatura de Enrique Vargas no sería viable y, en caso de ganar, al PAN y al PRD solo les tocarían un par de Secretarías de “alto” nivel y presupuesto reducido, a cambio los priistas prometían no intervenir en la designación del candidato para la Ciudad de México en el 2024, donde llevarían mano los panistas.

La cerrazón llevó a un autodestape de Vargas impulsado por el propio Marko Cortés, a lo que respondieron con burlas desde el Estado de México.

El pasado viernes los rumores que negaban los dirigentes del PRD y PAN se confirmaron: Alejandro Moreno había pactado ya con Palacio Nacional: su desafuero no prosperaría y el millonario dirigente libraría la cárcel al menos hasta el 2024, pero vendría una señal de sumisión al presidente manifestando su apoyo a la narrativa de militarización.

La señal se concretó con la propuesta, inviable a todas luces, de la diputada Yolanda de la Torre a modificar la Constitución para ampliar la duración del Ejército en las calles hasta el 2028. Evidentemente, un simple golpe de narrativa sin posibilidad de concretarse en los hechos.

Así comenzó la ruptura de un divorcio anunciado. Gana López Obrador, otra vez.

DE COLOFÓN

Los empresarios que invirtieron millones en Va por México exigen un control de daños para sus recursos, no encuentran el botón de “stop loss”, les vendieron espejitos y en su desesperación terminaron por comprarlos. Ni modo, eso pasa cuando confías en los vendedores de humo… A fondo perdido.

Y todavía faltan 753 días para que termine el sexenio.

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