Nice shirt! (¡bonita camisa!), le dije al Embajador de Estados Unidos en nuestro país cuando me lo encontré hace unos sábados por la mañana revisando lo que se iba a subastar ese día.
Horas más tarde, el embajador puso en su cuenta de twitter que había recibido muchos comentarios muy buenos de la camisa que traía puesta esa día y también comentó que la había comprado en Nantucket (Massachusetts), que la marca de la camisa era “Rowing Blazers”, ¿por qué me gustó la camisa? Por el bordado al frente del lado izquierdo de un Dios Azteca multicolor, muy fino y bien hecho.
Busqué en internet “Rowing Blazers” y para mi beneplácito vi que había una tienda en Los Ángeles, por lo que me lo apunté para cuando fuera. Y es así que después de visitar la Villa Getty sobre la que platiqué la semana pasada, mi hijo Ted y yo tecleamos la dirección en el GPS del Mustang blanco rentado y siguiendo las instrucciones llegamos a la tienda “Rowing Blazers” en un pequeño centro comercial en Brentwood, Santa Mónica.
El local de la tienda es muy pequeño, está compartido a la mitad con la oficina postal de esa zona. Abriendo la puerta de la calle se entra a un pasillo que del lado izquierdo es el mostrador de correos, venden timbres postales, sobres y en el que también se deja la correspondencia y los paquetes. Del otro lado hay una pared muy alta con estantes pintados color azul muy clarito, llenos de mercancía de piso a techo, camisetas, gorras, pantalones, camisas, sweaters, mochilas, todo muy bien arreglado por colores y modelos, todo con estilo “preppy” (como dicen, de la subcultura de vestirse como clásico universitario de la “Ivy League” de la costa este americana, aunque ya en esta época con un toque más “punk”); además de la ropa hay libros de segunda mano de diferentes temas como caballos de carrera, polo, barcos de vela, yates, libros infantiles y algunos otros objetos vintage como banderines de universidades, trofeos, muñecos de Babar el elefante, escudos. De lado del mostrador, donde se dejan las cartas, hay una vitrina que tiene relojes vintage, correas para reloj (Nato Strap se llaman y son de tela de nylon de varios colores) y en una esquina están los sacos y camisas para remo –por eso el nombre de Rowing Blazers–.
Luego luego encontré la camisa que buscaba, había de dos modelos de Dioses Aztecas, una con Tezcatlipoca y la otra con Xipe Tótec; las camisas son fabricadas y bordadas en Francia por la marca Sports d’Époque que hacen camisas con modelos antiguos de rugby. La encargada de la tienda nos comentó que de la camisa que queríamos había más con otros bordados de otros dioses: Tláloc, Huitzilopochtli, Quetzalcóatl, Tepeyóllotl, pero no las tenían en ese momento. Pregunté que a quién se le había ocurrido la idea y nos dijo que al dueño de Rowing Blazers, quien además de haber pertenecido tres veces al equipo de remo de los Estados Unidos, campeón en Henley Royal Regatta, autor de libros, era arqueólogo. La idea de los dioses de las camisas la encontró en las imágenes del Códice Borgia. Este códice lo redescubrió Alejandro von Humboldt en 1805, entre las pertenencias del Cardenal Stefano Borgia. Hoy en día, el códice se encuentra en la Biblioteca Apostólica de la Ciudad del Vaticano.
Compré las camisas, una para cada uno de mis tres hijos y una para mí, Ted además compró un suéter blanco para jugar cricket y una correa para su Rolex vintage, yo me quedécon ganas de comprar más cosas, pero ya será en otra ocasión.
Al día siguiente (domingo) fuimos a visitar el Getty Center y nuevamente quedamos sorprendidos porque lo único que pagamos fueron veinte dólares por dejar el coche en el estacionamiento subterráneo del complejo, el cual está muy bien organizado. Saliendo del estacionamiento se llega a un lugar para tomar un trenecito (Tram) que sube la colina para llegar a donde se encuentra el centro que está construido en 700 acres (2,832,799 metros cuadrados), diseño de Richard Meier & Partners, dicho diseño se concursó en 1984 y se inauguró en 1997; construirlo costó más de un billón de dólares. Se trata de seis edificios de estilo modernista realizados en mármol travertino y metal blanco que albergan el museo, los centros de investigación, biblioteca, un instituto de conservación de arte, una escuela de manejo de museos, el instituto digital de información y el instituto de educación del arte.
El Tram lleva música muy agradable mientras va subiendo, llegamos y saliendo del tren lo primero que veo es una escultura de Aristide Maillol (1861-1944) que se llama L’Air de 1938, se encuentra en una de las terrazas frente al edificio principal, que es el museo. Nos acercamos y leemos la placa que invita a los visitantes a que se tomen una fotografía colocándose en la misma posición de la escultura, como si estuviera uno recostado de su lado derecho, como barriéndose en un partido de futbol. Tomamos solamente la foto de la escultura.
Subimos la escalinata que se encuentra a un costado de las terrazas y llegamos al edificio principal, a un hall muy grande donde están los mostradores de información y de guías. Empezamos el recorrido, vemos la escultura Mujer Parada de 1960 de Alberto Giacometti (1901-1966) y nos tomamos la foto.
Visitamos prácticamente todas las salas viendo pinturas, esculturas, dibujos, manuscritos iluminados, mucha fotografía del siglo XIX y del XX, muebles franceses. Tuvimos suerte de ver las adquisiciones recientes (2019) del Getty y una de las más importantes fue la compra en subasta en Christie’s Nueva York de 17 anillos Romanos, Etruscos y Griegos, parte de la colección del anticuario romano Giorgio Sangiorgi (1886-1965); también compraron una pintura que representa a la Virgen y el Niño con Santa Isabel y San Juan Bautista, obra de alrededor de 1540-45 pintada por Bronzino (Agnolo di Cosimo di Mariano Tori) (1503-1572) francamente hermosa.
Vimos además una exposición de fotografía llamada “UNSEEN (Invisible): 35 años de coleccionar fotografía” en la que muestran material nunca antes expuesto. En una de las salas nos fotografiamos con una pintura muy importante para nosotros, se trata del óleo sobre tela del gran subastador James Christie (1730-1803) pintada por Thomas Gainsborough (1727-1788) y que por razones del destino no está en la Casa de Subastas Christie’s donde debiera de estar, recibiendo a los compradores.
Un poco antes de la visita al Getty Center fue que nos enteramos de la trágica muerte de Kobe Bryant en su helicóptero en Calabasas, muy cerca de donde nos encontrábamos. Cada vez que escuchemos sobre este suceso nos va a recordar el Getty que fue donde nos enteramos.
Por último, pasamos a la tienda del museo ya sin comprar nada, volvimos a bajar en el Tram que nuevamente tenía una música muy agradable y muy satisfechos de haber visto tal cantidad de maravillas.