A partir de septiembre de este año y hasta febrero del 2022 el Museo de Luxemburgo en París exhibirá más de 260 autorretratos, escenas de calle, además de material nunca visto como películas caseras de 8mm y grabaciones de audio, de la muy reservada niñera fotógrafa Vivian Maier (1926-2009) quien por más de cincuenta años registró gente y objetos en Nueva York y Chicago.
La historia del descubrimiento de Vivian Maier es por demás fascinante; en 2007 John Maloof, presidente de la Sociedad Histórica del Noroeste de Chicago, junto con Daniel Pogorzelski, buscaban fotografías vintage para el proyecto de un libro que escribían a fin de concientizar al vecindario de su historia. El editor requería alrededor de 220 fotografías de buena calidad para tan ambicioso proyecto, lo que lanzó a los involucrados a buscar imágenes susceptibles de ser utilizadas. En una de sus pesquisas dieron con una bodega dedicada a la venta directa y el remate de muebles usados y antiguos, RPN Sales Auction House, en la avenida Milwaukee al noroeste de Chicago, donde se ofrecerían varios lotes de cajas con negativos que parecían prometedores.
El día de la puja, Maloof toma el riesgo y comienza a ofertar sin saber exactamente el contenido de lo que compraba, pagando 380 dólares por una caja llena de negativos junto con otros objetos. En ese momento desconocía que esa adquisición cambiaría su vida. Días después revisa la compra y no encuentra nada relevante, la caja se refunde en un closet donde permanece un año y pico hasta que la curiosidad lo vence y revisa de nuevo su contenido; comienza a escanear imágenes de los negativos que encontró interesantes, sin tener ningún fundamento o criterio para saber qué buscar en ese acervo. Estas tareas de recuperación icónica lo motivan a hacerse de una cámara, tomar clases de fotografía y montar un cuarto oscuro en el ático de su casa donde aprende a revelar e imprimir. A nadie confía su “pasión” y empieza a obsesionarse con su descubrimiento, tomando la decisión de reconstruir el archivo, buscando a los otros compradores de las cajas de la subasta de RPN para recuperarlas. Así logró acumular el 90% del fondo de Vivian Maier, superior a 120,000 negativos, cientos de rollos de películas caseras, grabaciones en cintas magnetofónicas, impresiones y otros objetos. El resto quedó en poder de otro comprador, Jeff Goldstein.
¿Quién es Vivian Maier? Nacida en Nueva York, de madre francesa y padre austriaco, a temprana edad su familia se traslada a Francia donde vivirá una temporada hasta que, tras el divorcio de sus padres, vuelve con su mamá y su hermano a la Gran Manzana. Durante un tiempo comparten espacio y vida cotidiana con la fotógrafa Jeanne Bertrand (1880-1957), galardonada por sus retratos y quien presumiblemente enseñó a Vivian. En Francia se estrena tomando sus primeras instantáneas en 1949 con una Kodak Brownie, cámara para principiantes de una sola velocidad de obturador y sin control de enfoque, entre otras limitaciones. Para 1952 ya maneja una Rolleiflex la cual le permite registrar a las personas sin que se percaten de ello, garantizando una espontaneidad absoluta. Curiosamente, su indudable vocación en favor de la fotografía la mantendrá en la más absoluta privacidad, como si se tratase de un pasatiempo oculto por el ejercicio de una actividad central hasta cierto punto insólita: la de niñera, guardiana de menores de edad, tarea que emprende con singular entusiasmo y entrega. Poco después regresará a suelo estadounidense, primero a Nueva York y en 1956 se mudará a Chicago, continuando con su ocupación mezcla de institutriz, aya y suerte de “tía”. En la ciudad de los grandes lagos se hará cargo de tres niños en el suburbio de North Shore, con una familia que le proporcionará una habitación con baño y un lugar para instalar su cuarto oscuro donde, en sus ratos libres, revelará e imprimirá sus negativos. Luego de 17 años de servicio, transformados los infantes en adultos abandona su puesto, sin que ello suponga el término de su vínculo con esa familia a la que considerará como propia.
Trabaja como niñera en otras casas sin tener la facilidad del cuarto oscuro, así es como acumula cantidades sorprendentes de película sin procesar. Sin descuidar sus obligaciones, portando siempre la cámara colgada al cuello, paseará a los niños a su cargo por barrios donde le interesaba “inmortalizar” a la gente con la que se topaba, a ciertos objetos de su interés, además de emprender sus autorretratos.
NOTA: La segunda parte se publicará el próximo viernes 19.
