La primera semana de marzo, antes de que estallara la pandemia del coronavirus, nos reunimos en el Centro Asturiano de Arquímedes en Polanco a comer Jaime Gutiérrez de la Peza, Ildefonso Acevedo que trajo de invitado al fotógrafo Guillermo Kahlo Alcalá (1961), bisnieto del afamado cronista visual Guillermo Kahlo Kauffmann (1871-1941), testigo del viejo régimen porfirista y de la revolución a balazos, luego hecha gobierno, padre de Frida (1907-1954).
La conversación rondó sobre el surgimiento de la vocación artística y en un momento le pregunté a Guillermo ¿por qué se hizo fotógrafo?; su respuesta fue que “durante un paseo a las pirámides de Teotihuacán encontré una cámara abandonada y ahí lo decidí”. Al escuchar que había encontrado un equipo, mi primera reacción consistió en averiguar si habían revelado el rollo y qué imágenes aparecieron. La respuesta sembró la decepción más absoluta: “estaba vacía, no traía película”.
Me vino a la memoria esta plática al leer sobre el proyecto para rescatar película The Rescued Film Project (www.rescuedfilm.com) que comenzó Levi Bettwieser, fotógrafo y productor de video de Boise, Idaho, Estados Unidos, iniciativa que nace de su afición por visitar tiendas de segunda mano y comprar cámaras usadas para su colección, de las cuales muchas conservaban todavía los rollos sin agotar el número de tomas de los últimos propietarios. Entre los encontrados por casualidad y aquellos otros que fue adquiriendo en subastas en línea, reunió 140 rollos de 35 mm que decidió revelar y así divulgar sus secretos.
Reveló los rollos y al mirar los contenidos se encontró con algo que le gustó: fotografías de aficionados que cuentan una historia. La mayoría registran celebraciones y sus protagonistas, ya fueran cumpleaños, navidades, Halloween, vacaciones, instantáneas de hijos, hijas, novios, novias, perros, gatos, “llama la atención que aparezcan más pasteles que festejados o invitados” comenta Levi Bettwieser. Añade “algo que tienen prácticamente todas las imágenes es que en ellas todos sonríen, se encuentran felices, estén o no frente a la cámara”.
En 2015, en una subasta en línea, Levi se animó a comprar por 800 dólares un lote de 31 rollos de los años cuarenta de un fotógrafo en solitario; resultaron imágenes de la Segunda Guerra Mundial, de hospitales, soldados saliendo de misa, tropas, campamentos, captadas por alguien que sabía lo que estaba haciendo, pero que nunca reveló las tomas de la película. En otra oportunidad compró diez rollos, miradas indiscretas de un neoyorkino que se dedicó a capturar imágenes de mujeres en sus ventanas… un voyerista … Otra transacción aportó vistas del horizonte de la gran manzana con las torres gemelas, todavía en pie, bajo fuegos artificiales. Insaciable, más rollos aumentaron su colección, fotografías sobre accidentes de autos que finalizaron fuera de la autopista y con sus tripulantes rescatados por paramédicos y transportados en ambulancias a lo largo y ancho de California.
El proyecto The Rescued Film Project trata de rescatar lo que alguien con buena intención “disparó” pero por algún motivo nunca reveló por razones desconocidas, salvando dichas imágenes del olvido. El rescate funciona a partir de donaciones de rollos no revelados, el requisito es firmar un contrato en el que se especifica que el proyecto se queda con los negativos y la propiedad, en caso de no estar de acuerdo con esta cláusula, da alternativas para enviar el material a compañías que pueden revelar (hay que tomar en cuenta que procesar este material requiere de técnicas en muchos casos en desuso). A la fecha el archivo cuenta con más de 30 mil imágenes y se profesionaliza de manera permanente, con Metadata, Crowdsourcing, aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías.
Es un proyecto para quienes les gusta jugar al detective descubriendo pistas de cosas que fueron y ya no están, historias de sitios y lugares. El premio no podría ser mejor: disfrutar la ilusión de encontrar algo que nadie había visto antes.
Para terminar, quiero compartir lo que les sucedió a unos amigos que, tras cenar fuera de su hotel, al regresar a la habitación donde se hospedaban en Los Ángeles encontraron todo desordenado, sin sus maletas ni sus compras. Lo único que los asaltantes dejaron fueron los artículos de baño y una cámara fotográfica. Ya de vuelta en México, al revelar el rollo y ver las impresiones, vieron con horror cómo los ladrones utilizaron sus cepillos de dientes y de cabello…