Desde la muerte del gran creador oaxaqueño Francisco Toledo hemos recibido en la casa de subastas varias indagatorias en cuanto a ¿qué tanto van a subir los precios de su obra? Lo primero que hemos contestado es que NO sabemos, no hay una regla general que dicte que al morir un artista su obra suba tal o cual porcentaje, tenemos que esperar a ver los resultados de las próximas subastas, ver cómo se comporta el mercado.
Este sábado pasado (7 de septiembre) en la Subasta de Oportunidades que realizamos todos los sábados en el Salón de Cerro de Mayka, salieron a la venta dos lotes, cada uno con un papalote de Toledo, casi puedo decir que es de rutina que incluyamos estos papalotes y generalmente se venden entre los $6,000 y $10,000 pesos; pero este sábado para nuestra sorpresa uno se vendió en $13,000 pesos y el otro en $15,000 pesos (más premium cada uno). Ayudó que estaban muy bien enmarcados, pero nos llamó la atención el precio que alcanzaron.
¿Esto quiere decir que el valor económico de la obra de Francisco Toledo subió en la misma semana que murió el Maestro? Creo que es muy precipitado llegar a esa conclusión, aunque los papalotes sí se vendieron mejor que en otras subastas, cuando esta columna sea publicada en la página de EL UNIVERSAL el viernes 13, ya sabremos los resultados de venta en subasta de otras cinco obras de Toledo que saldrán en nuestra Subasta de Obra Gráfica y Fotografía del jueves 12 de septiembre, esto nos ayudará a medir el rumbo del mercado de este importante artista.
Tengo otro ejemplo, este sucedió en una subasta que teníamos programada en el 2013 y que se llevó a cabo unos días después de la muerte de Alejandro Santiago, artista oaxaqueño que murió en agosto; salían a subasta varias obras de su autoría que alcanzaron precios de $240,000, por mucho más altos de lo que regularmente se vendían y fue solamente en esa subasta ya que en las posteriores se regresó al valor en el que se manejaba su obra. También cuando falleció Leonora Carrington en el 2011, un cliente nos llamó al día siguiente de su muerte preguntando si ya habían subido los precios porque quería consignar obra gráfica. Otro caso es el del artista José Luis Cuevas quien falleció en 2017; sus obras subieron de precio después de su muerte y se han estado ajustando nuevamente a los que tenían antes de morir.
Hay una creencia generalizada de que los artistas muertos valen más, como sucede con Van Gogh y Gauguin quienes no vendieron su obra vivos y murieron además en la miseria; ahora sus pinturas alcanzan en subasta precios que nadie se hubiera imaginado, aunque no es el caso de todos los creadores. Hay ocasiones inclusive en que los precios bajan por muchas razones, una muy frecuente es que el autor era el mejor promotor de su obra y una vez muerto ya no hay quien lo impulse. Es importante cómo la familia maneja la obra después de su muerte, qué tanto control tiene sobre la misma. En cualquiera de los casos hay que mantenerla en el ojo del público para conservar o mejorar los precios, esto implica exhibirla, publicarla y administrarla; en pocas palabras, manejar un equilibrio que a la larga sirva al mercado, a la familia y a la reputación del artista.
En algún artículo leí cómo Lee Krasner, quien manejó la obra de su marido Jackson Pollock, después de muerto mantuvo un flujo constante de piezas en el mercado y así
incrementó el precio y las posicionó en importantes museos y colecciones privadas. En otros casos hay familiares que después de muerto el artista no lo administran bien, sino que empiezan a vender sin ton ni son y lo que logran es que sus precios se depriman y se vaya perdiendo el interés por el mismo.
En los siguientes meses veremos qué tantos Toledos salen a subasta y cómo se va comportando el mercado, esto suena muy metalizado y lo es, hay que recordar que muchos coleccionistas compran arte como inversión y están muy pendientes de las ventas; aunque tenemos el otro lado de la moneda donde se compra la obra por gusto y se disfruta sea o no conocido el artista, es un placer ver en nuestras paredes algo que nos emociona y no nos importa si alguien más la reconoce o si el mercado sube o baja. Esta es la versatilidad del coleccionismo de arte.