Aterrizamos en Miami con estancia de un solo día y lo aprovechamos visitando el Rubell Museum, espacio recién inaugurado (4 de diciembre) durante el Festival 2019 de Art Basel en Miami Beach y de la Miami Design Week. Se trata de una colección familiar que se exhibía desde 1993 bajo el nombre de Rubell Family Collection, en lo que fue el edificio que alguna vez ocupó la Drug Enforcement Administration (DEA) en el distrito de Wynwood en Miami. Ahí estuvo ocupando un espacio de aproximadamente 3,700 metros cuadrados, pero llegó el momento en que volvía la colección “30 Americans” –también propiedad de los Rubell– que estuvo itinerante por más de once años en varias sedes, por lo que ya no había espacio donde guardarla y menos exhibirla en el edificio de Wynwood, así que Don y Mera Rubell se dieron a la tarea de buscar un lugar para almacenar parte de su colección.
Encontraron y compraron seis bodegas que pertenecían a la Trujillo & Sons INC Quality Foods, bodegas para almacenar y empacar arroz y frijoles en el distrito de Allapattah en Miami. Los Rubell también las querían para almacenar parte de la colección de obras de arte, pero pronto se dieron cuenta que las bodegas podían quedar muy bien como museo para sus más de 7,200 obras acumuladas en los últimos cincuenta años.
Don Rubell, ginecólogo, y su esposa Mera, profesora, se casaron en 1964 y desde entonces han comprado obra. La colección es solo de Arte Contemporáneo, está hecha sin curadores ni consultores, formada exclusivamente con el ojo de esta pareja y vaya el buen ojo para reconocer artistas que nadie conocía y que para ellos prometían; así compraron, por ejemplo, fotografías de Cindy Sherman cuando ésta empezaba en 1978, tienen obra de Jeff Koons comprada en 1979, de Keith Haring y Richard Prince compradas en 1981, los precios de las piezas de estos artistas en esos años son risibles comparados con los valores que alcanzan en subasta en este momento.
Así es que decidieron hacer, con las 6 bodegas de más de 9,300 metros cuadrados, un museo formado por 40 galerías en las que actualmente se muestran 300 obras de 100 artistas, adquiridas desde que empezaron la colección. El museo cuenta además con una biblioteca de investigación de arte, un jardín tropical y en poco tiempo abrirá sus puertas un restaurante de comida vasca.
Hacer el museo en estas bodegas resultó una decisión muy acertada, los techos son muy altos, sin columnas y todo en un solo nivel, lo que da un espacio fantástico para exponer obras de gran formato y que luzcan completas; hay pintura, escultura, fotografía, videos e instalaciones de más de 1,000 artistas contemporáneos. Son más de cincuenta años de viajar, visitar artistas y comprar arte, explica en una entrevista Mera Rubell quien también comenta que sólo van a exhibir obras que les pertenecen, que la colección contiene todas las voces del arte contemporáneo sin que haya ninguna narrativa.
Cuando aterrizamos en Miami y decidimos ir al museo, la verdad no teníamos mucha idea sobre qué esperar, ninguno de los que fuimos conocíamos la Colección Rubell así que tomamos el Uber y llegamos a la dirección indicada. Por fuera el edificio no es grandioso ni pretencioso y estando junto a otras bodegas está, por así decirlo, camuflado, excepto por unas banderas en varios postes con el nombre Rubell Museum. Se entra por una puerta sencilla con el marco de acero y malla de alambre que da a un pasillo, de un lado cuenta con un jardín con plantas autóctonas de los Everglades y del otro se ve el interior de una sala con obras expuestas; antes de entrar, la puerta tiene una leyenda sobre el vidrio la cual dice que muchas obras o imágenes no son apropiadas para todo público, se recomienda discreción del espectador. Ya dentro está la tienda en la que venden camisetas y gorras con el nombre del museo, además de varios libros sobre la colección Rubell. Compramos los boletos de entrada y nos explicaron que hay 39 salas abiertas, dos cuartos cerrados con instalaciones de Yayoi Kusama, muy buena noticia porque no esperábamos ver instalaciones de Kusama; también nos comentan que en la sala principal veremos muchas mesas y arreglos florales ya que en la noche se llevará a cabo la recepción de una boda –el museo lo rentan para bodas y otros eventos–. Más adelante, durante la visita, vamos a ver que están colocando la pista de baile, el equipo de música, los arreglos y las mesas (llama la atención que en lugar de que las mesas cuenten con un número para saber el lugar en el que se sentará cada invitado, llevan nombres de artistas como Cindy Sherman, Damien Hirst, Andy Warhol), además sorprende que las obras de este salón principal no tengan protección extra para el evento, es más, durante la visita no se ven tantos cuidadores en las salas, se puede tomar fotografía de todo, no se siente ninguna restricción, un museo bastante amable y abierto en este sentido.
Empezamos nuestro recorrido pasando por el frente de la Biblioteca de Investigación de Arte que obvio tiene estantes llenos de libros, se trata de un lugar cerrado con vidrio, muy agradable; llegamos a la primera sala y de ahí no dejamos de sorprendernos de las obras que vamos viendo y disfrutando (bueno, no todas), muchos artistas conocidos, otros no tanto y otros totalmente nuevos para los que hicimos la visita, vemos Cindy Sherman, Jeff Koons, Ai Weiwei, George Condo, Keith Haring, Takashi Murakami, Maurizio Cattelan, Richard Prince, Marlene Dumas, Dan Flavin, Carl Andre, etc, etc, etc. Una visita excepcional, felices de ver tal cantidad de obra bien expuesta. El museo fue diseñado por el despacho de la arquitecta Annabelle Selldorf y va dando sorpresa tras sorpresa al dar la vuelta a cada una de las mamparas que dividen las salas. Entramos a las dos instalaciones de Yayoi Kusama, la primera más espectacular que la segunda, pero vale la pena visitar las dos. Seguimos el recorrido que no se hace nada pesado, a pesar de la cantidad de obra con la que cuenta y terminamos la visita en la tienda comprando una gorra del museo que al frente dice: Art. Ideas. Impact. y de un lado se lee RUBELL MUSEUM, además de un libro, el primer tomo de Rubell Family Collection con muchas de las obras que vimos en el recorrido, en mi opinión muy buena compra, aunque el libro pesa una ¡tonelada!
En la misma entrevista que leo de Mera Rubell, le preguntan si hay piezas que hayan revendido en algún momento, dice que sí, que hubo ocasiones en las que vendieron obra para poder comprar la de otros artistas que les interesan a ellos como coleccionistas y que no son conocidos, también comenta que tanto ella como su marido son buenos para negociar con los artistas, más ahora con el museo ya funcionando, muchos artistas quieren participar, por lo que consiguen buenos plazos de pago cuando les compran toda su obra, los artistas les confían mucho a los Rubell quienes les ayudarán en su carrera; la última pregunta que le hacen es que si están arrepentidos de algo que compraron y contesta que no o muy poco, aquí yo agregaría como subastador y coleccionista que siempre nos arrepentimos más de lo que NO compramos que de lo que compramos.
Este museo es una visita obligada para aquellos que van a Miami, se van a arrepentir más de NO hacer la visita que de haberlo visitado.