Por recomendación de mi amigo Ildefonso Acevedo para que visitara el Museo Nacional de Culturas Populares que se encuentra en el corazón de Coyoacán y admirara la exhibición de más de 600 piezas propiedad de Francisco Toledo, fui el miércoles pasado. La muestra originalmente abrió el 3 de julio y cerraba el 29 de septiembre, pero con la muerte del Maestro se recorrió hasta el 10 de noviembre.

Nunca había visitado este museo y fue una nueva experiencia. Estacionamos el auto a media cuadra y caminamos por la banqueta a la puerta del museo, el cual está bastante mal señalizado, tuvimos que preguntar si ahí era. El vigilante nos contestó que sí, acto seguido nos dirigimos a la taquilla, pero el mismo vigilante nos comentó que ese día no cobraban la entrada por alguna razón que nadie supo. Subimos la escalinata y entramos a lo que es un primer edificio y preguntamos dónde se encontraba la exposición de las piezas de Toledo, nos dieron la indicación y cruzamos una sala con otra exposición que nos llevó a la salida y a un patio trasero donde vimos el rótulo de TOLEDO VE y, sobre la puerta de entrada del otro edificio, un crespón negro en homenaje al Maestro.

Toledo ve: Muestra en el Museo Nacional de Culturas Populares
Toledo ve: Muestra en el Museo Nacional de Culturas Populares

Ingresamos por el lado derecho de la sala –como mencionaba anteriormente, no hay señalización– y no entendimos bien a dónde entramos. Volvimos a salir y ya entramos a la exhibición por el lado izquierdo; comenzamos el recorrido viendo los objetos que se encuentran, cada uno, en una vitrina.

Desafortunadamente, la exhibición carece de cédulas en los objetos que se muestran, cédulas que serían importantes para saber las fechas en que se realizaron, así como los materiales con los que fueron elaborados y los nombres de las piezas. Esto me recordó la anécdota de mi tío Roberto quien viajó a la ciudad de Washington para visitar a su cuñada y celebrar el cumpleaños de uno de sus sobrinos. Mi tío le llevaba al sobrino un regalo que consistía en un rompecabezas de esos de miles de piezas; en cuanto se lo entregó inmediatamente abrió la caja y al ver todas las piezas dentro volteó a ver a su mamá un poco desconcertado y dijo… “NO INSTRUCTIONS”… así nos sentimos en la exhibición, sin cédulas, como el sobrino sin instrucciones. Afortunadamente, el genio de Toledo hace que se nos olviden las cédulas y que disfrutemos cada uno de los objetos por lo que son.

Toledo ve: Muestra en el Museo Nacional de Culturas Populares
Toledo ve: Muestra en el Museo Nacional de Culturas Populares

La exhibición es un gabinete de curiosidades por todos los objetos que muestra, son artículos para uso diario hechos con técnicas artesanales con la genialidad de Toledo, fabricados con toda clase de materiales como metal, barro, madera, vidrio, textiles, papel; tengo entendido que todo pertenece a la familia de Toledo y que muchos de los objetos fueron hechos hace años.

En las vitrinas de la entrada podemos ver objetos como una caja con la imagen de Benito Juárez, otra con unos elefantes como de circo, un par de gatos hechos con madera, una balanza relizada con un cucharón de madera de la cual cuelgan unos cuencos equilibrados, otra vitrina con un caballo de madera como si fuera un juguete de niño; después tenemos por ejemplo una concha de caracol y en otra mesa-vitrina bajo un cristal, un buen número de caparazones de tortugas, todas intervenidas por el maestro; hay otras vitrinas llenas de pulseras, collares y aretes, todas con diseños y con la fauna particularmente utilizada por Toledo, como los escorpiones, peces, cocodrilos, cangrejos, todas muy llamativas. Qué lástima que no están a la venta porque serian fantásticos regalos.

Se muestran además pisos, lámparas, muebles, todo diseñado por el maestro. No podían faltar los papalotes, más de cincuenta que cuelgan del techo y están en una de las paredes del salón. En esta misma columna, hace algunas semanas, comentaba que los papalotes los sacábamos en subasta y se vendían entre tres mil y cinco mil pesos; ahora dependiendo del diseño, están alcanzando hasta quince mil pesos. También encontramos textiles con diseños muy pero muy finos, hay celosías, carteles, dibujos, más de seiscientas piezas en total.

Toledo ve: Muestra en el Museo Nacional de Culturas Populares
Toledo ve: Muestra en el Museo Nacional de Culturas Populares

Francisco Toledo, nacido en Juchitán de Zaragoza en Oaxaca, estudió en lo que se llamara el Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías fundado por el Maestro Chávez Morado y que hoy lleva el nombre de Escuela de Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, ahí fue donde se formó con las clases de cerámica, ebanistería, metales, orfebrería, joyería, textiles, vitrales y estampado.

Si puede, no se pierda la exposición, a la que ya le quedan pocos días.

Y UN COMENTARIO ADICIONAL A LA COLUMNA SOBRE CIMABUE

Hace un par de semanas (octubre 18) comenté que saldría a subasta una pintura, propiedad de una dama de 90 años, que encontraron en una visita de valuación de rutina en una casa en Compiègne, al norte de París y que la nonagenaria creía que se trataba de un icono ruso, esta resultó ser una pintura de la mano del gran pintor del siglo XIII, Cimabue (maestro de Giotto). El caso es que la pintura salió a subasta el domingo 27 de octubre en la Casa de Subastas Actéon en la Ciudad de Senlis (Francia), con estimados de 4 a 6 millones de euros y se vendió en la friolera de 24.1 millones de euros (incluye premio de la subastadora); esta venta marca un récord para una obra de viejos maestros pintados antes del año 1500 y es también uno de los ocho viejos maestros mejor vendidos.

Hubo siete postores, de Italia, Francia, Reino Unido y una galería de arte de Bruselas. La postura ganadora fue de Francisco Ortenzi de Galería Moretti de Londres y todo parece indicar que la compró como encargo para la Colección Alana propiedad de Álvaro Saieh y Ana Guzmán.

Si el gobierno francés no decide quedarse la pintura para alguno de sus museos (tienen 30 meses a partir de la subasta para decidir), seguramente la veremos expuesta en algún museo de los Estados Unidos de Norteamérica. Los expertos consideran que fue barato el precio en el que se vendió. No creo que a la propietaria le dé tiempo de gastarse todo el dinero que alcanzó lo que ella creyera que era un icono ruso, seguramente una parte irá a alguna beneficencia.

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